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La ceguera y el servilismo de la izquierda ni-ni con respecto al imperialismo y ahora con Ucrania. Iñaki Urrestarazu.

En referencia al artículo “Euskal Herria, la corrupción del antiimperialismo al servicio de Rusia” de Aitor Aspuru y Omar Lopez, publicado en Naiz hacia el 11 de abril de este año.

Un artículo que, plagado de insultos, critica a la manifestación antiOTAN y antiimperialista del 11 de marzo en Bilbao y a sus convocantes, realizada en el 37 aniversario del No a la OTAN de Euskal Herria con ocasión del Referéndum sobre la permanencia en este organismo. Todo en base a una paranoia antirrusa y a un desconocimiento absoluto de lo que es el imperialismo y de lo que está suponiendo para los pueblos de Europa y del mundo.

Un artículo, que se puede ubicar en la senda que ha tenido la izquierda ni-ni desde hace años, desde una supuesta neutralidad (ni Gaddafi ni OTAN, ni Assad ni OTAN, ahora ni OTAN ni Putin), de apoyar de hecho las intervenciones, amenazas, chantajes, revoluciones de colores y brutales agresiones del imperialismo, tanto en Libia, como en Siria, como en Yemen, como en Afganistán, como en Irán, como en Líbano, como en Venezuela, como en Nicaragua, como en gran parte del mundo. Y todo supuestamente bajo el paraguas de su pretendido antiimperialismo

Empieza diciendo que la (manifestación) “se trataba más de una adhesión por omisión a la agresión de Rusia contra Ucrania y una validación de su narrativa bélica supuestamente antifascista, que de una denuncia de las nefastas consecuencias del imperialismo”

En esa denuncia del imperialismo por parte de los convocantes se hacía de entrada un análisis –cosa que en ningún caso hacen los autores- de la grave crisis que está teniendo el capitalismo y el imperialismo por la baja tendencial de la tasa de beneficios, por la sobreacumulación de capitales que no saben donde invertir para rentabilizarlos, aparte de en el mundo de las finanzas -que es el pez que se muerde la cola- sin generar ni valor ni riqueza, para lo cual necesitan “reestructurarse”, ampliar los mercados y el acceso a los recursos y a la energía, y por tanto, realizar un nuevo reparto del mundo. Y Rusia siempre ha estado entre los objetivos. Junto con el resto del mundo, por supuesto.

Hagamos un pequeño recorrido histórico del imperialismo para ver más claras las cosas

Ya antes de la caída de la URSS, el imperialismo norteamericano hizo suya la teoría del geógrafo ingles Harold Mackinder de hacerse con el control de Eurasia como manera de controlar el mundo, idea que fue recogida después por el Consejero de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, que fue el que promovió la primera guerra contra Afganistán de 1979-92, contra su gobierno de izquierdas y como trampa contra la URSS y por venganza de la gran derrota en Vietnam.

Tras la caída de la URSS el imperialismo norteamericano vio su gran oportunidad para expandirse hacia el este europeo, hacia la misma Rusia y hacia el mundo. Como decía Atilio Boron, en referencia a altos funcionarios norteamericanos que expresaban que no importaba que Rusia fuera capitalista, socialista o comunista, que lo importante era que tenía mucho petróleo, mucho gas, muchos recursos, mucho territorio, mucha población y gran poderío militar y que por tanto había que dominarla y trocearla. De la mano de Yeltsin, el imperialismo norteamericano y sus satélites organizaron un auténtico desmantelamiento de la economía y de la sociedad rusa (industria, servicios, enseñanza, sanidad, banca, etc) y de sus estructuras políticas, con unos impactos sociales brutales en la sociedad rusa –con seis millones de muertos- hasta que llegó Putin en 1999, que les paró los pies.

Paralelamente, la OTAN, sin disolverse, a pesar de la disolución del Pacto de Varsovia, su supuesto enemigo, participó activamente en la destrucción de Yugoslavia en los años 90, y trató de debilitar a Irak en la primera guerra del Golfo de 1991, a quien ya había utilizado en la guerra de 1980-88 para enfrentarse al Irán que había derrocado al Sha y heredado su armamento y “matar dos pájaros de un tiro” debilitándolos a ambos países.

