La guerra vertiginosa (I). El Tío Sam, de aquí para allá, con garrote y ramito de misiles
La guerra vertiginosa
Una de las características de las guerras y revoluciones contemporáneas es la enorme velocidad a la que se produce e intercambia la información. Dicha información es casi siempre sesgada en Falsimedia a favor del más fuerte. La segunda característica general es la similar rapidez a la que se realizan las intervenciones variadas -y de desigual intensidad-, en las guerras sectoriales de todo tipo.
Colonialismo y racismo perdurables
Me parece oportuno aclarar –aunque es obvio-, que mi punto de vista es el de la resistencia contra las guerras de dominación que sustentan o pretenden reestablecer con doctrinas y métodos ad hoc, sistemas coloniales o neocoloniales de dependencia. No creo, en modo alguno, en la “objetividad informativa” de los manuales de estilo ni en la objetividad informativa que proclaman, para mentir, los medios de comunicación.
Alguno de esos sistemas, doctrinas y métodos coloniales son más que centenarios; como el encubierto y justificado por el concepto y la teoría del “patio trasero”, que fue precedida por una más, la del “destino manifiesto”. Esta última, de finales del siglo XIX, fue el convencimiento generalizado de que los colonos tenían el derecho de ocupar territorios al Oeste y al Sur del continente. Tenía carácter casi divino y eminentemente racista y de expansión precapitalista o capitalista. Su precedente puede encontrarse en William H. Prescott, historiador e hispanista norteamericano, apologista de las matanzas españolas en Méjico y Perú. Su intención clara era la de justificar el genocidio de los nacientes Estados Unidos sobre los pueblos originarios y su expansión hacia el Oeste.
La primera fue formulada en 1904 por Teodoro Roosevelt como derecho de intervención en todo el continente. Tal derecho, aplicado contra “los que se portaban mal” -en palabras de su propio autor-; acabó generalizándose como “doctrina del patio trasero”, una formulación capitalista e imperialista que negaba su soberanía a todos los países de América Latina. Su enunciación implicaba un racismo de varios grados, importado de la anterior. El “comportamiento adecuado” se exigía de las élites gobernantes –casi siempre blancas-, algunas veces mestizas.
Las prácticas de intervención eran muy variadas. En general, se denominaban “política de las cañoneras” aunque implicaban fundamentalmente la intervención militar de los ejércitos locales; educados en los Estados Unidos; y dirigidos por las embajadas que más tarde funcionarían como meras estaciones de la CIA1.
Al margen del derecho internacional hasta el magnicidio y el genocidio
Los tiempos cambian y las ideas y prácticas -casi siempre extremadamente violentas y dirigidas en buena parte contra la población civil; es decir: calificables como crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidas según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional- se adaptan a la decisión de los EEUU de actuar por cuenta propia al margen del derecho internacional.
Para la elaboración de un sistema judicial propio Washington ha creado los Tribunales especiales -privatizados en buena parte en cuanto a su financiación y cuyos jueces, fiscales y funcionarios son nombrados por Washington y sus aliados ocasionales en las guerras cuyos crímenes se trata de “juzgar”. El Tribunal Especial para la antigua Yugoeslavia y el de Kosovo son casos especialmente sangrantes, así como la ausencia de los mismos Tribunales Especiales para la aplicación de su “justicia” en diversas guerras criminales en las que los crímenes de guerra, de lesa humanidad y de genocidio son realizados por los Estados Unidos, los países miembros de la OTAN, los aliados fieles de los EEUU como Israel, o los aliados ocasionales como los de los países latinoamericanos como el Chile de Pinochet, la Argentina de Videla y CIA y los gobiernos que intervinieron en la “Operación Cóndor”.
Justicia “internacional”, made in USA
Tampoco es infrecuente que los EEUU “ordenen” o”contraten” los crímenes más abyectos a los aliados locales o a las compañías de mercenarios, es decir y en este último caso, a las empresas privatizadas de la guerra mercenaria. Los ejemplos de los asesinatos de Sadam Husein y de Gadafi con tribunales parciales o grupos de mercenarios locales aliados de los EEUU y de la OTAN; son utilizados, además, como instrumentos de intervención judicial o directamente criminal que invita al asesinato de líderes populares y al genocidio.
