Colombia y el apogeo de la rebelión
Tras una semana de manifestaciones y represión, Colombia vive el comienzo de una nueva etapa de lucha de clases, que deja atrás los primeros días de resistencia contra la reforma tributaria que el presidente Iván Duque buscó implementar, y que después de 4 días de movilizaciones sociales se vio obligado a retirar, siendo que la clase obrera y los sectores populares han decidido extender la protesta e ir gestando una rebelión que posibilite la huelga general y el derrocamiento del gobierno neofascista de Duque, quien además, se ha caracterizado por ser un claro agente sometido al deseo imperialista y un desestabilizador en la región por sus declaraciones y actos en contra de los pueblos-gobiernos de Venezuela y Cuba.
La reforma tributaria anti-obrera-popular de Duque planeaba ampliar la base tributaria para incorporar a quienes menos ganan entre los que pagan impuestos y gravar con el IVA del 19 % servicios y muchos bienes básicos, quería eliminar las exenciones en productos de alimentación e higiene, reducir el techo del gasto público e incrementar impuestos a los combustibles y al uso de las carreteras, buscaba recaudar el 2% del PIB en 2021 a través del incremento de impuestos a los trabajadores y trabajadoras, representando una clara agresión a las condiciones de vida del proletariado colombiano y de los sectores populares, ya que según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) al menos 21,2 millones de colombianos viven en la pobreza sin poder cubrir sus necesidades básicas, además, casi 3,6 millones se ubican por debajo de la línea de pobreza del año 2020, resultado de la mayor recesión económica de los últimos 120 años. En este marco, no debe olvidarse que Colombia es el cuarto país con más contagios y el quinto con más muertes por Covid-19 en Latinoamérica y el Caribe en proporción a su población, lo que deja manifiesta la insensibilidad humana del actual gobierno repudiado.
La política neoliberal-capitalista de Iván Duque y sus formas represivas neofascistas, han llevado al hartazgo social a la clase obrera colombiana, las cifras de la represión refieren por los menos una veintena de asesinados, casi un millar de heridos y un centenar de desaparecidos, en las imágenes difundidas por redes sociales puede observarse la brutalidad de la violencia de Estado, la persecución de los manifestantes y el acoso que las fuerzas represivas realizan en los barrios y colonias, las balas y los golpes están a la vista del mundo, y han obligado a que al fin la ONU, la OEA y la UE se pronuncien contra el “uso excesivo de la fuerza”, sin necesariamente condenar el genocidio que se está cometiendo. El silencio de los Estados Unidos es de suma importancia al ser Duque una de sus principales piezas en el juego geopolítico del imperialismo en la región.
El Comité Nacional de Paro en el que convergen las centrales sindicales (CUT, CGT y CTC) y otras fuerzas sociales, ha dicho en uno de sus comunicados: «reconocemos que hemos ganado una primera batalla ante la decisión del gobierno de retirar la Reforma Tributaria, pero NO hemos ganado la lucha, hasta que no se retire TODO el paquetazo de Duque que incluye la Reforma Laboral, Reforma a la Salud, Reforma Pensional, hasta que no se haga justicia por las personas asesinadas, heridas y capturadas”.
En Colombia acontece una rebelión de su importancia para toda Nuestra América, el intento de cargar la deuda-crisis sobre la clase obrera no es exclusivo, sino la continua política capitalista; toca ahora la solidaridad internacionalista proletaria-popular con el pueblo colombiano, por el fin de la opresión y para la emancipación humana.