Con la caída de la URSS se produjo también una explosión de teorías por parte del imperialismo para ver cómo seguir dominando el mundo. Apareció el concepto de “Nuevo Orden Mundial” de Bush padre, en 1991, la doctrina Wolfowitz de la DEFENSE POLICY GUIDANCE sobre la hegemonía USA, la teoría del “Caos constructor” de Leo Strauss en 1996, el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC) de 1997, y el “Derecho de intervención” establecido en la cumbre de la OTAN de 1999. Tras el autoatentado del 11-S de 2001 orquestado por los EEUU en colaboración con el ISI (Servicio de inteligencia) de Pakistán y Arabia Saudita, se produjo una vuelta de tuerca en la dominación imperialista mundial.

Tras ello se inicia la “Guerra contra el Terror” diseñada por el almirante Cebrowsky que se plasma en la invasión de Afganistán en 2001 y de Irak en 2003. Pero las pretensiones eran mayores. Tal como reveló el General Wesley Clark, excomandante de la OTAN, tras el 11-S se planificó invadir y destruir 7 paises en cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Sudán, Somalia e Irán. Proyectos que prácticamente se plasmaron salvo el de Irán.

Paralelamente se fue produciendo como acoso a Rusia la expansión de la OTAN hacia el Este, contraviniendo la promesa de no hacerlo a cambio de la disolución del Pacto de Varsovia. De 16 países de la OTAN en 1962 se pasó a 30 en 2017, ampliándose en 14 países de la ex Unión Soviética.

Luego vinieron las Guerras de colores orquestadas por el imperialismo para tumbar gobiernos no amigos: Serbia 2000, Georgia 2003, Ucrania 2004, Líbano 2005, Ucrania 2014 y un largo etcétera. Asimismo el Plan de Remodelación del Oriente Medio de 2004 para fraccionar y debilitar los países de Oriente Medio, que se quiso iniciar con la guerra de Israel contra Hezbollah en Líbano en 2006, pero que ante la tremenda derrota sufrida por los sionistas tendrán que retrasarla. Y volverán a la carga con las Primaveras árabes de 2011, otra gran farsa, al estilo de las revoluciones de colores, para poner en el poder a la secta proimperialista siempre fiel de los Hermanos Musulmanes. Las Primaveras árabes desembocaron en el ascenso y después caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto y Túnez, y en las guerras de agresión de la OTAN y aliados contra Libia, Siria y Yemen entre otras. Es de mencionar también el Imperialismo “humanitario” o la llamada “Responsabilidad de proteger” (RP2) en 2005, es decir el “derecho” a intervenir en cualquier país bajo el pretexto de defender los derechos humanos.

La guerra de Ucrania

Dicen e insisten como idea central, en toda la propaganda de guerra de la OTAN, todos los medios de comunicación al unísono, la UE, las instituciones occidentales y todo el coro de la izquierda ni-ni, incluidos los autores del artículo, que ha sido Rusia el agresor, y que Ucrania es la agredida. Pero eso no es así, porque Rusia no ha hecho más que reaccionar ante un acoso letal y existencial por parte de la OTAN y la UE, para destrozar el país, llevarlo a la ruina, trocearlo y expoliar sus recursos y sus fuentes energéticas.

Como hemos dicho, desde la caída de la URSS se está produciendo un avance continuo e ininterrumpido de la OTAN, mediante sobornos, chantajes, presiones y promesas, hacia el este, hacia las mismas fronteras de Rusia, ampliándose a países de la antigua Unión Soviética. Todo ello apoyado por una política de la OTAN tremendamente provocadora, del incremento sin cesar de presupuestos militares, armamento sofisticado, pesado y de aviación, y armamento nuclear (presente ya en países como Bélgica, Italia, Alemania, Rumania y Turquía) y de gran cantidad de tropas en todos los países fronterizos con Rusia. A lo cual se añade una política de espionaje constante.

