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Seminario otoño 2024. Sesión 2

EL arriesgado viaje del centro del mundo al multilateralismo»

Sesión: 2. 20 de octubre de 2024

Tema: Hegemonía y expansión imperialista. La guerra mundo

(Ponencia de Montserrat de Luna)

 

1. De la Declaración de Independencia (4 de julio de 1776) al Acuerdo de Préstamo Angloamericano (17 de julio de 1946):

En un arco temporal de 270 años, EE.UU., la nación que se constituyó a partir de 13 colonias británicas de la Costa Este, paradójicamente pasó a ser la potencia económica prestataria de su antigua autoridad imperial, el Reino Unido. En ese espacio de tiempo, EE.UU. fue actor protagonista de un combate intermitente pero progresivo contra una serie de antiguos imperios y potencias mundiales. Entre 1798 y 1800, se enfrentó militarmente a Francia (siendo cónsul Napoleón) en una guerra no declarada que terminó con un arreglo diplomático. Un siglo después, tras el periodo de reconstrucción posterior a la Guerra de Secesión, se enfrentó a España en 1898, lo que supuso el fin de los restos del Imperio Español. Con el nuevo siglo, y como parte del bando vencedor en las dos guerras mundiales, pasó a ser testigo y agente de la pugna destructiva entre los imperios contendientes. En la primera guerra mundial, fue el fin del Imperio Alemán (Primer Reich), que había sido un reto económico, político y militar para el dominante Imperio Británico. Cayeron también el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Otomano. En la segunda guerra mundial, fue el fin del Tercer Reich, del Imperio Japonés y la decadencia definitiva del Imperio Británico. EE.UU. bajó de su pedestal a la libra esterlina, y ocupó el espacio dejado por este Imperio que, en 1946, se vio forzado a negociar un préstamo con EE.UU. para remontar el estado de bancarrota económica en el que se encontraba tras el esfuerzo bélico realizado. Si los siglos XVIII y XIX habían sido los siglos del Imperio Británico, el siglo XX pasaba definitivamente a ser el primer siglo del dominio estadounidense. Los antiguos imperios y potencias coloniales de Europa occidental, junto con Japón, se convirtieron en vasallos bajo el eufemismo de “aliados”. Sin embargo, la hegemonía de EE.UU. era incompleta. En la primera guerra mundial, el Imperio Ruso había sido derrocado por fuerzas revolucionarias, y surgió un nuevo sistema alternativo al sistema capitalista que se desarrollaba en EE.UU. Y, en la segunda guerra mundial, la lucha del ejército soviético en el frente oriental había sido decisiva para derrotar al Tercer Reich. El supuesto aliado soviético era realmente un enemigo a derrotar. Como resultado, hegemonía y vulnerabilidad al mismo tiempo de EE.UU.

 

2. Gendarme del capitalismo y víctima de sus crisis:

EE.UU., el país belicista número 1 del mundo según Wan Wenbin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, no ha conocido guerras en su suelo desde el final de la Guerra de Secesión en 1865 (exceptuando Pearl Harbour). Sin embargo, en 1929, fue el epicentro de la crisis económica más profunda que ha experimentado el sistema capitalista hasta el presente. Este sistema, que había entrado de la mano de los conquistadores europeos, se fue desarrollando a la par que EE.UU. se iba afianzando y extendiendo como nación. Su memoria de historia corta va a quedar determinada por una crisis que se instala en su único sistema económico conocido, que se resiste y que no se consigue remontar cuando ya hay además un sistema económico alternativo al capitalismo en el mundo. La persistencia de la crisis es tal que finalmente solo será superable mediante la guerra, lo que le permitirá a EE.UU. salir de la segunda guerra mundial como la mayor nación acreedora (la única si se excluye a Suiza). Aventurar, por tanto, que el shock generado por la Gran Depresión fue, en cierta medida, equiparable a la huella que puede dejar una guerra.

