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Venezuela y la rapiña imperialista

Reactivando formas de piratería modernizada, un juzgado británico ha negado a Venezuela el acceso a las 31 toneladas de oro (valoradas al menos en mil millones de dólares) que tiene depositadas en el Banco de Inglaterra, con la excusa y juego político de no reconocer a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela y sí al lacayo Juan Guaidó; entre otras cosas, resultaría por demás curiosa la decisión del juzgado británico si no fuera evidencia su cinismo y servilismo imperialista, pues el reclamo del gobierno legítimo venezolano de Maduro para acceder sus reservas de oro data de por lo menos octubre de 2018, es decir, meses antes de la aparición de Guaidó como autoproclamado “presidente”. Recuérdese que la pantomima del “niño débil”, según la definición de Donald Trump, no sucedió hasta enero de 2019. Es evidente que Inglaterra continúa con sus viejas prácticas de saqueo e intento de coloniaje a favor del imperialismo.

Otra vertiente que resultaría curiosa, si no fuera también muestra del descaro imperialista, es que la embajadora venezolana, Ms. Rocío Maneiro Des, acreditada por la jefatura del estado británico, fue nombrada desde el 20 de noviembre 2014 por Nicolás Maduro y, de igual forma, el representante diplomático británico en Venezuela fue acreditado por Maduro, así que el supuesto reconocimiento oficial de Inglaterra a Guaidó como acuerdo de Estado, queda en entredicho por la resolución del juzgado que otorga un manto indefinido de aparente legalidad al autoproclamado contraviniendo todo el actuar jurídico interno y externo del propio gobierno británico; dicho en pocas palabras, el enredo telenovelero que han creado para pretender justificar el saqueo que buscan hacer sobre Venezuela se les desmorona a la hora de intentar darle carácter legal a sus acciones que a todas luces son ilegales. Desde luego, se sabe desde hace mucho que al imperialismo lo que menos le importa es la legalidad cuando de sus intereses se habla, aunque en ocasiones busque encubrir su naturaleza con fórmulas discursivas revestidas de legalidad.

Un tercer hecho del mismo acto que pudiera estar cargado de curiosidad si no fuera además de cínico y descarado una acción absolutamente inhumana, es la justificación de grupos afines a Guiadó que dicen alegremente que el Banco de Inglaterra evitó con la decisión de no entregar el oro a Venezuela que Maduro usara ese recurso económico para enriquecerse y adquirir armamento nuclear; los traidores justificadores de la flagrante violación a la soberanía venezolana y cómplices del saqueo imperialista, omiten decir como acostumbran la verdad. El gobierno bolivariano de Maduro propuso, sabiendo el contexto de disputa que existe por el oro, que fuera la Organización de las Naciones Unidas (ONU) quien se encargara de vender el oro y de adquirir con la ganancia todo lo necesario (objetos, maquinarias, medicinas, artefactos médicos) para el combate a la pandemia del COVID-19, es decir, sería mediante la ONU que ese recurso se usaría para contribuir al cuidado de cientos de miles de vidas humanas en territorio venezolano. Al respecto el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, mencionó que: “Ese oro depositado en el Reino Unido, el estado venezolano había instruido que pudiese, a través de un organismo multilateral de las Naciones Unidas, ser usado para la compra de medicinas, alimentos y enfrentar la pandemia de COVID-19; pero la respuesta del rancio imperio británico fue todo lo contrario”. Como puede notarse a simple vista, a los imperialistas y sus lacayos nada les importa la salud y la vida humana, únicamente buscan la satisfacción de sus intereses sin advertir que para conseguirlos deban pasar sobre toda una nación y sus pobladores.

El embajador de Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, ha dicho sobre la decisión del juzgado británico que: “Eso es un saqueo imperial, el Banco de Inglaterra (BoE) reconoce a Guaidó (como presidente encargado de Venezuela) que lo usan como excusa y es el instrumento que se presta para el saqueo”. No es primera vez que algo similar ocurre; como antecedentes, se tienen los casos del dinero de PDVSA y el Banco Central de Venezuela transferido a cuentas del Tesoro Estadounidense y usado para la construcción del muro fronterizo entre los Estados Unidos y México. La respuesta del gobierno bolivariano no se ha hecho esperar, y ha ordenado mediante el Ministerio Público la congelación de bienes en contra de tres de los principales representantes de Guaidó en el exterior implicados en el robo del oro; así lo refiere un comunicado: “El Ministerio Público ha solicitado orden de aprehensión y congelamiento de bienes en contra de los falsos representantes de Venezuela que han intervenido en la apropiación del oro: Vanessa Neumann, responsable de negociar junto con la élite terrorista de Voluntad Popular [partido opositor] el territorio del Esequibo a cambio del apoyo del Gobierno británico a este Gobierno de ficción y entregar el oro (…); Julio Borges, y Carlos Vecchio”; también se ha ordenado la detención de un listado de operadores en todo ámbito sometidos al deseo imperialista. Por su parte, El Banco Central de Venezuela recurrirá al Tribunal de Apelaciones para solicitar sea reconsiderada la absurda decisión y así frenar este descarado robo.

La acciones de saqueo e injerencia británica sobre Venezuela es parte de la agresión imperialista que desde hace años se comete, el robo al viejo estilo de la piratería inglesa muy conocida en América; es intolerable e impermisible, ya el gobierno bolivariano organiza la defensa de sus recursos, la opinión pública debe conocer y reconocer estos actos ilegales e inhumanos del imperialismo, las formas legaloides y políticas con que se presentan quieren distorsionar la naturaleza económica de los hechos; lo que busca Estados Unidos y sus aliados europeos así como sus lacayos al interior de Venezuela, es regresar a los años de coloniaje para la destrucción de todo bienestar social. La unidad latinoamericana es urgente para frenar, acompañando a la resistencia bolivariana, las agresiones y los atracos del imperialismo decadente.

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