El agua aún corre profunda
Todo comenzó en noviembre de 2020, cuando el gobierno chino detuvo la oferta pública de adquisición de acciones del Grupo Ant, propiedad del multimillonario Jack Ma. Esta empresa es «el brazo financiero» de Alibaba, el buque insignia de Ma. Todo el capitalismo, sobre todo el no chino, salió en defensa de Ma porque «los burócratas de nivel medio» se habían atrevido a ir contra el «hombre más rico de China». Y es que eso no se hace, como es sabido. Los capitalistas, en este caso chinos y no chinos, vieron cómo se fortalecía el papel del Estado «restringuiendo a la bestia del capital» (sic) en aras del desarrollo socialista y del bien público.
Fue una «represión que evidencia el poder centralizado de los comunistas», se dijo en EEUU y en la moribunda Europa aunque lo que había era una acción que se incardina dentro de la «economía de mercado socialista» de China en la que los servicios bancarios y financieros operan bajo el control estatal para el interés público. Es decir: se atajó la especulación, las burbujas financieras y todo lo que es responsable de las crisis financieras cíclicas en el capitalismo. No es que se fuese a producir algo así en China, pero de haberlo dejado se podría haber producido. Y el gobierno chino decidió actuar para que algo así no se produjese nunca.
Quíerase o no, ahora que todavía se está viviendo en la estela del centenario del Partido Comunista de China, se puede recurrir a Marx para argumentar que el control del capital es crucial para el proyecto de desarrollo socialista y que si se deja al capital a su albedrío pronto se podrá de manifiesto que sus intereses de clase superan su lealtad nacional. Mirad a vuestros países respectivos y opinad.
Aunque no se puede negar que en los últimos 40 años de China, sobre todo los primeros 30 años de esos 40, el capitalismo fue crucial para impulsar el desarrollo de la China de hoy. Pero a un gran costo al que ahora parece que se le están poniendo cotos. Reconocer esto es puro materialismo histórico.
Como somos unos paletos egocéntricos que solo nos miramos el ombligo, occidental, por supuesto, no sabemos que en China hay una gran escuela de escritores de ciencia-ficción. Uno de ellos es Liu Cixin que en una de sus novelas imagina un capitalismo total que monopoliza todos los recursos del planeta, incluidos el aire, el agua y la tierra. Como la gente quiere vivir, paga por el uso de todo ello. No sé yo si esto es ciencia-ficción o es una novela premonitoria sobre lo que se avecina. Pero esto es lo que se cortó de raíz con la acción contra Ma. Porque si en China hay «capitalistas patriotas» como dicen algunos de ellos que son, es temendamente difícil que estos individuos traicionen a su clase porque no hay clase que traicione sus intereses y ganancias. Para el capitalismo no hay patria, solo bolsillo. Donde haya gente buscará ganancia y hará todo lo necesario para ello.
El capital, en cualquier país Occidental, ejerce una gran influencia sobre la escena política del Estado y en la moribunda Europa es evidente que los gobiernos tienen poca autoridad frente a él. Incluso colapsan cuando el capital decide que el gobierno de turno ya no sirve bien a sus intereses. Dentro de poco podemos ver algo parecido en Alemania.
Aparte de todo esto, el capitalismo deforma la mente de las personas. En China también. Su crecimiento es incuestionable, hasta convertirse en la primera potencia económica de hoy día, por mucho que todavía se diga por ahí que es EEUU y que China no lo será hasta el 2028, pero siendo ello incuestionable China también ha perdido muchas cosas en términos de filosofía y valores. El consumismo ocupa, como en nuestras sociedades, un lugar central. La mentalidad frívola, ansiosa y desinteresada, también. Los sueños burgueses son casi los mismos que en Occidente. Pero, a diferencia de en otras partes, en China hay mucha resistencia. Tanta, que obliga al gobierno a dar un golpe de timón.
Y es por eso por lo que el capitalismo, en China, tiene muchas dificultades para expandirse sin restricciones. El Estado lo vio a tiempo con el caso Ma. Y actuó. Pero no se ha quedado ahí. Ahora ha arremetido contra el muy lucrativo sector de la educación privada.
Esta semana China ha aumentado los fondos y los medios a su sector público de enseñanza y ha fortalecido su control sobre el sector de la educación privada.
En China la educación está muy por encima de la media de cualquier país (algún día os lo explicaré) y las academias privadas, los cursos de apoyo y preparación a los exámenes y la educación competitiva llevan mucho tiempo haciendo su agosto. Hasta ahora. Los nuevos ricos, obsesionados con el éxito de su prole, no tienen reparos en gastar lo que sea para que se hagan un huequito entre la élite. Esto ha permitido que haya gigantes de la educación similares a Ma y algunos de ellos son quienes tienen como referencia el modelo educativo de EEUU.
Pero llegó el comandante y mandó parar, parafraseando a Carlos Puebla hablando de Fidel Castro. El gobierno chino acaba de aprobar una ley que restringe bastante los privilegios de que gozaba la enseñanza privada. Hasta tal punto, que las ondas de esta ola de choque se han sentido en… EEUU. Una pequeñísima reseña que vi el otro día decía que las pérdidas que iba a causar la nueva legislación para la enseñanza privada superaría los 1.300 millones de euros solo en las empresas punteras con relación con EEUU.
El gobierno chino no solo está recuperando textos escolares de contenido propio, alejándose del «modelo occidental», sino que está acotando también este campo tan importante de penetración del capitalismo en las nuevas generaciones. Prácticas que hasta ahora eran si no alentadas sí toleradas se tienen que tentar la ropa. Y ¿sabéis qué día se ha aprobado la nueva ley? El 26 de julio, otra fecha emblemática en otro país: Cuba.
(Publicado en el blog del autor, el 27 de julio de 2021)