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Levantamiento Popular de Gwangju

Se cumplen 40 años del Levantamiento Popular de Gwangju (18 al 27 de mayo de 1980), en el que el pueblo surcoreano exigió el fin de la dictadura militar, medidas democráticas y la retirada de las fuerzas estadounidenses. Por este motivo, publicamos este artículo amablemente facilitado por nuestros estimados camaradas del Frente Democrático Nacional Antiimperialista (FDNA).


Crimen más atroz.

Han pasado 40 años desde el Levantamiento Popular de Gwangju.

El grupo militar fascista de Corea del Sur cometió una matanza masiva que haría sonrojar incluso a las bestias.

Bajo la manipulación de Estados Unidos, la camarilla militar de Chun Doo-hwan convirtió a Corea del Sur en una prisión sangrienta y mató sin piedad a ciudadanos de Gwangju que participaban en la manifestación; y llevaron a estudiantes y a figuras progresistas a la estación de policía por la fuerza.

“Pueden matar al 70 por ciento de los ciudadanos de Gwangju”.

“El brutalismo es la naturaleza primaria del ejército”.

“La ciudad de Gwangju pertenece a los paramilitares. Podéis elegir lo que queráis, mujeres y propiedades incluidas”.

Por orden especial de Chun, miles de Fuerzas de la Ley Marcial fuertemente armadas y la fuerza de división blindada perpetraron un genocidio monstruoso e inimaginable en tiempos de paz.

Permitieron que los paramilitares dejaran sus raciones de comida y bebieran alcohol mezclado con drogas alucinógenas. Fueron arrojados a la masacre como lobos hambrientos cuando su locura llegó a un punto extremo, según contaba el libro titulado “Mandato y Resistencia” (Rule and Resistance).

Los paramilitares borrachos apuñalaron a los ciudadanos de Gwangju, les rompieron la cabeza a garrotazos. Un joven, un hombre de 70 años de edad, una mujer parturienta e incluso colegialas perdieron la vida por impactos de bala y de lanzallamas, un escritor escribió la situación en ese momento en detalle.

Un anciano de 70 años cayó sangrando por la nariz y la cabeza tan pronto como un paramilitar le dio un duro golpe en la parte posterior de la cabeza con un martillo de hierro, según se lee en el libro titulado “Disparad a todo lo que se mueve” (Shoot Everything Moving).

Un paramilitar apuñaló con su bayoneta el abdomen de una mujer embarazada, sacando sus intestinos. Luego volvieron a abrir su vientre, cogieron el feto y se lo arrojaron con su último aliento, cuenta este libro.

Se veían trozos de ropa y carne desmenuzados entre las grietas dejadas cuando los vehículos blindados y los tanques pasaban sobre los cadáveres. La escena presentaba un espectáculo horrible, como cuenta un religioso de Gwangju que presenció la masacre en el acto, según escribió en un artículo publicado en la revista japonesa Sekai.

Un miembro de la unidad de paz de Estados Unidos, que cubrió la masacre de Gwangju, denunció que aquello fue más allá de la brutalidad de los nazis. Los locutores de televisión de todo el mundo advirtieron a las personas con enfermedades cardíacas a no ver televisión.

Cinco mil personas murieron, y 14.000 resultaron heridas en Gwangju en pocos días.

La ciudad se convirtió en un “baño de sangre”, una “ciudad de la muerte llena de fantasmas”, un “depósito de cadáveres”.

El incitador de la masacre de Gwangju fue Estados Unidos.

Estados Unidos dio luz verde a Chun para desplegar al ejército surcoreano bajo el mando de las Fuerzas Combinadas para reprimir el levantamiento.

Un periódico estadounidense constató el hecho de que la posición oficial de los Estados Unidos, respaldando la masacre de Gwangju y facilitando su ejército, propició la acción de la camarilla de Chun.

La Casa Blanca envió una carta a Wickham, el entonces comandante de los EE. UU. en Corea del Sur, para ordenar la represión del levantamiento en el acto.

Wickham calumnió a los sublevados tachándolos de “guardia negra”, “mafia” e incluso “ratones de campo”, y ordenó el despliegue de 70 mil fuerzas armadas, incluidos vehículos blindados, armas pesadas, misiles, helicópteros militares y portaaviones, para masacrar a los ciudadanos de Gwangju; esto fue expuesto en la revista “Review of Unification” publicada en Japón.

El embajador de Estados Unidos en Corea del Sur inspiró al ejército surcoreano diciendo que la represión de la masacre de Gwangju era necesaria para la seguridad de Corea del Sur; Chun insinuó la participación de Estados Unidos en la masacre.

La masacre de Gwangju fue el crimen más atroz sin precedentes en tiempos de paz.

Jefe criminal impúdico.

El 27 de abril, se llevó a cabo el segundo juicio contra Chun Doo-hwan, quien fue procesado por criticar a un testigo que vio helicópteros de la Fuerza de la Ley Marcial disparando con ametralladora contra ciudadanos en el Levantamiento Popular de Gwangju del 18 de mayo de 1980; fue en el Tribunal del Distrito de Gwangju.

Pero Chun negó toda sospecha de delito e intentó dormir con los brazos cruzados en la corte.

Los partidos políticos y las organizaciones cívicas exigen una investigación estricta sobre la masacre de Gwangju.

Las organizaciones cívicas tuvieron manifestaciones para condenar a Chun fuera del Tribunal de Distrito de Gwangju.

Los periodistas realizaron una manifestación individual frente a la corte.

Y tuvieron una conferencia de prensa en demanda del arresto de Chun.

Chun describió el levantamiento popular del 18 de mayo como un motín, y esto es un insulto a las víctimas. La lucha contra Chun es la única respuesta para desahogar el rencor de las víctimas y los ciudadanos de Gwangju, dijeron los participantes.

Chun será registrado como el criminal desvergonzado de la historia. Se enfrentará a un castigo severo, censuraron los partidos gobernantes y opositores.

El pueblo surcoreano de todas las posiciones sociales exige una investigación exhaustiva sobre la masacre de Gwangju y el severo castigo de Chun con motivo del 40 aniversario del levantamiento popular de Gwangju.

Erupción de enfado e ira.

Con motivo del 40 aniversario del Levantamiento Popular de Gwangju, los surcoreanos de todos los ámbitos de la vida están luchando para exigir una investigación estricta sobre la masacre, y el severo castigo de Chun Doo-hwan, que hundió a la ciudad de Gwangju en un baño de sangre.


[A este respecto, queremos recordar que Chun Doo-hwan fue echado del poder en 1988 gracias a la presión popular, y en los noventa fue condenado a muerte por estas y otras matanzas, y también por corrupción. Pero más tarde se le conmutó la pena a cadena perpetua y pasó solo un año en prisión. Finalmente fue totalmente indultado.]

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