La agresión y los preparativos de guerra contra Rusia vienen de muy lejos. La guerra contra Rusia era inminente. Antes fue contra la URSS. El nazismo de Hitler creció en parte gracias al apoyo occidental, la Segunda Guerra Mundial fue un enfrentamiento entre la URSS y el nazismo, en el que Occidente se situó detrás de las barreras dejando que se mataran, Cuando la URSS ya había ganado la guerra –con 30 millones de muertos y grandes destrucciones- vino el paripé del desembarco de Normandía. Y finalizada la guerra, la mayor preocupación de Occidente fue frenar a la URSS para lo que reclutaron a gran cantidad de nazis que los incluyeron como cuadros de la OTAN y como miembros de la red terrorista Gladio. Occidente nunca ha roto con el nazismo. Lo ha utilizado y lo sigue utilizando como fuerza de choque contra la URSS al principio, contra el comunismo y contra Rusia ahora, al igual que ha creado y utilizado a Al Qaeda y/o al ISIS contra Afganistán primero, luego en Yugoslavia, Siria, contra Irak, contra Yemen, y para desestabilizar países en Africa y Asia, y justificar intervenciones militares.

Así, el golpe de Estado de febrero de 2014 del Maidan, impulsado por la OTAN y EEUU se ha realizado con la importante ayuda de nazis ucranianos y europeos, con grandes capitales occidentales y armamento también occidental, para convertir Ucrania en una plataforma para una guerra a muerte contra Rusia. Para convertir Ucrania en un régimen nazi dentro de la OTAN, con armamento nuclear y sofisticado, con armamento químico y biológico –como lo han demostrado la gran cantidad de laboratorios encontrados-, con gran cantidad de bases militares y en una base de lanzamiento de misiles a ocho minutos de Moscú.

La principal resistencia producida en Ucrania frente el golpe de Estado del Maidan han sido el Donbass y las zonas de habla rusa del este de Ucrania. Lo cual les ha supuesto convertirse en el blanco de grandes y continuadas matanzas contra ellos, con toda una serie de discriminaciones prohibiéndoles el uso de su idioma, su cultura, el poseer escuelas en su idioma, etc. En los enfrentamientos producidos entre Ucrania y el Donbass, se produjeron los Acuerdos de Minsk que, además de establecer en principio altos el fuego, abrían la perspectiva de llegar a poseer algún tipo de autonomía en Ucrania. Pero ni se cumplieron ni hubo intención de hacerlo por parte de Ucrania, y como lo han reconocido posteriormente, en realidad fue una estratagema para ganar tiempo y armarse para los ataques previstos contra el Donbass y contra Rusia. En este proceso las regiones del Donbass optaron, aplicando el derecho de autodeterminación, primero en convertirse en Repúblicas autónomas y después, de solicitar su incorporación a Rusia. Cosa que fue aceptada por Rusia. Lo cual supone por otra parte, que estas regiones son parte integral de Rusia.

Rusia antes de lanzar su Operación Especial en febrero de 2022, quiso negociar con la OTAN y con los EEUU, en diciembre de 2021, unos acuerdos de seguridad mutuos de sus fronteras, reclamando como es muy lógico, la neutralidad de Ucrania, y su no integración en la OTAN, como garantías mínimas de seguridad para Rusia. Pero la respuesta de la OTAN y EEUU fue negativa, diciendo que Ucrania tenía todo el derecho a adoptar las alianzas que quisiera. Es decir que la OTAN seguía con sus planes de guerra y agresión contra Rusia. Y ante los planes de agresión contra el Donbass y contra la misma Rusia, y el desamparo de esta región frente al nazismo ucraniano, es cuando se produjo el ataque ruso antes de que fueran masacrados los habitantes del Donbass y antes de que se consumara la integración de Ucrania en la OTAN, produciéndose un desequilibrio estratégico letal en contra de Rusia, poniéndose en cuestión la propia supervivencia de Rusia.

La propaganda de guerra de la OTAN ha sido una intoxicación gigantesca y permanente sobre las supuestas “barbaridades” rusas –que casi siempre eran de los ucranianos pero atribuidas a los rusos-. Así, las supuestas matanzas de Bucha, y otras que eran realizadas por los propios ucranianos. Mentiras sobre las cifras de bajas, mentiras sobre los supuestos errores o incompetencias rusos. Lo que se ha visto claramente es el carácter nazi del régimen ucraniano, que maltrataba o mataba a sus propios ciudadanos por colaborar o pensar a favor de los rusos, prohibiendo los partidos de izquierda, las practicas ortodoxas, el 1 de mayo, atacando la central nuclear de Zaporiyia con los riesgos que eso suponía, y utilizando a los civiles como escudos humanos al instalar cuarteles y armas pesadas en los recintos de viviendas, escuelas u hospitales y utilizando a sus soldados como carne de cañón, cuando muchas veces eran reclutados a la fuerza en auténticos episodios de cacería. Todas las guerras suponen siempre violencia y muerte, pero en el caso ruso se han cuidado muy mucho de producir el mínimo de víctimas civiles, atacando infraestructuras estratégicas y cuidando también mucho la seguridad de sus propios soldados.

