Solo un villano. El lince
La higiene es buena, necesaria. Pero cuando hablamos de cabeza, la higiene se convierte en esencial. Y, por higiene mental, lo que hay que hacer es no hacer caso a los medios de propaganda. Por el contrario, lo que hay que hacer es pensar, algo que es cada vez menos frecuente en Occidente. Aprended de los chinos, por ejemplo.
Esto viene a cuento de la rebelión de este fin de semana en Rusia.
Lo primero que hay que decir es que nunca sabremos la verdad o, en el mejor de los casos, nos acercaremos a ella si el protagonista acaba durmiendo con los peces. ¿No quedamos en que Putin es un ser maquiavélico que no tiene ningún escrúpulo en deshacerse de sus enemigos envenenándoles, asesinándoles y demás? A ver si al final va a resultar que todo esto no es más que otro de los cuentos para asustar niños occidentales y Putin no es tan malvado. ¿Cómo es que deja escapar a este tipo así, sin más? Ya veo al bufón Navalny, hasta ahora el niño bonito de Occidente, haciendo huelga de hambre porque pierde su privilegiada posición.
Porque esa es otra. Quien era el siguiente demonio en la escala occidental ha pasado a ser un héroe (también lo era para una parte de la sociedad rusa, sobre todo a raíz de la liberación de Artemovsk) que se ha atrevido a enfrentarse al primer demonio. Y todo sin transición alguna. Normal, dado que en Occidente lo que hay es gente inculta y atrasada que es incapaz de recordar lo que se decía hace cinco segundos.
Ahora resulta que Occidente lo sabía, que podía tener vínculos con el tipo, que… Sea como fuese, y repito que nunca sabremos la verdad, o al menos tardaremos mucho tiempo en ello, hay un hecho cierto: la famosa oligarquía rusa no se puso de su lado y el ejército menos aún. Hay muchas teorías, rusas, que son las importantes, pero hay un hecho cierto: el movimiento se produjo cuando los neonazis estaban casi exhaustos, recibiendo una paliza colosal. Eso no puede ser casual, aunque a lo mejor sí. Vaya usted a saber, que nunca lo sabremos.
Lo cierto es que nadie se puso de su lado. Sí, hay vídeos de gente aplaudiendo y saludando, pero es equivalente a si salgo yo con algunos amigos a hacer lo mismo cuando pasa por mi pueblo una columna de jornaleros en marcha hacia ninguna parte, reclamando algo para lo que no se les va a escuchar. Yo lo puedo magnificar hasta el infinito, y más allá, pero poco más: no tiene valor real. Pues eso mismo. La quinta columna no se ha manifestado, sigue oculta porque se ha rebelado aún muy débil para las pretensiones occidentales. Por eso puede, solo puede -porque nunca sabremos la verdad- que jugase su última carta, el exilio a Bielorrusia porque vio, de repente, que no tenía apoyos militares, políticos ni sociales.
O no, porque nunca lo sabremos. A lo mejor es una estratagema del diablo número uno, de Putin, para colocar a los wagnerianos muy cerca de Kiev y dar el golpe definitivo a los neonazis. Porque si yo estuviese en su piel, ahora estaría temblando porque si es cierto que Putin está débil, asustado, etc., etc., pensaría que para salvar la piel y el prestigio daría el golpe definitivo. Y puede que no se esté muy lejos de ello. O a lo mejor el villano tenía algo de razón con la corrupción dentro de las altas esferas del ejército -no menor que la suya, puesto que es uno de los principales suministradores de comida y otras cosas al ejército- y pronto veremos movimientos en ese sentido, de limpieza y cambios en las altas esferas del ejército. Quien sabe.
En Occidente lo que hay es una absoluta estupidez, con gente incapaz de escuchar lo que se dice en otras partes, drogados con sus estereotipos fascistizoides. El villano ha mentido innumerables veces, aunque siempre se le ha dado crédito. Y eso pasa porque en Occidente ya no hay capacidad de pensar en una situación compleja.
Por ejemplo, cuando Putin, que es un conservador, lanza un zarpazo a los comunistas rusos al comparar la situación con la forma en que los bolcheviques se aprovecharon de la guerra para derrocar al zar. No es nuevo porque ya acusó a Lenin de estar en el origen de todo porque creó Ucrania. ¿Está diciendo a Occidente que o yo o el caos, pero el caos llegará de los comunistas y que los pro-occidentales no son nadie? No es probable, pero sí es cierto que el Partido Comunista de la Federación Rusa está creciendo como consecuencia de situación. ¿Significa esto algo -la foto es de ayer- cuando ha pasado todo lo del fin de semana? ¿Es un símbolo de una dotación aislada o representa algo más? ¿Vuelve el rojo?
En cualquier caso, Putin ha demostrado su capacidad para prevenir conflictos de envergadura con este asunto, aunque está por ver si todo está acabado. Pero eso lo pongo en una situación similar a EEUU o a la propia Europa. Hoy en todo el mundo, excepto en China, hay una gran desestabilización, interna y externa, que no se sabe aún cómo va a terminar.
Para Occidente, eran tres las armas estratégicas a utilizar contra Rusia: las «sanciones del infierno», que han resultado ineficaces; las «wunderwaffen», las armas maravillosas que han resultado arder mejor que las teas (y esta foto es de ayer, también), y los conflictos internos dentro de Rusia.
Las tres han fracasado, por lo que ahora Occidente está paralizado y solo tiene dos salidas: una escalada tipo bandera falsa y una implicación directa, más directa todavía, -con el riesgo de la visibilización definitiva de la OTAN como un tigre de papel- o la rendición inmediata. Ya no tiene escapatoria. El villano puede haber cumplido su papel, de una u otra forma.
(Publicado en el blog del autor, el 26 de junio de 2023)