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Desatinos políticos e inhumanos. Cristóbal León Campos

La ONU emitió una resolución en días pasados llamando a un cese inmediato de las acciones bélicas que se cometen sobre Palestina; la respuesta de Israel fue muy clara y no deja lugar a dudas -aunque aún así sigan algunos negando el genocidio-, pues intensificó los bombardeos sobre Gaza y otras ciudades, pero muy particularmente sobre Rafah, donde se encuentran reunidos más de 1 millón 500 mil palestinos, asediados por el hambre, la invasión territorial del Ejército sionista de Israel y las bombas desalmadas que caen arrasando con los hospitales, centros de salud, escuelas, templos y hogares. La propia ONU comienza a reconocer las señales del genocidio que se efectúa por el sionismo, siendo que Israel continúa impidiendo la entrada de la mayoría de la ayuda humanitaria (alimentos, medicinas, etc.) al territorio palestino, entre otras tantas inhumanas acciones, muestras claras del crimen de Lesa Humanidad que tendrá que ser juzgado. No debe olvidarse que la resolución de la ONU únicamente enfrentó una abstención, sí, justamente de los Estados Unidos, pues el imperio decadente es el principal patrocinador del genocidio con los millones de dólares que entrega al sionismo sin importar que ese capital es producido por los trabajadores estadounidense y migrantes que requieren justicia social, laboral y económica, pues aunque no se diga al interior de los Estados Unidos, la crisis económica sigue su marcha y la brecha es más grande entre riqueza y pobreza.

Por otro lado, en días pasados, el presidente argentino, Javier Milei, emitió una serie de comentarios sobre otros mandatarios latinoamericanos durante una entrevista con la cadena estadounidense CNN, especialmente sobre los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Colombia, Gustavo Petro, a quienes calificó de ignorante y terrorista, respectivamente. Lo relevante no es el desfiguro de Milei, pues en sí mismo es un desfiguro; lo preocupante es que cada vez más claramente desempeña el papel desintegrador y conflictivo en la región latinoamericana, sobre todo respecto a los gobiernos progresistas, y esto no viene a la luz como un reflejo disociado, sino que es muestra de la estrategia global neofascista que avanza y busca nuevas fisuras para alentar a las huestes ultraconservadoras, tal y como hiciera Jair Bolsonaro en Brasil, quien también jugó ese papel desestabilizador con Venezuela, Cuba y otras naciones. No es nueva la estrategia, pero no por ello debe tirarse al olvido y descartar sus efectos; tanto AMLO como Petro son figuras (se esté o no de acuerdo con ellos) en el contexto regional que han marcado sus diferencias discursivas y políticas con personajes como Milei, y en repetidas ocasiones han rechazado la injerencia estadounidense sobre los asuntos internos de sus países, siendo el mandatario argentino el nuevo fiel servidor del imperio en Latinoamérica.

Algunos medios de comunicación se hacen eco de estos desfiguros de Milei para mostrarse más serviles con la oposición mexicana y colombiana, al tiempo en que se autonombran defensores de la libertad de expresión, pero muy curiosamente esos medios y sectores conservadores no dimensionan el genocidio sionista en Palestina, la política de ocupación y exterminio que lleva más de 75 años, y sí continúan con el juego de culpar a Hamas de lo que acontece. Un desatino político e inhumano que no tiene perdón, mucho menos en estos días santos para gran parte de la humanidad…

 

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