Esta no es una guerra de Rusia contra Ucrania, sino que es una guerra de la OTAN contra Rusia utilizando a la Ucrania nazi como soporte y como plataforma contra Rusia. Toda la guerra ha sido dirigida en todo momento por la OTAN, por los cuadros y la inteligencia de la OTAN, importándoles un bledo los soldados ucranianos. Hasta que no quede ningún soldado ucraniano. Es increíble cómo la OTAN se ha identificado con el régimen nazi de Ucrania en contra de Rusia hasta el punto de decir que si Ucrania pierde la guerra, la pierden también ellos. Es normal porque la Ucrania nazi es una pieza fundamental de la estrategia de la OTAN contra Rusia. Y con ello es de destacar el gigantesco apoyo económico y militar que están dispensando la OTAN y la UE, con enormes cantidades de armamento cada vez más pesado y sofisticado y con cientos de miles de millones de dólares para sostener la guerra y el propio Estado ucraniano. Con la guerra en Ucrania contra Rusia la OTAN pretende reactivar el nazismo, no solo en Ucrania, también en toda Europa, así como activar a la OTAN en esa dinámica antirrusa, que en cualquier momento puede estallar en forma de guerra mundial.

Y ¿qué decir de la clase obrera ucraniana y de la clase obrera rusa incorporadas a la guerra? Pues que están en situaciones muy distintas. La clase obrera rusa incorporada a la guerra está defendiendo en definitiva la soberanía de Rusia, de su país, un país amenazado de destrucción por el imperialismo, un país capitalista sí, pero que tiene al menos ciertas libertades y en el que el Partido Comunista y otros partidos de izquierda están legalizados. Pero ¿a quién defiende la clase obrera ucraniana incorporada a la guerra? Defiende a un régimen nazi y sobre todo a la OTAN, el brazo armado del imperialismo, en unas condiciones tremendas de amenaza, control y represión dirigidos por todas las salvajes milicias nazis que son las que ejecutan las ordenes de la OTAN, -no hay más que ver cómo son cazados como ratas los insumisos para llevarlos a la guerra o al matadero de Bajmut como carne de cañón o cómo son reenviados de los países aliados de Ucrania, de los países de la OTAN a los que se habían fugado, a Ucrania para ir a la guerra-. La clase obrera ucraniana –tanto la militarizada como la no militarizada- se encuentra bajo un régimen que reprime, tortura y mata a todo el que sea filorruso, a todo el que no apoye al nazismo y a todo el que sea de izquierdas, sean soldados o civiles, y defendiendo a un país donde los partidos de izquierda están prohibidos y donde los personajes nazis como Stepan Bandera son considerados como héroes nacionales. Defienden a un régimen que tortura, denigra y mata también a los soldados enemigos, a los soldados rusos una vez apresados, a diferencia del trato de respeto que dan los soldados rusos a los prisioneros ucranianos, aplicando los Tratados de Ginebra de respeto a los presos.

Por otra parte, la OTAN no quiere, no ha querido en ningún momento la paz, quiere continuar la guerra contra Rusia, y más cuando es una guerra en que los que mueren son los soldados ucranianos, no soldados de la OTAN. A diferencia, una vez más, de Rusia, que pone sus propios soldados en la guerra. Hubo algún intento de acuerdo de paz al principio, pero la OTAN rápidamente se echó para atrás y apareció muerto uno de los negociadores ucranianos más proclives a la paz. Y precisamente porque no quieren la paz, es por lo que la OTAN –y la UE- están azuzando constantemente la guerra con el envío constante de grandes cantidades de armas y de dinero. Rusia no quiere conquistar Ucrania, ni anexionarse Ucrania. Nunca lo ha pretendido. Lo que Rusia solicitaba y solicita, son dos cosas muy sencillas en realidad, es que Ucrania sea neutral y no entre en la OTAN, como condición de seguridad de las fronteras y de Rusia, lo que implica evidentemente que Ucrania no se militarice o se desmilitarice y que los criminales nazis queden apartados y minorizados, y que se respete a la población de habla rusa y de cultura rusa, la de Donbass y regiones anexas. Con ello no hubiera habido guerra, pero la OTAN y el régimen nazi de Ucrania se negaron y se niegan. Y así estamos.