 

3. La planificación del Estado Profundo:

Tras la segunda guerra mundial, se juntan una victoria ‘imperial’ incompleta y la consciencia de que el sistema económico está sujeto a desequilibrios que pueden acabar con él. Se hace necesario un plan con mecanismos de seguridad y económicos que eviten la irrupción de una nueva crisis del sistema económico y social, y la imposibilidad de ser depuesto por un sistema alternativo. Un orden mundial nuevo: arma nuclear, OSS-CIA, predominancia del dólar y Bretton Woods, OTAN, Israel, Plan Marshall, la Comunidad Europea del Carbón y el Acero… Aislar a la URSS e intentar su derrota mediante la Guerra Fría. Se evita el enfrentamiento convencional o la invasión como pretendía Churchill con la Operación Impensable en mayo de 1945. Este plan se dirige desde un aparato de poder en el que se pueden distinguir tres capas, parafraseando al historiador estadounidense Aaron Good: I) el estado ‘visible’ o estado constitucional de los políticos en el Gobierno; II) el estado ‘permanente’ o “Security State”, que incluye el Pentágono, las bases militares en el mundo gestionadas por él, las grandes compañías beneficiarias de los contratos militares, la CIA y la comunidad de inteligencia…, es el aparato que trabaja para la guerra, siempre en disposición de llevarla a cabo; y III) el estado ‘beneficiario’, el de los intereses que, en última instancia, son protegidos por los dos niveles anteriores…, es el mundo del dinero, de los multimillonarios, de Wall Street, de la industria petrolera, por ejemplo. Con este plan de blindaje y a largo plazo, EE.UU. intentaría contrarrestar y extirpar la influencia comunista en el mundo, y alcanzar la hegemonía global que la existencia de la URSS había imposibilitado desde 1945. Un plan de lucha de clases nacional e internacional.

 

4. El dólar y la guerra interminable:

En la década de los 70 entran en crisis algunas de las directrices económicas establecidas durante la posguerra para los países del bloque occidental, por lo que se irán realizando reajustes que posteriormente se consolidarán durante las décadas de los 80 y 90. Pasada la fase de posguerra y estabilizadas las economías de los países que habían sufrido las consecuencias de la segunda guerra mundial, era necesario poner en marcha nuevos mecanismos que dejaran vía libre al proceso de acumulación de capital, principalmente debilitando el sector público en favor del privado y el sector industrial en favor del financiero, lo que se ha denominado neoliberalismo. Además de ello, un cambio fundamental que tuvo lugar en los 70 fue el abandono, por parte de EE.UU., del patrón oro que se había mantenido tras terminar la segunda guerra mundial. Esta equivalencia venía de lejos, se remontaba al año 1879, ya en el periodo posterior a la Guerra de Secesión, y no había estado exenta de dificultades. Durante la Gran Depresión fue una de las rémoras para salir de la crisis. El 20 de abril de 1933 se decidió suspender esa equivalencia de forma transitoria. Pero lo más manifiesto fue décadas después ya que, como consecuencia de la guerra de Corea, se originó un déficit en la balanza de pagos. De acreedor global en 1945, EE.UU. pasó a ser deudor global en la década de los 50.  En 1968 colapsó el London Gold Pool. Y, en 1971, Nixon abandonó la equivalencia dólar-oro. De otra manera, EE.UU. no hubiera podido financiar la guerra en Vietnam. Los Bonos del Tesoro pasaron a ser el reemplazo del oro, y se sentaron las bases para el crecimiento exponencial de la deuda en EE.UU. El dólar se convirtió en un arma de guerra.

 

5. El imperio de la Doctrina Monroe:

En otra paradoja histórica más, lo que en 1823 fue formulado por el presidente Monroe como una política exterior opuesta a cualquier intento de revertir el proceso anticolonial en EE.UU., o de interferir en él, por parte de las potencias coloniales europeas se fue convirtiendo progresivamente en una política justificativa del expansionismo de EE.UU. Más aún, lo que había sido inicialmente una política defensiva de un país que buscaba afirmar su soberanía e independencia frente a potencias europeas superiores militar y económicamente a él terminó siendo parte de una política ofensiva hegemónica a costa de la soberanía e independencia del resto de países del mundo. La multiplicidad de injerencias a través de mecanismos financieros y de operaciones encubiertas, aparte de las operaciones específicamente militares, que han caracterizado durante décadas al imperialismo de EE.UU. lo diferencian (el contexto es otro, por supuesto) del colonialismo europeo anterior a la segunda guerra mundial: tengo el poder para destruirte no solo por la fuerza militar, aunque también (fuerzas expedicionarias, guerras mediante proxis…). Es un poder de varias caras, que confunde y que recuerda, en la diferencia entre lo que se dice y se hace, a la siguiente frase de Maquiavelo: “Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo y, si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras que es difícil reconocerla”. También se podría decir que, a partir de 1945, la relación entre política y guerra ha ido adquiriendo un aspecto diferenciador a la indicada en la famosa frase de Clausewitz: “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”. En el mundo posterior a la segunda guerra mundial, parece que la política es en sí misma la guerra, bajo diferentes formas, pero la guerra. Las características de este imperialismo de EE.UU. pueden determinar un horizonte de conflicto mundial muy diferente al de las dos guerras mundiales del siglo XX.

