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El penúltimo crimen estadounidense contra la democracia

Para ser honesto, desconozco la institución internacional que reparte diplomas de democracia a los países de esta tierra condenada a su extinción por el capitalismo imperialista neoliberal. A lo largo de la historia reciente, el gobierno estadounidense ha ejecutado numerosos golpes de estado en una gran cantidad países a lo largo y ancho del planeta en colaboración y complicidad con las clases dominantes nacionales ligadas a la derecha extrema y a fuerzas militares golpistas. Este terrorismo democrático lo han llevado a cabo tanto administraciones demócratas como republicanas y lo acreditan sus propios documentos desclasificados al cabo de 50 años. Cada vez que Joe Biden dice que actúa en defensa de los derechos humanos (DDHH) dan ganas de aplicárselo a él directamente. Sólo hace falta recordar, por ejemplo, los países que quieren continuar el bloqueo criminal a un país soberano como Cuba: Estados Unidos, Colombia e Israel. Tres grandes democracias según el mundo (in)civilizado.

Si ese organismo desconocido que certifica democracias te dice que eres una democracia, entonces puedes actuar libremente contra tu pueblo eliminando a activistas sociales, opositores y todo tipo de elementos sospechosos de ser socialistas o comunistas. Por esa razón, en Colombia o Israel las fuerzas militares y/o policiales pueden asesinar impunemente sin que Estados Unidos y sus lacayos (Unión Europea incluida) ponga en duda su actuación democrática. La estrategia que emplea es muy parecida cuando hay un proceso electoral en países que no se pliegan a los intereses norteamericanos y quieren gestionar sus recursos aplicando la soberanía nacional: se organizan revueltas violentas que los medios de distracción masiva convierten en opositores defensores de la democracia, perseguidos por el gobierno de turno. Un ejemplo claro de esta estrategia en contra de la democracia es Venezuela, donde un personaje que no conocía nadie en el mundo se autonombra presidente y el organizador de las guarimbas, causante de casi 50 muertes entre población civil y policías, se convierte en un ejemplo de lucha contra la democracia venezolana. Es lamentable que España haya aceptado a ese criminal como perseguido político cuando debería ser juzgado por sus crímenes en Venezuela.

Pero hablemos del próximo crimen estadounidense contra la democracia: Nicaragua. Faltan pocos meses para que se celebren las elecciones en ese país y ya están todos los medios de (des)información masiva publicando que auténticos terroristas financiados por Estados Unidos y sus adláteres (UE incluida) están luchando contra la dictadura de Daniel Ortega y su gobierno los persigue y los juzga. Cuando de acuerdo a las leyes electorales nicaragüenses aún no son candidaturas para la presidencia del país, un medio francés como Le Monde (17 de junio de 2021) publica que “una espiral represiva decapita a la oposición” cuando la realidad es que se les acusa de lavado de dinero, no declarar ingresos de fondos extranjeros, por pedir sanciones económicas contra Nicaragua y por colaborar con fuerzas extranjeras hostiles.

¿Qué hace ese país paladín de la democracia cuando alguien atenta contra su país? Pues lo encarcela y lo ajusticia de acuerdo a sus leyes soberanas que, curiosamente, sí son democráticas (Julian Assange, por ejemplo, o en España con un gobierno autonómico acusado de sedición sin pegar ningún tiro ni realizar ninguna acción armada encarcelado y ajusticiado).

La siguiente fase ya ha comenzado, como la derecha extrema que defiende los intereses de la clase dominante y de las corporaciones no tiene posibilidades de ganar en el proceso electoral, pues se deslegitima antes y da igual el resultado porque ya han ganado: si ganan las elecciones entonces son un país democrático y si las pierden entonces se convierten en una dictadura. Para ello no dudarán en amenazar, asesinar, provocar disturbios, etc. con la injerencia extranjera y de los medios de (des)información nacionales e internacionales. Ejemplos no faltan, Bolivia (insurrección militar), Brasil (“lawfare”), Venezuela (como han perdido las elecciones, es una dictadura, también Perú), Ecuador (tras una campaña difamatoria contra el UNES, una actuación del organismo electoral más que dudoso, ya es democracia porque lograron darle la vuelta a los resultados de acuerdo a los intereses extranjeros). La mano que mueve todos los hilos tiene un componente común: Estados Unidos y sus lacayos.

Finalmente, recordemos cómo y dónde establecen democracias sus defensores de extrema derecha: Irak, Libia, Siria, Chile, Bolivia, Irán, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bielorrusia, etc. El próximo país puede ser el tuyo. La alianza internacionalista contra estos criminales es una necesidad que debemos de hacer realidad lo antes posible.

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