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Bolivia. EEUU detrás de la división interna. José A. Amesty Rivera

Las elecciones generales en Bolivia, se realizarán el próximo año 2025, muy posible en diciembre; los votantes bolivianos/as elegirán en esa ocasión al presidente/a y al vicepresidente/a del país andino; a su vez a, 130 miembros de la Cámara de Diputados y a 36 integrantes de la Cámara de Senadores de Bolivia.

En este marco electoral, desde hace varios años, ya EEUU y sus aliados han venido llevando a cabo una intervención grosera, para eliminar todo vestigio de lo logrado por Evo Morales desde 2006 en su primera presidencia en Bolivia.

Hay dos personas norteamericanas que trabajan al interior y al exterior de Bolivia, torpedeando al país, a saber: la encargada de negocios de EEUU en la Paz desde septiembre 2023, Debra Hevia y la jefa del Comando Sur del Pentágono, generala Laura Richardson.

Richardson, es la principal protagonista y ejecutora de la diplomacia de guerra de la Casa Blanca y el Estado Profundo en Sur América (el estado profundo en los Estados Unidos, es una teoría de la conspiración que sugiere que el aprovechamiento y el amiguismo existen dentro del sistema político estadounidense y constituyen un gobierno oculto dentro del gobierno legítimamente elegido).

La finalidad de propiciar y encender una revolución interna en Bolivia la ha expresado Richardson al explicitar lo siguiente, «Bolivia tiene las mayores reservas mundiales de litio, considerado una de las prioridades estratégicas del Departamento de Defensa de EEUU (al servicio de los intereses de los principales fondos de inversión globales: BlackRock, Vanguard y otros, así como las corporaciones del complejo digital financiero) en su guerra geopolítica y geoeconómica por recursos naturales y mercados contra China, y además, el presidente boliviano, Luis Arce, impulsa un proceso soberanista de industrialización de ese metal alcalino», según el escritor uruguayo Carlos Fazio, periodista de investigación y académico universitario.

Utilizando, además, la mentira al expresar: «se le debe manejar propagandísticamente en los medios hegemónicos, como un gobierno corrupto al frente de un “narcoestado”, coartada principal desde el fin de la Guerra Fría (cuando el enemigo era el comunismo de Moscú) para encender un nuevo ciclo de violencia fratricida (como el Plan Colombia de Andrés Pastrana y Bill Clinton y la Iniciativa Mérida en el México de Felipe Calderón), propiciadora de un golpe blando, o una intervención militar directa, en interacción con el comodín de la lucha contra el terrorismo».

Es así que Bolivia se convierte en el objetivo principal de la diplomacia militar guerrerista del Comando Sur, ya que, según el Servicio Geológico de EEUU, tiene reservas estimadas en 21 millones de toneladas en los salares de Potosí.

Por tal razón, la injerencia de la generala se incrementó recientemente cuando el gobierno boliviano firmo convenios con los consorcios chinos CATL Brunp & Cmoc y Citic Guoan, y la empresa rusa Uranium One Group, de la corporación Rosatom, para la construcción de plantas piloto con el fin de producir litio en el salar de Uyuni.

Hevia, por otro lado, a lo interno de Bolivia, ejecuta acciones desestabilizadoras internas, con el fin de ejecutar un cambio de gobierno político hacia las elecciones presidenciales de 2025. Dominando los códigos de la guerra no convencional asimétrica y las operaciones sicológicas encubiertas, desplegando una estrategia de desestabilización, entre cuyos propósitos principales está la desaparición del MAS (el partido político Movimiento al Socialismo) y, con ello, borrar todo vestigio del proceso de cambio que comenzó en 2006 con el gobierno de Evo Morales en el país.

El periodista Fazio enfatiza que, «desde su llegada a Bolivia en septiembre de 2023, Hevia intensificó lo que el presidente Arce denunció como una guerra híbrida, definida como una combinación en un campo de batalla de fuerzas regulares y actores no estatales (bandas irregulares de corte paramilitar y desorden criminal), apoyados en una narrativa mediática con eje en la desinformación y la propaganda negra, el accionar diplomático (incluidas tareas de espionaje), ciberataques, sabotajes y otras herramientas desestabilizadoras».

