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Sabemos, o debemos saber. Ramón Pedregal Casanova

Cuando aquél regidor estadounidense, Kennedy, empujó el bloqueo contra Cuba, -había empezado el cerco con su antecesor- sabemos que se proponía matar por hambre al pueblo cubano. Ni el terrorismo ni la invasión le daban los réditos que su élite imperial ansiaba: Cuba. El yanquí sonriente y requetepeinado no era tan buen tipo como nos han querido vender, puso en marcha un crimen de lesa humanidad:

La mayoría de los cubanos apoya a Castro (…) el único modo previsible de restarle apoyo interno es a través del desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales(…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba(…) una línea de acción que, aun siendo la más mañosa y discreta posible, logre los mayores avances en privar a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del Gobierno».

Extracto de la página 885 del informe del Departamento de Estado de Estados Unidos de 1958 a 1960 (Volumen VI) aparece un memorándum secreto fechado el 6 de abril de 1960 del Subsecretario Asistente para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory.

¡¿Qué le iba a importar ni a Kennedy ni a cualquiera de los que han pasado por su silla!? ¡Si desde la llamada Segunda Guerra Mundial hasta el año pasado se han dado cifras de 50 millones de muertos en guerras ocasionadas por ellos! Parece que van asesinando por el mundo en la forma tradicional de la guerra y no es motivo para que el mundo entero se reúna contra el asesino. ¿Son impunes? Solo en el caso de Cuba, las Naciones Unidas se manifiestan año tras año contra el bloqueo al que somete a la isla que defiende su independencia del imperio, y es que Naciones Unidas, todos los gobiernos del mundo, lo tiene en su articulado como crimen de guerra y genocidio. 50 millones de asesinados por los que los gobiernos del mundo no se pronuncian y no se separan del monstruo que para sobrevivir genera guerras: las guerras de EEUU contra el que quiere explotar son una de las manifestaciones de su propósito de dominación, de su voluntad criminal para mantener su hegemonía. Ese mismo tirano es el que desde hace 63 años quiere asesinar al pueblo cubano. ¿No es espantoso? El mismo criminal que, contra todo derecho y leyes internacionales, quiere asesinar a Julián Assange.

Cuba defendiendo el socialismo y la solidaridad internacional; Julián Assange, con información fidedigna, ha denunciado cómo ejerce su dominación EEUU. La pregunta es la misma para un caso y para el otro: ¿no es espantoso lo que pretende el imperio?

La élite estadounidense cumplió parte de su plan: asesinar por ahora a 50 millones de personas, y sigue intentando matar de hambre al pueblo cubano y matar a Julián Assange. A ello hay que añadir los crímenes selectivos que sus servicios terroristas han realizado: presidentes de gobierno de África, de Medio Oriente, de Asia, de América Latina; y entre las partes imperiales por sus diferencias, una de sus facciones liquidó al jefe de la otra: Kennedy, el mismo gerente que cerró todas las puertas a Cuba. A continuación no solo no cambiaron las medidas de bloqueo; después implementaron otras que ataban lo que quedaba para el intercambio comercial, financiero, político, y la asfixia se fue haciendo mayor, ante lo que el que sufría se organizaba más y más y fortalecía su conciencia.

Cuba, los cubanos son, -yo emplearía las palabras de Camus para definir a las personas de gran moral-: Los que tienen la pasión del corazón humano. Todo el mundo sabe a qué es debido el empobrecimiento del pueblo de Cuba, su falta de medios, y todos debemos saber cómo se sobrepone día a día y emprende trabajos profundamente humanos, que distinguen a su gobierno del que le persigue a muerte: las brigadas médicas, como la Henry Reeve, que llegan a los lugares más recónditos del mundo; el desarrollo propio, sin las multinacionales farmacéuticas, uno de los grandes poderes imperiales, de tres vacunas de producción estatal, explicadas y administradas por prevención, que son vacunas, no como en los países bajo el imperio que lo que colocan como vacunas son experimentaciones de las multinacionales farmacéuticas elaboradas con compuestos prohibidos por su peligrosidad para todos los seres de carne y hueso, y que están manifestándose como una imposición de la clase que rige el imperio y sus servicios gobernantes en los países bajo su orla. Entre las conquistas cubanas destacan además medicamentos contra el cáncer y otras enfermedades, su propio desarrollo en la enseñanza, entre lo mejor del mundo, y su prestación, también, a quien se lo solicite, ¿recuerdan a quien dijo médicos y no bombas?, su palabra protege a Cuba, enseñantes, educadores, y no bombas; creación y mantenimiento de un centro de estudios universitarios para formar profesionales de cualquier parte del mundo, comprometidos con sus respectivos pueblos, … y no bombas; …; Cuba, el pueblo cubano y su resistencia ejemplar a los ataques que financia el enemigo de los pueblos.

