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Seminario otoño 2024. Sesión 3

EL arriesgado viaje del centro del mundo al multilateralismo»

Sesión 3, 27 de octubre de 2024

Tema: Caída de la URSS y nueva estrategia expansionista de Occidente

(Ponencia de Ángeles Diez)

 

En los años 70 se produce la crisis del orden económico establecido tras la SGM. Se impone el modelo neoliberal, liberalización del capital y flexibilización de la mano de obra; se inicia la globalización. Los estados-nación pierden la capacidad de decisión, frente a las grandes corporaciones y entidades financieras. Aparecen otros sujetos políticos, los lobbies y las ONGs.

Con la implosión de la URSS entre el 85 y el 91 y la 1ª guerra del Golfo, EEUU trata de reorganizar el mundo en otras claves, basado en su hegemonía sin contrapesos. Las fuerzas obreras y populares en el corazón de occidente han quedado desarboladas.

Yeltsin, un personaje incapaz de dirigir un país, se erige como gobernante con un golpe de Estado apoyado por occidente, incluidos muchos intelectuales occidentales que justificaron el golpe.

Tras la caída de la URSS aparecen nuevos estados-nación; se rompen todos los límites establecidos al final de la SGM.

A principios del S XXI, el modelo neoliberal empieza a dar signos de agotamiento. Se suceden las crisis una detrás de otras, lo que revela que se trata de una crisis estructural, sistémica y a largo plazo.

EEUU es el gran hegemón, pero desde la ONU y otros actores se empiezan a plantear nuevos temas relativos a la gobernanza, la paz, los derechos, la protección del medio, etc.

Aparece una combinación de doctrinas de guerra que legitiman las acciones imperialistas de EEUU: la Seguridad Nacional, la guerra global contra el terror, las intervenciones humanitarias…

Los estados no deciden. Es el Club de Bilderberg (e instancias semejantes), a quien nadie ha elegido, el que justifica dónde y cuándo intervenir (lucha contra la drogas, para asegurar el petróleo, etc.). Aparece en los años 50 como parte de la arquitectura surgida de la SGM, pero es tras la caída de la URSS cuando van a encontrar vía libre a su actuación.

A nivel económico, se produce la internacionalización del capital, la especulación, la concentración de capital y la externalización de la producción, con el complejo militar industrial como su principal motor.

Las nuevas tecnologías permiten una guerra de propaganda que anima a las revoluciones de colores para la absorción y colonización de países del este de Europa y para someter a los líderes musulmanes díscolos.

El desarrollo tecnológico permite que la manipulación de las conciencias y las operaciones encubiertas, elementos antes subsidiarios de la guerra, sean a partir de ahora los que definan su ejecución, con el empleo del terrorismo antes que la confrontación abierta entre ejércitos.

La tecnología digital permite la reactivación del capitalismo, pero también la expansión exponencial de la vigilancia y control de la población, que supone un salto cualitativo en la guerra cognitiva.

También permite la reducción al mínimo del tiempo transcurrido  entre la decisión y la ejecución de un ataque, con lo que se multiplica extraordinariamente su capacidad letal.

La guerra híbrida combina todos los elementos de intervención, además de una propaganda brutal contra las propias poblaciones
Todo se nos presenta como conflictos aislados, no como una guerra mundo que se lleva a cabo contra todo lo que sea un obstáculo a la hegemonía estadounidense.

El orden unipolar supone, en lo social, vigilancia y control mucho más patentes y manipulación desde la hegemonía ideológico-cultural, un control que se ha interiorizado gracias a la tecnología digital.

Tras la ruina que supuso el derrumbe de la URSS, Rusia remonta la situación para recuperarse como potencia y ocupar su lugar en el orden político; se va generando la multipolaridad. Son dos décadas largas que ha tenido el pueblo ruso para saber en qué consiste el capitalismo occidental.

La recuperación de Rusia con Putin, basada en un nacionalismo de la cultura y los valores heredado de la URSS y un nuevo sistema jurídico no basado en la imposición, sino en la cooperación y el acuerdo, abre una ventana de oportunidad a un mundo multipolar.

Esta recuperación tampoco está exenta de contradicciones: en la esferas del poder en Rusia conviven hoy parte de los oligarcas que se enriquecieron obscenamente con el saqueo del país, si bien muchos otros han sido apartados del poder.

Este proceso, sin ser revolucionario, permite que los pueblos tengan más posibilidades de desarrollo autónomo y hasta revolucionarios.

Aparece la tensión entre la unipolaridad y la multipolaridad; no se trata de un proyecto distinto al capitalismo, pero sí hay contradicción entre un proyecto de confrontación y conflicto (caos productivo) contra otro de cooperación y confianza.

Occidente ha utilizado la bandera de los derechos humanos tratando de imponerlos al mundo, pero centrándose en los derechos civiles y políticos y despreciando los derechos económicos, sociales y culturales, abusando de su hegemonía ideológico-cultural.

La reunión de Kazan de los BRICS implica una introducción y avance de líneas de una nueva arquitectura mundial, anunciando cambios históricos de largo recorrido y que tardarán mucho en implantarse.

La propuesta de los BRICS no plantea la desaparición de la ONU, sino una reforma para que la toma de decisiones sea por consenso.

El proyecto de multipolaridad se puede entender como un esfuerzo para marcar nuevamente los límites y de establecer nuevos sujetos colectivos propios del sur global. Países que protegen, pero no se repliegan hacia adentro en visiones autárquicas, sino que caminan hacia la cooperación y la convergencia.

La geopolítica actual se basa en poder, seguridad e intereses. Esto es incompatible con la paz. Por eso el éxito de los BRICS también tiene que ver con poner en la mesa seguridad, desarrollo y relaciones en las que todos ganan.

La Federación Rusa no se está dejando someter por Occidente, pero tampoco por sus oligarquías. Su relación con los países que tratan de rebelarse contra el imperialismo les permite tener una mayor confianza en este proyecto.

Los BRICS son países capitalistas, pero acosados por Occidente y con un modelo de capitalismo surgido y cocido en la periferia. Este capitalismo tiene poco que ver con el de los países centrales, colonizadores y explotadores históricamente. Los Estados como China y Rusia siguen teniendo el control sobre la economía y la política.

En las condiciones actuales, la prioridad es detener la lógica belicista. Caben solo dos posiciones: los que no pueden sustraerse al belicismo porque forma parte de su subsistencia y los que se oponen a este belicismo.

El capitalismo no es solo un modo de producción, sino también, un modo de entender la vida en la que todo es objeto de intercambio. Es todo un sistema institucionalizado el que entra en crisis y se expresa en los ámbitos de relaciones sociales, crisis ecológica y crisis política, que pueden llevar a la destrucción del sistema capitalista, pero también a la de toda la humanidad.

Pero en los tres ámbitos hay movimientos emancipatorios (nuevas relaciones sociales, otra relación con la naturaleza, otras formas de participación política) que debieran confluir para el éxito. Las posibilidades de una reformulación del capitalismo son cada vez menores, pero la experiencia de las resistencias son de admirar: sometidos a un real genocidio, siguen con la determinación de resistir, dando la batalla y negándose a cumplir el papel de víctimas.

En la crisis de Occidente no hay que perder de vista la alienación profunda que nos hace perder el sentido de la realidad. La recuperación y reconstrucción de la conciencia es un problema que tenemos que resolver, no pasivamente, sino a partir de la acción.

 

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