Allen Dulles, Mohammad Mosaddegh, Patrice Lumumba, Olof Palme:

Como corolario, la breve historia de un ‘infame’ (recordando a Borges y su Historia Universal de la Infamia) y de tres víctimas. El primero es el estadounidense Allen Dulles, agente de inteligencia de larga trayectoria que tuvo en su haber hitos como los siguientes:

  • Operación Amanecer (febrero-mayo 1945): negociaciones secretas entre representantes de EE.UU. y de la Alemania Nazi, al margen de la URSS, para un plan de rendición limitado a las fuerzas alemanas que permanecían en el Norte de Italia.

  • Operación Sujetapapeles (1945-59), programa secreto de EE.UU. por el cual más de 1.600 científicos y técnicos de la Alemania Nazi pasaron a ser empleados del gobierno estadounidense.

  • MK-Ultra, código secreto de un programa de experimentos mentales sobre personas, sin previo conocimiento y consentimiento de ellas, desarrollado por la CIA a partir de los años 50.

  • Operación Ruiseñor, programa de control de los medios de comunicación de EE.UU.

La sombra alargada de la CIA en el periodo en que Allen Dulles estuvo al frente de ella alcanzó al iraní Mohammad Mosaddegh en su año de inicio (1953) y al congoleño Patrice Lumumba en su año final (1961). Ambos fueron primeros ministros elegidos democráticamente y depuestos de su cargo mediante operaciones de inteligencia como consecuencia de sus intentos por afirmar la soberanía e independencia de sus respectivos países. El primero se libró de una sentencia de muerte pero terminó sus días en confinamiento. El segundo fue asesinado. Si bien estos dos golpes de estado tuvieron éxito, no fue así con el pretendido por la CIA en Cuba también en 1961. El ‘pinchazo’ de la invasión de Playa Girón le costó el puesto a Allen Dulles. La implicación de este personaje en el asesinato de quien le destituyó, John F. Kennedy, presidente de su propio país, es todavía objeto de especulación y debate (teoría conspiratoria según algunos) mientras permanecen bajo cerrojo miles de documentos que podrían arrojar luz sobre el asunto. Añadir finalmente al currículo de Allen Dulles que quien pudo ser el cerebro de la ejecución pública de John F. Kennedy fue nombrado miembro de la comisión oficial encargada de investigar el magnicidio (Comisión Warren). Dejando atrás a Allen Dulles pero no a las operaciones encubiertas, recordar al sueco Olof Palme, que murió tiroteado en una calle de Estocolmo en los años ochenta. ¿Qué se pudo torcer para este primer ministro elegido también democráticamente? Quizás que se le acusó de prosoviético durante la crisis de los euromisiles o que, por ejemplo, había llegado a prohibir la visita de dos barcos de la armada estadounidense a puertos suecos: ¡ay, la deriva adquirida por la Doctrina Monroe!


 

A continuación, una síntesis del debate que se siguió, algo alejado de la propuesta de la ponencia, razón por la que se emite por separado:

 

1.- La construcción de la hegemonía norteamericana

La construcción de la hegemonía norteamericana se basa en procesos históricos, ideológicos y económicos que consolidaron a Estados Unidos como potencia dominante. Tras su independencia, los colonos, y no las poblaciones originarias, lideraron la organización política, social y económica, impulsando la expansión hacia el oeste y el sur. Esta expansión se sustentó en tres pilares: Dios (el «Destino Manifiesto» que legitimaba su misión civilizadora), Raza (el darwinismo social que justificaba la superioridad) y Capital (el motor económico).

En el siglo XIX, Estados Unidos se consolidó como nación mediante la expansión territorial, el exterminio de indígenas y la doctrina Monroe, que afirmaba su derecho a intervenir en el continente. Aprovechó la ciencia, la tecnología y la mentalidad europea sin las rivalidades internas de Europa, lo que le permitió un crecimiento acelerado.