Y hablando de guerra, habría que aclarar sobre todo para todos estos vociferantes del NO a la GUERRA, no a cualquier guerra, ni-nis casi siempre, que todas las guerras no son iguales. Como defiende el marxismo y lo hacía Lenin, hay que estudiar cada guerra en concreto. Porque no es lo mismo una guerra de agresión, que una guerra de defensa, no tiene la misma legitimidad una guerra provocada por potencias agresoras contra un país para anexionarse el país, para destruirlo o para provocar un cambio de régimen, que una guerra de autodefensa, impulsada por las fuerzas democráticas y populares del país, para defenderse de una agresión externa (casos de Siria, Libia, Yemen…y este de Ucrania por parte de Rusia) Y a este caso se puede asimilar una guerra de autodefensa por parte de las clases oprimidas de un país contra las explotadoras que recurren a la violencia para instalar el orden burgués, lo que sería una guerra civil.

Otro de los objetivos de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania y de sus derivados, como las sanciones económicas impuestas a Rusia, y la exigencia por la OTAN a sus socios de no suministrarse de energía rusa, ha sido la de disciplinar a la UE a las ordenes de EEUU, la de debilitarla, la de que rompa sus relaciones con Rusia, porque una alianza de la UE, más bien de Europa occidental con Rusia, podría crear una potencia económica, que se convertiría en otro enemigo, en otro obstáculo para la hegemonía de los EEUU. Toda la crisis económica surgida como consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia, ha sido un efecto boomerang de las sanciones contra Rusia que ha afectado a la propia UE, a todos los países de Europa occidental y sobre todo a las clases trabajadoras europeas y a los pueblos europeos, que son los que más están sufriendo en sus propias carnes las consecuencias.

¿Es Rusia imperialista?

Los autores del artículo insisten todo el rato en que algunos antiimperialistas nos hemos equivocado, nos hemos incluso “corrompido” por acusar solamente a la OTAN y a la UE de la guerra y por “defender” a Rusia. Una de las mejores formas de aclarar el tema es comparar el imperialismo norteamericano y sus prácticas con el supuesto imperialismo ruso y las suyas.

Por una parte, los EEUU y sus subalternos en el escalafón del imperialismo (GB y UE, Australia, Canada, Japón e Israel), cumplen de pe a pa, todas las condiciones que analizaba Lenin como condiciones determinantes del imperialismo como eran que 1) la concentración de la producción y del capital que se ha desarrollado hasta tal punto que ha creado monopolios que desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) los bancos y su nuevo papel; 3) la fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero” de una oligarquía financiera; 4) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia relevante; y 5) los grandes monopolios capitalistas internacionales se reparten el mundo.

EEUU desde la II Guerra Mundial en que sucedió a GB en la hegemonía mundial, y creó las grandes instituciones financieras mundiales y la OTAN, y mas tarde la UE, ha sido una larga historia de cientos de guerras y matanzas contra países soberanos, contra colonias y excolonias, en América, en África, en Asia, en Oriente Medio y en Europa; una historia de golpes de Estado, de asesinatos de lideres políticos, de ocupaciones de países, de guerras de colores para derrocar gobiernos, de Primaveras árabes con el mismo objeto, de creación de organizaciones terroristas como Al Qaeda y el ISIS también para destruir países, derrocar gobiernos o en su caso desestabilizarlos para justificar su presencia militar en ellos y su control, de utilización del nazismo contra el comunismo y Rusia, de creación de la Red terrorista Gladio; una historia de la utilización de las grandes instituciones económicas internacionales controladas por ellos para extorsionar a los países del Sur Global y asfixiarlos y chantajearlos con la deuda.

