Esclavos Unidos, proyecto para las sociedades capitalistas
El historiador Johan Huizinga, cuando escribía sobre el otoño de la Edad Media, sostenía que, a medida que las cosas se desmoronan, se abraza el sadismo como una forma de afrontar la hostilidad de un universo indiferente. Una vez roto el vínculo con un objetivo común, una sociedad fracturada se refugia en el culto al yo. Se celebra, tal como hacen las empresas y corporaciones en Wall Street o la cultura de masas a través de los programas de telerrealidad, los rasgos clásicos de los psicópatas: encanto superficial, pomposidad y arrogancia; necesidad de un estímulo y una excitación constantes; inclinación a la mentira, el engaño y la manipulación, e incapacidad para el remordimiento o la culpa. Consigue lo que puedas, tan rápido como puedas, antes de que algún otro lo haga. Este es el estado natural de la “guerra del todos contra todos”; como consecuencia del colapso social.
Autor: Chris Hedges, periodista, escritor y presentador de televisión, ganador del Premio Pulitzer, en la introducción al libro Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream, de Helena Villar.
Relean nuevamente, piensen en qué tiene que ver su mundo real con lo leído, con la sociedad en la que viven: encanto superficial, pomposidad y arrogancia, estímulo y excitación constantes, mentira, engaño, manipulación, ningún remordimiento, … guerra de todos contra todos, sociedad conducida por intereses que no son los de la mayoría. Solo los bárbaros esclavizan. La tendencia en el orden occidental del capitalismo es psicopática; para conseguir llevar a la mayoría a ese estado, los interesados crean el mito del individualismo feliz, alimentan el ego, el supremacismo racial, la separación personal de lo común de clase y la creación de islas diferenciadas por aspectos particulares.
La experiencia más fidedigna la encontramos en EEUU, fuente que proyecta su influencia al resto del mundo, modos de influencia que maneja la clase poseedora de EEUU, poseedora global junto con los de su misma condición en colaboración desde otros territorios.
Las luces de la esclavitud permanecen encendidas desde hace cientos de años en continentes aledaños y alejados de América del Norte y de Europa, y dentro de estas dos áreas, donde han querido hacernos creer que eso ha quedado atrás, se encuentra el hilo de las formas nuevas, contemporáneas, de lo que se nos dice que no existe, pero lo cierto es que hace años que los dueños sociales programan la neoesclavitud para ir adaptándonos y hacer que el nivel de aquellas aguas putrefactas vaya subiendo y, aceptadas y normalizadas, se generalicen en el mitificado occidente.
Helena Villar, autora de Esclavos Unidos. La otra cara del American Drean, periodista de la televisión rusa RT y corresponsal en Estados Unidos, hace una exposición clara y sucinta del ideario que sustenta a la construcción social que guía a aquellos países que se creen lo que el ministerio de cultura del imperio, Hollyvood, mete en las cabezas: individualismo, pomposidad, superficialidad, normalidad del terror, ignorancia histórica, guerra contra tus iguales, … La bondad del libro de Helena Villar se nos da desgranando aquello que el ideario imperial esconde, lo que se encuentra bajo el EEUU del sueño. ¿Será posible que se sueñe con ser el más feliz de los esclavos? EEUU se traduce como Esclavistas Unidos.