En el siglo XX, tras la crisis de 1929, Estados Unidos buscó nuevas vías de expansión, centrándose en el rearme, el complejo militar-industrial y la captación de científicos, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial. Su poder se concentra en una oligarquía formada por grandes corporaciones, el complejo militar-industrial y agencias de inteligencia, que planifican a largo plazo.

La hegemonía de Estados Unidos no solo es económica, sino también cultural y civilizatoria. Sin embargo, su declive no se limita a lo económico, sino que incluye el cuestionamiento de su modelo de relaciones sociales e internacionales.

 

2.- Las contradicciones del capitalismo:

Las contradicciones del capitalismo radican en su capacidad no solo de destruir sistemas anteriores, como el feudalismo, sino también de autodestruirse. Su dinámica se basa en un crecimiento indefinido, lo que lleva a la superproducción de mercancías y capital, generando crisis periódicas. Estas crisis obligan a la destrucción del exceso para reiniciar el ciclo de acumulación.

El capitalismo se adapta y mantiene su hegemonía mediante estrategias como la destrucción creativa, un proceso que, según Nietzsche, legitima el sistema al generar nuevas oportunidades. Marx, por su parte, señalaba que la burguesía debía eliminar los vestigios del pasado para liberar su potencial creativo. Sin embargo, este proceso también genera resistencias. Aunque la clase trabajadora ya no es el principal agente de resistencia, surgen movimientos globales con una fuerte conciencia y valores que desafían al sistema occidental.

El imperialismo, como extensión del capitalismo, necesita justificarse identificando enemigos globales. Durante la Guerra Fría, fue la URSS; tras la caída del Muro de Berlín, el «eje del mal» y la «guerra contra el terror»; y actualmente, se enfoca en potencias «revisionistas» como Rusia y China, que cuestionan el «orden basado en reglas». Estas contradicciones y adaptaciones reflejan la naturaleza conflictiva y cambiante del capitalismo.

 

3.- El belicismo:

El belicismo de Estados Unidos tiene sus raíces en la herencia del imperio británico, pero su expansión se ha basado en el uso de las armas. A lo largo de su historia, ha establecido bases y enclaves estratégicos en todo el mundo, como en el caso de Israel. Sin embargo, a pesar de su superioridad tecnológica, ha acumulado fracasos militares, lo que lo llevó a recurrir a las armas nucleares como herramienta de poder, especialmente respaldado por los neoconservadores.

Desde la guerra de Vietnam, Estados Unidos ha cambiado su enfoque bélico, optando por guerras «proxy» o por delegación, enfrentándose a enemigos con capacidades militares limitadas. Estas guerras, aunque carecen de objetivos claros, se han prolongado debido a los grandes beneficios que generan para el complejo militar-industrial.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de nuevas formas de guerra ha permitido a Estados Unidos ir más allá de los límites de la guerra convencional, utilizando estrategias que no dependen únicamente de resultados militares directos. Este enfoque refleja la adaptación del belicismo estadounidense a las cambiantes dinámicas globales.

 

4.- Algunas incertidumbres:

En la URSS se instauró provisionalmente un proceso de “capitalismo de estado” para acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas. Hoy en Rusia hay elementos claramente heredados de la antigua URSS y las corporaciones han perdido buena parte del poder político que lograron con su desmantelamiento desde que empezó a gobernar Putin.

Es esta capacidad de crecimiento acelerado capitalista la que propuso Deng Xiaoping tras el fracaso de las políticas del “Gran salto adelante” y la “ Revolución Cultural”. Un proceso de capitalismo controlado en ciertas regiones, donde el partido Comunista Chino y el Estado mantienen el control político, ideológico y social. El poder de las corporaciones no alcanza al poder político ni al control ideológico.

También el Che postuló la necesidad de un proceso similar para habilitar el desarrollo socialista posterior a la Revolución, aunque advirtió sobre los peligros de estas políticas económicas para la construcción del socialismo.

Hoy no hay ninguna certeza sobre el futuro de procesos de transición al socialismo. El nuevo orden se plantea con multilateralidad capitalista, pero también con resistencias, que no sabemos a dónde nos conducen.

Las élites corporativas tienen terror a la pérdida de la hegemonía de Occidente; por eso están empujando a una gran conflagración mundial contra China y Rusia.

 

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