Mario Vargas Llosa y el genio del impostor
I
Suele decirse en el habla popular que “a los arrepentidos quiere Dios”, Mario Vargas Llosa, escritor peruano convertido en español, aprendió muy bien esta frase y la ha hecho parte de su ideario político desde hace ya varias décadas. Arrepentido converso, Vargas Llosa dejó atrás su militancia en el Partido Comunista Peruano y se afilió con exorbitante feligresía al liberalismo en sus expresiones más conservadoras, siendo a la fecha, un feroz vocero que celebra las atrocidades que el capitalismo despliega alrededor del mundo; como ejemplo reciente, declaró sin el más mínimo sentimiento de pudor durante una entrevista: “Veo con absoluta perplejidad lo que ocurre en Chile, reconozco mi perplejidad total”, haciendo gala de su común cinismo a la hora de hablar de las justas luchas de los pueblos latinoamericanos. El escritor oculta con su comentario las razones estructurales de las grandes movilizaciones que desde hace más de cincuenta días sacuden la nación chilena. En la misma entrevista, dijo que Chile es “un ejemplo maravilloso para América Latina”, sí, así literal, expresión sustentada, según Vargas Llosa, en la continuidad del modelo neoliberal implantado nada menos y nada más que durante la dictadura sanguinaria de Augusto Pinochet, tal como se lee, el gran defensor de la democracia liberal no oculta su afiliación a las herencias dictatoriales que aún sobreviven en América Latina y que él conoce muy bien, pues su natal Perú, también ha padecido el dolor de la imposición militar y el sometimiento de las voluntades populares. Pero como si esto fuera poco para caracterizar al personaje, puntualizó en la misma ocasión con una falsa interrogante: “¿Cómo es posible que en una sociedad que está experimentando estos beneficios estalle de pronto con la violencia con la virulencia con la que ha estallado en Chile? No tengo explicación, a no ser que al mismo tiempo que ese progreso era una realidad en términos estrictamente matemáticos no se haya creado esa igualdad de oportunidades”.
La supuesta sorpresa de Vargas Llosa, no es otra cosa que la actuación cual personaje de novelo, ¿acaso no sabía de los miles de chilenos despojados de todo por la dictadura que defiende y por la profundización del modelo neoliberal? ¿Será que su aguda mirada únicamente puede detectar carencias en países con procesos revolucionarios como Cuba y Venezuela, imposibilitándole ver que en toda Latinoamérica gobernada bajo el régimen capitalista se vive a diario opresión, hambre e injusticia? ¿No sabe Vargas Llosa que los gobiernos neoliberales han maquillado y mediatizado los reales resultados de sus gestiones ocultado los niveles crecientes de pobreza, violencia, desempleo e impunidad? ¿Será que no aprendió nada de matemáticas y por ello le falta un poco de astucia para notar lo que todos sabemos ante las cifras presentadas por el poder burgués? ¿En verdad no sabe Vargas Llosa que la violencia a la que hace referencia es ejercida por el gobierno de Sebastián Piñera con total brutalidad y avalada por la OEA y el imperialismo estadounidense? No hay duda, la mirada ciega de Vargas Llosa solo le permite aplaudir al neoliberalismo y le impide reconocer la necesidad de la lucha social para mejorar la condición de vida de millones de seres humanos, en Chile como en todo el mundo, su adhesión incondicional al liberalismo ultraconservador lo compromete a tener que dejar a un lado los crímenes de lesa humanidad cometidos por la represión y mirar hacia cualquier otra parte a la hora de denunciar y apoyar las causas populares.
Entonces ¿quién es el Dios al que Vargas Llosa le reza?, pues claramente, sus plegarias van dirigidas a sustentar al capitalismo y preservar la dictadura del capital sobre la vida humana.