EEUU tiene un presupuesto militar (800.000 millones de $, 1 billón contando el de la OTAN), la mitad casi de la del resto del mundo, con 800 o 1000 bases militares extendidas por todos los continentes, con armamento nuclear en países de Europa, el control de los mares y océanos, de las rutas marítimas y principales estrechos, del espacio, miles de ONGs financiadas con su presupuesto, para manipular, comprar y destruir a sus no amigos, con sistemas de control social y de espionaje sobre todo el mundo incluidos sus aliados, y todo con el objeto de mantener su hegemonía mundial, de hacerse con todos los recursos, las fuentes energéticas y mercados, rodeando militarmente a sus grandes opositores como son Rusia y China.

Frente a ello se encuentra Rusia que no cumple ninguna de esas condiciones del imperialismo. El peso de los monopolios en Rusia es prácticamente nulo: según los datos de Forbes, Rusia tiene solo 4 en el top 100, solo 6 en el top 600 y 25 en el top 500. Las ventas de las 25 corporaciones rusas totalizan 5 568 millones, solo el 1,45% del total. Sus activos financieros representan el 1% del total. La productividad laboral de Rusia, es menos de la mitad de la tasa promedio de la Union Europea (25,4 frente a 53,4). La productividad laboral de Rusia es el 36% del nivel de EEUU que es de 69,9.

En cuanto a la producción manufacturera en términos de dólares, Rusia ocupa el número 15 del mundo detrás de la India, Taiwan, México y Brasil. En cuanto a las exportaciones de Rusia se basan principalmente, como las de los países del Tercer Mundo, en exportación de materias primas (petróleo, gas y metales) y no en productos de alto valor añadido o servicios técnicos intensivos de conocimientos o servicios financieros como EEUU y la UE, teniendo que importar buena parte de la maquinaria.

En cuanto a exportación de productos de alta tecnología Rusia ocupo en puesto numero 31, muy lejos de las principales potencias industriales. En cuanto al peso del capital bancario y financiero internacional, entre 100 principales bancos del mundo, Rusia solo tiene uno, en el puesto 66. Rusia no exporta prácticamente capitales destinados a la inversión, lo que si tiene es una hasta cierto punto importante fuga de capital a paraísos fiscales como Chipre y las Islas Vírgenes por parte de la oligarquía, cuya creación fue propiciada por EEUU cuando el desmantelamiento de la economía rusa tras la caída de la URSS, apropiándose de las ventas a saldos.

En cuanto a la riqueza financiera media anual calculada por Credit Suisse, es de 38.110 dólares y la de Rusia es de 8.843, muy baja, lo que equivale a 2,6% de la riqueza financiera promedio de los adultos en comparación con los EEUU. En lo que si adquiere Rusia cierta importancia es en el tema militar, basado en necesidades de autodefensa y con una industria heredada fundamentalmente de la URSS. Pero este factor solo, no lo convierte para nada en imperialista. Rusia tiene solo 12 bases en el extranjero, y solo dos fuera de la antigua Unión Soviética, en Siria y Vietnam, frente a los 800 o 1000 de EEUU. El presupuesto militar de Rusia para 2022 es solo de 61.700 millones de $ frente al de 860.000 millones de $ de los EEUU, lo que representa menos del 10% del de EEUU y y poco más del 5% del de la OTAN.

Rusia ha intervenido en otros países (Yugoslavia, Georgia, Ucrania, Siria) pero no a la manera de los países imperialistas, que están motivados para apoderarse de los recursos naturales y la riqueza. Rusia tampoco ha organizado golpes de Estado en otros países, como lo hacen constantemente los países imperialistas. Rusia tuvo una intervención muy limitada en la antigua Yugoslavia cuando lasa fuerzas rusas actuaron como policías blandos para la OTAN. Rusia intervino en Georgia a favor de la Osetia del Sur y Abjasia prorrusas frente a los ataques de Georgia de 2008 impulsados por los EEUU.

