La derrota de la segunda ola rosa, aunque no importa mucho. El lince
Y veremos la tercera, y la cuarta, y la quinta… Siempre es lo mismo y, especialmente, en América Latina. Los «ni chicha ni limoná», que diría Víctor Jara, siempre cometen el mismo error. Una y otra vez. El Chile de Boric, el Perú de Castillo, la Argentina de Fernández, el Brasil de Lula fueron celebrados como «una segunda ola progresista» por los pusilánimes de siempre sin tener en cuenta la altura de esa ola que, como siempre, es una simple ola en una bañera: todo controlado por el poder.
Cayó Castillo como antes habían caído Lugo en Paraguay, Zelaya en Honduras o Morales en Bolivia. Tras unos años, y menos en Paraguay, llegó la «segunda ola», con el epicentro en Brasil con el retorno de Lula. Pero esa segunda ola dura lo que dura y menos de dos años después volvemos a asistir a su derrota, ahora en Argentina. El siguiente será Chile. Y luego, el propio Brasil.
Será la ciudadanía de argentina quien tendrá que lidiar con este elemento protofascista de Milei y decidir si siguen repitiendo los mismo errores, una y otra vez, o aprovechan la situación para agudizar las contradicciones. Porque el protofascista Milei está prácticamente solo, el Congreso está dividido y ningún bloque tiene mayoría, además de no tener ni alcaldes ni gobernadores de su cuerda. La situación es mala, pero no muy mala. Todo depende de dentro, no de fuera.
Donde yo veo la cosa complicada es a nivel externo. Esto es la derrota personal de Lula, que había puesto toda la carne en el asador para que ganase el peronismo. Fue Lula quien presionó para que Argentina estuviese en los BRICS y por eso se aceptó a este país a partir del 1 de enero del año que viene, cosa que está aún por ver si se realiza o no. Fue Lula quien arropó a Massa con el interés de revitalizar el Mercosur, que ahora pasará a ser una sucursal de la Reserva Federal de EEUU con tres países, Argentina, Paraguay y Uruguay totalmente esclavos de EEUU.
Los BRICS han recibido un golpe, pero no de gravedad. Rusia cogerá la presidencia en enero y el impulso a la admisión de nuevos miembros, al uso de la moneda propia y a la desdolarización está asegurado.
Ni que decir tiene que toda la carcundia mundial está de celebración. Pero será temporal, tipo Bolsonaro. No es en la situación interna de tal o cual país donde se está decidiendo el futuro, sino fuera, en el todo global. Y aquí, por mucho que Milei hable de dolarizar el país, habrá que tener en cuenta si eso sirve o no (véase el caso de Ecuador) para salvar una economía en bancarrota. Es una medida a corto plazo que reforzará un poco al dólar, pero irrelevante cuando a nivel global se asiste a un declive imparable de las monedas occidentales, incluido el dólar.
Los países lacayos de EEUU no van a dejar de usar el dólar, está claro, pero, como ya dije, estamos asistiendo a una desoccidentalización de la economía mundial que tiene en la caída del euro su más claro exponente. Los datos del sistema internacional SWIFT de octubre son lo suficientemente explícitos, constatando que el yuan ya ha sobrepasado al euro como moneda de transacciones financieras, y eso que no está internacionalizado aún.
Hay que recordar que países como Rusia o Irán están excluidos del SWIFT, que los BRICS realizan su comercio intra-BRICS en un 32’5% en sus propias monedas y que 28 países comercian con China en yuanes y no en dólares ni euros y sin pasar por el SWIFT. O que el comercio entre Rusia e India es en sus propias monedas. Por lo tanto, estos porcentajes, sobre todo los del dólar, hay que relativizarlos.
Además, China y Arabia Saudita acaban de anunciar hoy un acuerdo bilateral de intercambio de moneda local por valor equivalente a los 6.400 millones de euros. Tendrá validez de tres años, prorrogables. Es la primera vez que se hace, tiene claramente un carácter experimental y va a ayudar a fortalecer la cooperación financiera entre los dos países, ampliar el uso de monedas locales y promover la facilitación del comercio y la inversión entre ambos.
Esta es una parte de la realidad a la que se tendrá que enfrentar el protofascista Milei, quiera o no. Y la gente que quiera dejar de lamentarse tiene una oportunidad muy interesante de revitalizar la izquierda. Otra izquierda, más radical, porque de lo contrario volverá a repetir los mismos errores.
(Publicado en el blog del autor, el 20 de noviembre de 2023)