II
En acto seguido o más bien continuo, Vargas Llosa ha dicho: “Temo que el populismo de AMLO conduzca otra vez a México a la dictadura perfecta”, haciendo referencia a las acusaciones conservadoras que sobre el presidente mexicano pesan, en el sentido de una acumulación de poder al viejo estilo del presidencialismo priista. La realidad es otra, si bien el proceso reformista abierto por Andrés Manuel López Obrador y su llamada “Cuarta Transformación”, encuentran en sí mismos un sinfín de contradicciones, la afirmación del escritor no es otra cosa que viejo juego del genio que anda por los lares del mundo denostando las manifestaciones populares de apoyo a gobiernos y procesos de cambio, su carácter ultraconservador le imposibilita reflexionar con calma, las acusaciones que dicen que en México podríamos estar caminando hacia una dictadura vienen ni más ni menos que de los sectores más reaccionarios del país, grupos empresariales, mafias de poder económico y partidos políticos de corte ultraconservador como el Partido de Acción Nacional son quienes difunden esas ideas, y desde luego, esbirros de la palabra como Vargas Llosa la hacen suya, sumándose al eco derechista que asola las esperanzas de los pueblos latinoamericanos.
El escritor dijo que: “El país estaba en un proceso de modernización muy acelerado, con una política económica bastante buena, dicho sea de paso, a pesar de la corrupción. Y yo creo que con López Obrador ha habido un retroceso hacia el populismo, precisamente, que podría traer muy malas consecuencias para México”. De nuevo la idea de modernidad y progreso presente en discurso liberal-conservador, algo de lo que tampoco escapa AMLO, pero que de la voz de Vargas Llosa se presenta como añoranza del pasado y no como proyección de futuro, la forma en que refiere el “proceso de modernización” hace imaginarlo como la panacea del bienestar, idea falsa como lo ha demostrado la historia. ¿Acaso tampoco se enteró de que en México a raíz de la implementación del modelo neoliberal se incrementó la pobreza, los niveles de violencia se dispararon y la inconformidad social creció exponencialmente? A eso que llama “política económica bastante buena” es la misma cosa que arrojó a la desesperación a millones de mexicanos que encontraron causa a su inconformidad votando por el cambio ofrecido por AMLO, y aquí más allá de las contradicciones naturales del reformismo, lo que está en juego es la conjura conservadora por denostar cualquier avance o cambio que pudiera generar una mejor condición de vida a sectores importantes de la población, es decir, a Varga Llosa no le importa el pueblo mexicano, únicamente se mantiene fiel al discurso liberal cuya matriz se acomoda según la necesidad del mercado que tanto defiende.
Vargas Llosa declaró que AMLO es “la resurrección del PRI”, refiriéndose a las formas ya mencionadas de ejercer el poder, queriendo reciclar su famosa frase de “la dictadura perfecta”, que ahora pone en cuestionamiento para volverla a usar diciendo que: “Felizmente no era tan perfecta era bastante imperfecta, felizmente para los mexicanos y me temo muchísimo, muchísimo de que el populismo que parece realmente la ideología del presidente de México nos conduzca otra vez a la dictadura perfecta o imperfecta pero dictadura al fin y al cabo”, ¿y cuando dejo de ser perfecta?, otra vez, ni más ni menos, cuando se dio el triunfo del PAN en el 2000, fecha en que los “analistas” hablaron del inicio del tránsito democrático en México, y entonces ¿cuándo ha regresado la intención de poner la idea en vigencia?, pues justamente cuando los sectores ultraconservadores como los que encabeza el PAN acusan al gobierno de conducirnos a una dictadura mientras preparan si les fuese posible, un golpe de Estado al estilo boliviano. Ahora bien, es cierto que los sectores políticos y económicos con que la Cuarta Transformación sostiene alianzas e incluso militancia, son herencia de los regímenes anteriores, pero esta contradicción-continuidad no es reflejo de lo postulado por Vargas Llosa, en realidad es la siempre presente contradicción de querer reformar un sistema inhumano como lo es el capitalismo a través de la política de conciliación de clases y manteniendo sus estructuras profundas intactas. Lo que en México acontece es la reformulación del proyecto capitalista, pero ni eso hace feliz al señor Vargas Llosa.
