Sin simulaciones
A cara descubierta y sin simulaciones. Lo de Colombia, lo de España y lo de Francia son lo mismo con diferentes ropajes. En Colombia se mata, en Francia se insta un golpe de Estado y en España se vota. Tres formas clásicas de actuación del capitalismo que tiene ya muy claro que el «progresismo» está amortizado (y supongo que si en la FARC entreguista queda alguien con cerebro se estará dando cuenta del error cometido) y no le importa actuar sin simulacros ni subterfugios. Solo hay un país, Alemania, donde todavía se actúa así impulsando a Los Verdes, la nueva marca del capitalismo y su pretendido «rostro humano».
La protesta popular en Colombia está siendo sofocada a sangre y fuego (sin olvidar el constante y continuo asesinato de dirigentes populares y ex guerrilleros), pero no es Venezuela. Por lo tanto no hay OEA, ni Comisión de Derechos Humanos de la ONU, ni «Grupo de Lima», ni «autoproclamados» reconocidos por Occidente, ni sanciones, ni nada de nada. Solo «preocupación». Bueno, no está mal, siempre es mejor morir dejando algo de preocupación en los valedores de los sacrosantos «valores democráticos» que morir con su más absoluta indiferencia.
La votación de ayer en Madrid (capital del Estado canalla más conocido como España) supone la muerte del famoso 15-M, del «no nos representan», de «otra forma de hacer política», de «la casta» y de «romper con el régimen del 78», de «transversalidad» y de «ya no hay ni izquierdas ni derechas». Eso no duró nada más que tres o cuatro años y luego los quinceemesistas se convirtieron en lo mismo que criticaban.
El pronunciamiento militar en Francia es la explicación más clara de todo lo anterior, de cómo el fascismo ha entrado en una guerra de posiciones (en Colombia se está dispuesto a llegar a la guerra clásica) buscando sellar, a través de una constante batalla ideológica (Madrid) la alianza entre el bloque popular, la pequeña burguesía y la más reaccionaria como garante de los intereses capitalistas.
Esta fue y es, desde siempre, la estrategia del fascismo. Y el avance es imparable, favorecido por la asombrosa estupidez (y benevolencia) de los «progres» tipo 15-M que se retiraban de todas y cada una de las fortalezas clásicas (con aquello de «ya estamos en las instituciones») dejando que las ocupasen los peones fascistas.
Y de estas tres situaciones, la más preocupante para mí es la de Francia. El pronunciamiento militar, de personal en activo y en la reserva (y que supera las 23.000 firmas) se hizo en un momento clave: en el 60 aniversario del intento de golpe de Estado en Argelia para impedir la independencia de ese país. Mirad el hecho: un país colonial se opone a que sus vasallos, árabes y musulmanes, se independicen. Sesenta años después repiten lo mismo hablando de «hordas de los suburbios».
Preocupante porque, siguiendo con los silencios, nadie de la OTAN ha dicho ni mú. Francia es miembro de la OTAN, sus militares firman un manifiesto fascista y racista. Y la OTAN callada. Luego quien calla, otorga. No hace falta a estas alturas descubrir el carácter faccioso de los militares de la OTAN, tan habladora contra el «comunismo chino» o contra Rusia.
El pronunciamiento militar en Francia no tiene por objetivo un golpe militar sino preparar las mentes para una recomposición política sobre los «valores» del orden y la autoridad. Podéis ver los lenguajes tanto en Colombia como en España. Iguales, con diferentes versiones pero con el mismo objetivo. Y el machaque constante desde los medios de propaganda para reforzar el discurso económico (y social) en aras de las demandas del capital.
La descomposición política e ideológica es el terreno donde se ha fraguado todo este escenario (y esta ofensiva). En Colombia, con la entrega de las armas por las FARC; en España, el 15-M y sus tonterías y en Francia, las actuaciones dubitativas de la izquierda y los sindicatos con los «chalecos amarillos». En los tres países una parte importante de esa descomposición ha sido «el rechazo a la violencia», donde es más importante un contenedor de basura quemado que el desempleo masivo, que la pobreza creciente, que la precariedad del trabajo. La responsabilidad de la pretendida «izquierda» en ello es total (y os recuerdo algo que ya publiqué al respecto).
En Francia, donde la impronta colonial está en el trasfondo de ese pronunciamiento, se acusa a la inmigración de todos los males. En España es el «separatismo», especialmente el catalán. En Colombia se habla de «terrorismo» y se terminará acusando a Venezuela. Todo simple, pero efectivo. Y las pretendidas «fuerzas de izquierda» inertes ante este discurso, plegándose al mismo y renunciando a luchar.
En Colombia se está haciendo frente, a costa de muertos, heridos y desaparecidos, pero todo se calmará si no hay una visión de lucha contra la lógica capitalista. Se ha conseguido la retirada de la reforma tributaria, pero queda mucho para que haya un nuevo equilibrio de fuerzas que rompa la estrategia del capital puesto que ya no hay un contrapoder armado (solo queda el ELN y unas FARC reconstituidas pero lejanas) que haga frente a su fuerza de choque: el ejército. Desde hace años las llamadas «fuerzas alternativas» (?) están tratando de negociar con el gobierno ciertos temas sociales que ahora sí estará dispuesto a negociar. Obligado, desde luego, pero eso le va a proporcionar aire hasta recomponer fuerzas. Y las «fuerzas alternativas» (y el capital) tan contentas. Pero a buen seguro que no se cederá en lo principal, que en estos momentos es la desmilitarización del país. Eso no solo daría aire interno a Colombia, sino externo a Venezuela.
En España se agacha la cabeza. Con las elecciones de ayer en Madrid el nacionalismo español de matriz franquista ya no va a tener freno. El «gobierno más progresista de la historia» es historia (corta); está acabado. Si antes no lo hacía, pero aparentaba algo, ahora ya no va a tomar ni una sola medida que moleste al capital. Ha tenido una ocasión histórica para cambiar el Estado y ahogar al fascismo, pero ni lo ha hecho ni, lo que es peor, lo ha querido hacer. Y no se puede echar la culpa al coronavirus.
Se acabaron las simulaciones. Todo el mundo está en su sitio: el fascismo en la vanguardia y nosotros en las catacumbas, preparándonos para enfrentar lo peor que está por venir.
(Publicado en el blog del autor, el 5 de mayo de 2021)