En cuanto a la intervención de Rusia en Siria a partir de 2015, lo fue a instancias de las demandas del gobierno sirio que estaba agobiado frente al acoso imperialista de las potencias de Occidente que se valían de los terroristas de Al Qaeda y el ISIS para destruir Siria. Rusia (y la URSS), siempre ha tenido importantes relaciones con Siria entre países socialistas y después como países hermanados por la historia y por elementos religiosos. Por otra parte Rusia, intervino también para tratar de extirpar un cáncer (el del terrorismo islámico) destinado también a desestabilizar Rusia a través de las zonas más islamistas del Cáucaso. Así que podemos concluir claramente que Rusia no es un país imperialista y que la lucha entre Rusia y la OTAN no es un conflicto interimperialista, sino una guerra del imperialismo, basado en la OTAN, contra Rusia, en el territorio de Ucrania.

Y aquí merece la pena señalar el papel absolutamente reaccionario jugado por los kurdos del YPG y con el “constructo” de Rojava. Los kurdos del YPG, mercenarios a sueldo de los EEUU, armados por los EEUU, están ocupando de la mano de los EEUU un tercio del territorio al este del Éufrates, al que llaman Rojava, un territorio que jamás ha sido kurdo ni remotamente, en que está también la presencia física de los EEUU con numerosas bases militares, y en donde se encuentran los principales pozos de petróleo y la principal riqueza cerealera de Siria. Los EEUU con la colaboración de los kurdos del YPG, están robando cantidades inmensas de petróleo y cereales, que son sirios, constantemente, para venderlos en el exterior. Sucede que la comunidad kurda de Siria es básicamente procedente de inmigraciones procedentes de Turquia e Irak, escapando de la represión, al igual que un montón de pueblos que existen en Siria, como son los armenios, turkmenos, asirios, y otros muchos. Los kurdos no poseen un territorio propio con continuidad territorial como para constituirse en nación dentro de Siria, nunca lo han poseído, sino que han estado mezclados de forma abigarrada con otros pueblos procedentes al igual que ellos de inmigraciones y con otros pueblos que vivían antes de tales inmigraciones en dichos territorios.

De la mano de los EEUU en la paradójica guerra contra el ISIS, creado por los mismos EEUU para destruir Siria, fueron ocupando grandes territorios de Siria –hasta el tercio actual- desplazando al ISIS, para imponer a un nuevo colono, también aliado de los EEUU al fin y al cabo, los kurdos del YPG, a quienes los EEUU prometieron autonomía. De manera que han creado eso que llaman Rojava, como un territorio en el que los kurdos del YPG imponen por la fuerza y al represión su lengua y sus leyes a la inmensa mayor parte de la población de este territorio, que es árabe además de la gran cantidad de pueblos, culturas y lenguas a las que los kurdos del YPG imponen su cultura y su ley, impidiendo la participación en las elecciones del territorio. Y lo peor es que toda esta tropelía y ocupación, de todo este juego montado por los EEUU para debilitar y fraccionar Siria, para robarle sus recursos, en continuidad con su guerra, lo hacen los kurdos del YPG bajo la supuesta idea del “Confederalismo democrático”, que no deja de ser un barniz sin contenido alguno.

Lo del mundo multipolar o el nuevo multipolarismo, parte del hecho de que frente al imperialismo de los EEUU y sus satélites, el único imperialismo, se encuentra el resto del mundo, el cual es objeto de acoso por este imperialismo. Y ahí está la barrera o frontera que señala quién es el enemigo fundamental al que hay que batir, y contra el que deben luchar el resto de pueblos y países. El mundo multipolar parte de la convicción de que hay que escaparse de las garras del imperialismo, de que hay que frenar al imperialismo, ponerle barreras, para que los pueblos, con todas sus contradicciones internas, tengan opciones para ir liberándose y emancipándose.

Este nuevo multipolarismo, está basado no en cambios políticos, y mucho menos ideológicos, sino en la soberanía e independencia de sus Estados y pueblos frente al imperialismo. Es evidente que la relativa liberación de la bota imperialista restablece nuevas correlaciones de fuerza a escala internacional que no se deben ignorar.

En todos estos países, incluidos por supuesto Rusia y China, la lucha de clases sigue y continuará. El papel de las organizaciones revolucionarias no debe ser otro que apoyar las luchas de la clase obrera en los mismos y posibles revoluciones que, si son legítimas y no “revoluciones de colores” promovidas por la OTAN, tendrán una identidad también nítidamente antiimperialista.

(Publicado en La Haine, el 21 de abril de 2023)

 

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