El bloqueo imperialista al pueblo cubano tiene el capítulo de la guerra energética. Ramón Pedregal Casanova
Tras la avería de 2004 en la Termoeléctrica Antonio Guiteras, el Comandante Fidel puso sobre la mesa y en marcha la Revolución Energética, había que superar las heridas causadas por el “periodo especial” y aumentar la capacidad energética para suministrar al país. Se recordará cómo el cambio llegó a las casas donde se cambiaban los objetos de consumo eléctricos por otros que ahorraban energía, se buscaba la sostenibilidad y se tomaron medidas para mejorar el sistema eléctrico del país. Se buscó el gas, petróleo, generadores para casos de emergencia y la economía se puso en paralelo, y el desarrollo se planteó a futuro dentro de las fuentes de energías renovables. Los problemas actuales se vienen tratando desde entonces, pero el bloqueo impide la adquisición de la más mínima materia, sea combustible o maquinaria, para adecuarlo todo al desarrollo por el que Cuba asciende a pesar del enemigo tan criminal que prefiere un genocidio a dejar en paz al pueblo cubano.
Entre las dificultades no podemos olvidar las añadidas por las 240 medidas bloqueadoras añadidas por el terrorista Mike Pompeo, que fue jefe CIA y luego miembro destacado del aparato de guerra imperial, descubierto ante el mundo como criminal por el héroe Julián Assange al mostrar lo que hacían sus pupilos en Irak. Pompeo les mintió, engañó y robó para que Cuba fuese incluida en la imperialísima lista de “organizadores del terrorismo”, la lógica del criminal es culpar al inocente para desviar la atención, y así hizo. Es el mundo al revés, el criminal hace de la víctima el culpable. Desde entonces Cuba es mostrada por el criminal en tales condiciones, con lo que justifica su mayor esfuerzo para romper el cuello de la Revolución, y es que como ha declarado el dirigente Díaz Canel: “La Revolución va contra la lógica imperial.”
Esa lista tan ignominiosa de un trumpista acompaña a los 240 golpes más que llevan la firma de Trump contra la vida del pueblo de Cuba, sufriente desde los años 60 del siglo pasado del acto de guerra, así lo califica la Ley Internacional. Todo un individuo conocido por su corrupción económica al mismo Estado estadounidense, él mismo ha declarado cuántas veces y cómo lo ha hecho, y su carrera en el campo de la prostitución bien conocida y denunciada por sus acosos y abusos a numerosas mujeres, por su asesinato del General Soleimani, por su traslado de la embajada de EE. UU. a Jerusalén contra el Derecho Internacional, por su corrupción de las monarquías árabes dispuestas a traicionar al Pueblo Palestino, y tantas cosas indeseables por el mundo. Curioso que vaya a estar de vuelta sustituyendo al viejo senil que se jacta de haber bombardeado Yugoslavia, fue en 1991, recién caída la URSS, y desde entonces la OTAN al no tener oponente, aceleró para ponerse en las fronteras de Rusia y provocar la guerra de Ucrania contra quien proponía paz.
Pero ¿qué tiene que ver eso con lo que acontece en Cuba?: el bloqueo se agudiza si el imperialismo ve la posibilidad de destruir la Revolución. Trabajó contra la URSS y por una combinación de factores la URSS desapareció, y el ansia criminal del imperio sigue en su empeño después de aquella caída, que no conquista. Así hemos visto las múltiples trampas y agresiones de la máquina de matar más grande de la Historia Humana, y Cuba resiste.
El gran dirigente revolucionario Díaz Canel ha explicado los acontecimientos del 17 de marzo en un distrito de Santiago, en un barrio de Bayamo y de El Cobre, y ha expuesto cómo funciona la gran democracia cubana: los responsables de cada lugar salieron a la calle a dar todo tipo de explicaciones y las soluciones que se estaban poniendo en marcha. Así hemos sabido que venían dando solución a los problemas y ese mismo día y al día siguiente iban a estar ya en Cuba materiales energéticos para resolver parte de los problemas, y que el enemigo no había dispuesto de información de ello hasta el último momento y se había lanzado la provocación buscando crear una situación que paralizase la operación. Es así como, aprovechando una protesta legítima pero que no era contraria a la Revolución, sería aprovechada para lanzar con medios virtuales desde EE. UU. la campaña contrarrevolucionaria conductora de todo tipo de falsedades sobre lo acontecido. La base del intento de matar a la Revolución está en los planes de aquel Malory que dejó escrito el fin del bloqueo criminal: “provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.”
Las palabras del Presidente Díaz Canel son la lección a tener siempre presente: “El enemigo nos quiere ver enfrentados, al enemigo no le interesa solucionar los problemas de Cuba.” No cabe la menor duda.
(Publicado en Rebelión, el 23 de marzo de 2024)