La minuciosidad de la exposición va desde la distribución de las zonas verdes en las ciudades, siempre miserables en los barrios populares, pasando por los desalojos de familias por no poder pagar un recibo; recoge la declaración de Emily A. Benfer, presidenta del Comité de Trabajo sobre Desahucios de la Asociación de Abogados de EEUU, que llegó en verano de 2020 a la siguiente conclusión: “Nunca habíamos visto este grado de desalojo en una cantidad de tiempo tan corta en nuestra historia. Aproximadamente 10 millones de personas, durante un periodo de años, fueron desplazados de sus hogares tras la crisis de ejecuciones hipotecarias en 2008. Estamos viendo entre 20 y 28 millones de personas en este momento, entre julio y septiembre, afrontando desahucios”. La Oficina del Censo de Estados Unidos ha declarado que “una cuarta parte de los inquilinos latinos y afroamericanos habían pospuesto el pago del alquiler en mayo de 2020 y la mitad mostró su preocupación por no poder pagar la renta del mes siguiente”. Los datos son estremecedores, un tercio de la población vive bajo el índice de la pobreza, mujeres, afroamericanos, latinos, estudios por ciudades. Las colas del hambre se cuentan por kilómetros y el gobierno no existe para el desastre social. Según las organizaciones dedicadas a la asistencia social, el 43% de los estadounidenses no tienen como pagar lo más imprescindible para la vida. Los recortes salariales se imponen de un día para otro “hasta el punto de agotar los pocos recursos financieros de los que disponíamos, así como el tiempo para poder encontrar otro trabajo”, declara un entrevistado. Servicios como el del taxi, así como otros trabajos del mismo carácter, pasan por una crisis que acaba con ellos debido a la competencia de las grandes compañías conocidas por todos, que además ni pagan impuestos, ni cotizan por los empleados y los dejan en la calle conforme ganan terreno. El 41% de los trabajadores no tiene ni vacaciones ni días de descanso ningún día del año, y trabajan de promedio 419 horas más que los alemanes. ¿Bajas por enfermedad?, son escasísimos los Estados que lo aceptan, y apenas una cuarta parte de los empleadores. Sobre salarios: “la mitad del país cobra una cantidad muy por debajo de lo que podría considerarse como miseria. Un empleado a tiempo completo ganando el salario mínimo federal está muy por debajo de la línea de la pobreza, y 26,94% de los trabajadores lo hacían a tiempo parcial en 2019, lo que ha seguido aumentando y más con la pandemia”. A esto hay que añadir los millones de parados. ¿La sindicación?, el caso de los sindicatos nos lleva a pensar en qué hace una sociedad de trabajadores sin organizaciones de clase.
El capítulo titulado Cómo se sobrevive y se sobrevive al sistema, es especialmente delicado por el panorama social bajo los opiáceos: entre 2006 y 2014 se distribuyeron 100 mil millones de opiáceos y otros 24 mil millones más de dosis de pastillas para dolores adictivos. En 2020, cada 25 minutos nació un bebé con síndrome de abstinencia neonatal, y el número de muertos es mayor que los ocasionados por la violencia armada, que en Esclavistas Unidos son cifras propias de una guerra. Las multinacionales farmacéuticas saben de ello. Un dato que se aporta en el libro: “La principal causa de muerte entre los menores de cincuenta años son las drogas y EEUU es el país del mundo con el mayor número de fallecimientos, … según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, con una enorme ventaja sobre los siguientes de la lista. Entre los estudios que se mencionan al respecto, el de Anne Case y Augus Deaton, Deaths of despair, declara: “para la clase trabajadora blanca, la América de hoy se ha convertido en una tierra de familias rotas y pocas perspectivas. Los adultos sin título están literalmente muriendo de dolor y desesperación”. No nos olvidemos del trabajo esclavo en las prisiones, de quienes van a la cárcel, desde niños, en algunos estados desde los 5 años pueden ser detenidos, los motivos por los que se les encarcela, el trabajo esclavo que realizan para las multinacionales, su salida de la cárcel, … pongan atención.
Cada capítulo y cada apartado ofrece información proveniente de la oficialidad, ¿pero usted ha oído o leído algo así?, pues si se hace con el libro va a disponer de la realidad de Esclavos Unidos, esa realidad que hace de semejante país el ejemplo del camino por el que ahora circulamos y a toda velocidad, profundización de las diferencias sociales, raciales, abandono de generaciones a su suerte, individualismo atroz, sometimiento e indefensión tanto laboral, sindical o de cualquier otro tipo, y junto a ello la creencia de la superioridad racial, social y de porvenir. La instrumentalización del pensamiento es la fuerza que niega a gran parte de la población que sea la portadora de la neoesclavitud.
No pierdan de vista el libro, en sus páginas se rompe la normalización de la barbarie contemporánea; todo lo que se muestra lleva tiempo entre nosotros en crecimiento continuo. Si ha pensado alguna vez que las cosas van mal, sepa lo que aún falta por llegar, sepa de la barbarie del imperio que el libro titula Esclavos Unidos.
Despierte, las palabras sobran.