III
La cereza del pastel la puso Vargas Llosa al referir a lo acontecido en Bolivia, negando el golpe de Estado y aplaudiendo lo que llama “la repulsa” del pueblo boliviano queriendo dar a entender que Evo Morales dejó el poder por voluntad popular y no por la traición militar y política que junto a la conjura imperialista mantiene a Bolivia en un estado indefenso, con el pueblo luchando en las calles contra la imposición y los militares reprimiendo a mansalva sin ningún límite. El escritor hace suyas las acusaciones de la OEA, del imperialismo estadounidense y de las oligarquías latinoamericanas de que en Bolivia hubo un fraude que desencadenó la salida de Evo Morales, pero resulta más que obvio, que Vargas Llosa no leyó ni siquiera el propio informe de la OEA antes de hablar, y en realidad parecería que ni la OEA lo leyó, pues en el al fin difundido informe no se sustenta ningún fraude, no hay pruebas, cosa, que ya habían demostrado diferentes organismos internacionales a través de investigaciones serias y profundas. La burda acusación se vino abajo al mismo instante en que se lanzó, la ceguera de Vargas Llosa no le permite ver lo que a todas luces es un golpe de Estado y lo que llama proceso democrático no es otra cosa que las hordas neofascistas liberadas para usurpar el poder en Bolivia bajo las órdenes del imperialismo estadounidense que pretende recuperar su hegemonía perdida en la región y extraer la riqueza natural y mineral. ¿Será que Vargas Llosa no alcanza a ver los asesinatos, el racismo, las claras violaciones a toda la constitución boliviana y la instauración de un gobierno de facto-golpista? Claro que sabemos que lo ve y lo celebra, su adhesión al conservadurismo le permite esto y muchos otros silencios que a lo largo de su vida ha guardado para alcanzar los premios literarios y posiciones de poder en el mundo cultural, su adoración por la corona española le ha valido reconocimientos y evidencia su apego al neocolonialismo en América Latina.
Cómodo desde Miami (hábitat de la mafia cubana), Vargas Llosa llamó “dictadorzuelo” a Evo Morales, expresión que ha usado para denominar a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y como se ha dicho ahora va buscando usar para el caso de México, justamente, tres de los gobiernos latinoamericanos opuestos al imperialismo estadounidense, ¿será casual que la opinión de Vargas Llosa sea la misma que la emitida desde Washington?, nada es casual y mucho menos si hablamos del oportunismo y el sometimiento de Vargas Llosa y muchos otros intelectuales que arrepentidos han claudicado en su apoyo a las causas populares para terminar siendo voceros de los intereses burgueses-capitalistas y aferrados defensores, del neoliberalismo, el imperialismo y las formas neocoloniales que por siglos han dañado a los pueblos de Nuestra América.
IV
Mario Vargas Llosa es sin duda un genial impostor, es un genio de la palabra usada para la ofensa de los pueblos, su defensa de la democracia colisiona cuando se enfrenta al verdadero deseo popular como el que se manifiesta en Chile, Ecuador, Haití, Honduras y cuando tiene enfrente la defensa soberana ante la injerencia imperialista como sucede en Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba. El politólogo argentino, Atilio A. Boron, ha escrito un libro indispensable para comprender la perversidad del discurso liberal-conservador de Vargas Llosa; la obra de Boron, El hechicero de la tribu (Akal, 2019), es un ejercicio intelectual de gran valía que desmenuza idea por idea el pensamiento del escritor peruano-español, un análisis vigente en estos tiempos de cinismo oportunista en boca de los voceros del imperialismo y el neoliberalismo.
Los ataques y silencios en el discurso de Vargas Llosa son por sí mismos la respuesta del lugar que ocupa y defiende, su arrepentimiento por su antigua militancia socialista, su miedo por desconocimiento del marxismo, su apostolado liberal fanático, lo pone claramente del lado de los intereses capitalistas, y eso, le neutraliza el juego de objetividad y crítica con que quiere presentarse, su papel en la batalla de ideas es defender la opresión y el libre mercado, hace mucho, que decidió vender su pluma al mejor postor y le fue comprada sin mayor esfuerzo por los sectores ultraconservadores de Europa y Latinoamérica, eligió la fama en lugar de la dignidad (un mal común entre los escritores), ahora, tiene su lugar seguro en el parnaso de los galardonados pero alejado de las necesidades reales de los pueblos latinoamericanos y del mundo.
El discurso de Mario Vargas Llosa se diluye cómo las páginas de sus novelas, el aire se lleva lo superfluo del mensaje al basurero moral en que habita, sobreviviendo; su cínica postura de genio impostor.