Cualquiera puede concluir que el sistema imperialista tiene multitud de fallas cuando tiene que recurrir al bloqueo para cerrar el paso a Cuba, al esfuerzo humanitario que realiza ésta por su Historia, Historia como sentir, como entender la experiencia, según la interpretaba Herodoto. Es por eso por lo que el dominador del mundo odia que el gobierno de Cuba dedique tanto esfuerzo a la cultura que transforma al ser humano, le hace sentirla: la cultura, la Historia de la liberación del explotador es la mayor riqueza de la sociedad; aquí vemos otra diferencia, justo lo contrario de lo que el imperio lleva a los países que domina, lo que el imperio distribuye como cultura es disolución de lo común. Hay un proverbio asiático que nos dice por qué es tan importante el proyecto cultural cubano que le mantiene resistente al criminal de norteamérica, y dice así: Si haces planes para un año, planta arroz. Si haces planes para diez años, planta árboles. Si haces planes para cien años, instruye al pueblo.

Arroz, árboles, y cultura: el esfuerzo del gobierno cubano por la alimentación equilibrada de su pueblo, empezando por la infancia, ha hecho que, en la  situación crítica a que la lleva el régimen estadounidense, pueda evitar la desnutrición, el hambre y las desgracias que esto conlleva mediante la distribución que busca el equilibrio social, lo contrario de lo que procura el bloqueo organizado por EEUU.

Los bloqueos que el imperio impone a otros países se han manifestado enórmemente criminales, ocasionan muertos por millones, muertos que no son contabilizados como causados por guerra, por no ser la guerra convencional: ¿cuántos de éstos muertos por hambre y enfermedades ha causado EEUU desde 1945? El bloqueo es una guerra que emplea el desabastecimiento como arma en busca de cambios políticos, promueve la inestabilidad personal y la violencia social, además de producir grandes desplazamientos de población.

La guerra económica conlleva una gran crueldad, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Siria, Rusia, China, Palestina, por parte del sionismo-brazo de EEUU, conforman un arco de pueblos que sufren bloqueos con los que el gran capital quiere llevarlos a su rendición.

Todos sabemos, debemos saber, que el bloqueo es una guerra genocida, pero preguntémonos: ¿cómo es que cuanto más nos somos necesarios unos a otros para salvarnos, para que la vida continúe en el mundo, crecen aún más las diferencias? En lo que llevamos de pandemia los diez más ricos del mundo, los que gobiernan también el imperio, han doblado su riqueza, mientras el resto del mundo la ha perdido y han caído en la extrema pobreza otros 200 millones más de seres humanos. La crueldad conque la élite imperial castiga a los pueblos, el hambre que causa el bloqueo, además de los millones de muertos, es motivo de enfermedades, empezando por la infancia, lo que se va a convertir en problemas físicos y psicológicos más tarde.

Si hay alguien que dice desconocer el propósito de los grandes capitalistas, del imperialismo, si hay alguien que se tapa los ojos y los oídos, ese alguien participa del bloqueo. El imperio no es civilización, es otra cosa, es barbarie. La civilización es lo civilizado, es lo solidario, no hay otra salida a la crisis general en la que vivimos, por eso tiene su mayor sentido denunciar al causante de tanta desgracia y lo que emplea como arma. Lo civilizado exige oponerse al bloqueo, ser solidario con el pueblo que resiste al genocida, al que teme que la solidaridad y los gobiernos de una sola vez y para siempre rompan su bloqueo. Ya es hora, todos lo sabemos, y debemos hacerlo.

 

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