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Sanciones: ganará quien más pueda aguantar. Y los datos no parece ser muy halagüeños a corto-medio plazo para la Unión Europea. Pablo García

En las guerras híbridas no todo son bombas y tanques, hay otras armas que pueden ser tan letales como las convencionales pero que no son percibidas como tales por la población general. Una de ellas son las sanciones económicas, capaces de debilitar tanto a un país que puede hacerlo retroceder en índices sociales y económicos varias décadas, en muy poco tiempo. Lo cual se traduce en un aumento de la mortalidad por motivos totalmente evitables: enfermedades curables por falta de medicamentos o desnutrición entre otras.

De esto último, saben bien países como Siria o Venezuela, donde sanciones económicas unilaterales por parte de EEUU y la Unión Europea han ocasionado, y están ocasionando, miles de muertes.

En teoría, las sanciones económicas para que tengan cierta base legal deben estar aprobadas por Naciones Unidas, pero hemos visto en las últimas décadas como son utilizadas por un puñado de países, que se auto otorgan el título de “comunidad internacional”, de manera totalmente arbitraria. Estos países son EEUU, la UE y países de su órbita como Japón, Australia o Nueva Zelanda.

A raíz de la invasión rusa a Ucrania, EEUU y la UE han liderado una serie de sanciones económicas a Rusia como la prohibición de volar a las aerolíneas rusas, expulsión del sistema bancario internacional conocido como SWIFT, abandono de importantes empresas del mercado ruso y ahora la prohibición de importar petróleo de ese país.

La cuestión es que la Federación Rusa no es un país débil y que no se pueda defender, al contrario de lo casos de Venezuela y Siria, por ejemplo. Y aunque es cierto que la economía rusa no es una economía grande -tiene el tamaño de la italiana más o menos- es un país enorme con una gran cantidad de recursos naturales y que además ha tejido una red de alianzas con otros muchos países del mundo.

Porque un problema que tenemos en Europa es que nos creemos el ombligo del mundo, que no hay más países y más mercados que los nuestros. Y mientras sancionamos a Rusia y nuestra economía le da la espalda, los rusos solo tienen que mirar hacia el sudeste asiático para encontrar un mercado de prácticamente 3.500 millones de personas en China y la India, por poner un ejemplo.

No voy a caer en el simplismo de creer que las sanciones impuestas por EEUU y la UE a Rusia no le estén ocasionando problemas económicos serios, eso sería de un infantilismo terrible. Pero esto no ha hecho más que empezar, aquí ganará quien más pueda aguantar. Y los datos no parece ser muy halagüeños a corto-medio plazo para la Unión Europea.

El precio de la energía en números astronómicos, falta de productos en las líneas de los grandes supermercados como el aceite de girasol, una inflación que se acerca a las dos cifras y ahora el anuncio de Rusia que cancelara el envío de materias primas a los países hostiles.

Esto último está generando graves problemas a muchos sectores de la economía del estado español, de momento Roca, Valeo y General Mills han anunciado ERTEs al no poder mantener la producción. Empresas vascas, por ejemplo, están anunciando paradas al no poder sostener el precio de la luz para sus operaciones. Y esto solo es el comienzo.

¿Vamos a sufrir un efecto rebote por las políticas de sanciones de la UE y EEUU? Todo apunta a que sí, que vamos a ser los ciudadanos de los países de la UE los que vamos a sufrir las políticas inconscientes de nuestros gobernantes. Y muy especialmente las capas populares.

Por primera vez en décadas vamos a sentir de primera mano lo que nuestros países han estado haciendo a otros como Irak, Irán, Cuba, Venezuela, Siria y las propias Rusia y China. Las capas populares y los y las trabajadoras europeas, que ya venimos tocadas por la crisis de Covid, tenemos un futuro muy negro por delante. Y con unos sindicatos totalmente vendidos al sistema, con una izquierda institucional totalmente alineada con la OTAN y con un gobierno que han decidido ser punta de lanza de la agresión económica contra Rusia; todo apunta que vamos a pasarlo muy pero que muy mal.

En vez que estar buscando vías diplomáticas para la resolución del conflicto en Ucrania de manera urgente, nuestro gobierno estatal y todos los medios de información están aumentando el lenguaje bélico hacía Rusia. Pero no solo desprecian la vía diplomática, sino que además el gobierno social-liberal del PSOE y UP no van a tomar, seguramente, ninguna medida que palie las consecuencias que ya estamos sufriendo. Mientras los grandes oligarcas españoles se están frotando las manos, porque mientras algunas empresas tienen que parar la producción, otras están especulando con la energía y los alimentos y aumentando sus tasas de ganancia un 200%.

Personalmente veo el futuro inmediato bastante preocupante.

(Publicado en La Comuna, el 9 de marzo de 2022)

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