Hevia, quien se formó en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado, que es un grupo de trabajo dedicado a las tareas de inteligencia y las operaciones especiales, ha reforzado los programas semiclandestinos de la misión, con impacto político, económico y de inmersión social en zonas marginadas de Bolivia, dirigidos a generar división interna, entre ellos, formación de liderazgo y acciones de calle, con financiamiento de la Fundación Nacional para la Democracia, el Instituto Republicano Internacional y el Instituto Demócrata Nacional (tradicionales fachadas para la subversión y los golpes blandos de los partidos Republicano y Demócrata estadounidenses.

A su vez, con el apoyo de La Fundación Libertad y Democracia, fundada en 2023 e integrada, entre otros, por ex primeros ministros y expresidentes como Mariano Rajoy, José María Aznar, Vicente Fox, Felipe Calderón, Andrés Pastrana, Iván Duque y los bolivianos Jeanine Añez y Jorge Quiroga.

La Alianza Informativa Latinoamericana, conformada por una red de cadenas públicas y privadas de televisión de EEUU e Hispanoamérica (CBS, Caracol de Colombia, Unitel de Bolivia y TV Azteca de México, entre otras); ONG bolivianas como Ríos de Pie y la Fundación Construir.

Así como el activismo del Proyecto Centurión, de la organización Grupo de Apoyo de la Iglesia Militar (vinculado con la Iglesia Bautista y Fort Bragg, hoy Fort Liberty), en zonas rurales bajo el paraguas de proyectos comunitarios.

Hevia, aún más al interior de Bolivia, busca reconstruir el brazo armado de la Juventud Cruceñista, para generar episodios violentos de calle, ha financiado las actividades de Svonko Matkovik, con antecedentes de terrorista y actual presidente de la Asamblea Legislativa de Santa Cruz por el partido Creemos.

Buscando fomentar un candidato único de la derecha para las elecciones de 2025, entre quienes se baraja a dos oriundos de esa entidad: el gobernador interino Mario Aguilera y el alcalde Johnny Fernández; y a Manfred Reyes Villa, alcalde de Cochabamba.

En fin, el portal de noticias El Radar ha reportado que, el «Centro de Estudios Geopolíticos Multidisciplinarios (CEGM), da cuenta de un nuevo plan de Estados Unidos, para llevar adelante la recolonización de América Latina y que apunta, en el caso de Bolivia, a consolidar la ruptura del MAS (también a los movimientos sociales y sindicatos que forman su base) y crear un candidato desconocido para los comicios de 2025, con el objetivo de adueñarse de los recursos naturales como el litio y las tierras raras.

El plan denominado “Simón Bolívar” fue diseñado como respuesta al avance de potencias como China y Rusia en Latinoamérica, a través de los BRICS, acrónimo de la asociación de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica».

En el caso puntual de Bolivia, «la estrategia estaría enfocada en sus recursos naturales y en la consolidación de un gobierno servil y de derecha, por esta razón Estados Unidos tiene como prioridad la ruptura del MAS buscando hacer que ese instrumento desaparezca del escenario político».

De acuerdo con los plazos del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia (TSE), el MAS tiene hasta el 7 de mayo, para renovar su directorio o corre el riesgo de ser amonestado. Según el artículo 58 de la Ley de Organizaciones Políticas, si esta organización suma tres amonestaciones podría perder la personería jurídica y, por tanto, no podría presentarse a las elecciones primarias y, luego, a las elecciones generales previstas para el año 2025.

En el contexto general, se advierte que Bolivia se encuentra rodeada de bases militares estadounidenses, las más cercanas en la frontera entre Tarija y Argentina, donde tomó fuerza el Comando Sur estadounidense.

Como vemos, EEUU, sus aliados y personajes siniestros en Bolivia, tienen sus intereses y de allí su intromisión vulgar en el país sudamericano.

 

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