Tales conductas aberrantes han sido la actividad cotidiana de los EEUU contra Cuba y ahora contra Venezuela, por limitar al máximo una agenda negra que “está sobre la mesa”. Los ejemplos son tan numerosos y tan graves que es casi imposible relacionarlos, ni siquiera aproximadamente.
Otras doctrinas, otras “prácticas”
Otras Doctrinas son más modernas, como el de la Seguridad Continental que en cada estado ha sido conceptuado como Doctrina de la Seguridad Nacional y aplicado bajo prácticas detalladas, multiestatales, como el Plan Cóndor.
Teoría de la Seguridad Nacional o Continental y “Operación Cóndor”, es decir: teoría y práctica contrarrevolucionarias dirigidas por los Estados Unidos.
Desde la Escuela de las Américas a en los actuales cursos de “contrainsurgencia” y “contra terrorismo” se dan instrucciones muy precisas para derrocar gobiernos democráticos legitimados por los pueblos. Desde la OTAN ampliada -con ejercicios de coordinación operativa-, hasta las maniobras de la IV Flota que moviliza a todas las bases próximas o menos próximas a Venezuela y a todas las compañías de mercenarios en la nueva guerra semiprivatizada, semimercenaria, con ejércitos “cipayos” o paramilitares.
La revolución bolivariana en el centro geoestratégico mundial
En la actualidad, estos engendros teóricos y prácticos están funcionando para planear guerras o intervenciones; tanto a nivel nacional como global, continental o bicontinental.
Dejando a un lado, por el momento, los de nivel nacional, como el de Venezuela, tenemos, a nivel continental: América Latina y el Caribe; Europa; África, Rusia y China. En los de área geográfica extensa: el Gran Oriente Medio o el Sudeste asiático. En los de espacio más amplio: el conflicto o la guerra progresivamente global.
Tienen en común con los anteriores que los estados participantes o cómplices de la agresión la ejecutan como resultado “natural” de una estructura permanente bajo un supuesto de exigencia de democracia formal, o bajo condiciones de “revolución coloreada”; y con una realidad intervencionista encubierta en parte bajo el sello de “asunto confidencial, secreto, o máximo secreto”, según los casos.
Las calificaciones reservadas corresponden a los documentos militares que serán hechos públicos cuando pase el período legal de desclasificación. Algunos no serán publicados nunca. Otros son tan públicos como lo requiera la guerra psicológica o los mecanismos de amenaza o de implantación del terror de la población o de los sectores obreros, campesinos o populares.
En cualquier caso entre los hechos infames y la “verdad revelada” pasarán años en los que la “Falsimedia global” se encargará de la desmemoria. No ocurrirá, sin embargo, en el caso de Venezuela. Lo garantizará el triunfo de la revolución bolivariana, la enorme capacidad de resistencia y la potencia de sus alianzas políticas y militares.
En cuanto a la Teoría Global que generaliza la intervención alineada con los Estados Unidos, su aparato armado: la OTAN; y sus variaciones y adaptaciones geográficas en todos los espacios en los que el Imperio se está jugando su supervivencia como tal, podemos encontrarla en dos documentos de carácter público que sirven como elemento disuasivo.
De Bush y Obama a Trump. El paradigma contrarrevolucionario
El más importante es “La estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos” proclamada por George W. Bush”. Se ha complementado con adaptaciones posteriores que se ajustan a la realidad económica y militar.
El segundo documento es la Orden Ejecutiva número 13692, de Barack Obama por la que el Presidente de los EEUU y del Imperio proclama “una emergencia nacional” por la amenaza “inusual y extraordinaria” que supone Venezuela para la política exterior y la seguridad de los Estados Unidos. Tal orden sitúa a la revolución bolivariana en el centro geoestratégico mundial2.
En el caso de Venezuela y la empeñada lucha de su revolución contra el imperio de los Estados Unidos (el “Imperio de los Horrores”, según prefiero llamarle); la entidad neocolonial en todas las áreas geográficas mencionadas, ha presentado públicamente el conflicto, sus credenciales imperialistas para iniciarlo; y su modelo económico, de valores, militar y estratégico.
En lo económico, y sigo refiriéndome a Venezuela y a los países del que he llamado Eje Continental3, Washington, pretende restablecer lo más rápidamente posible, un modelo capitalista neoliberal dependiente, basado en la explotación ilimitada de los recursos con los que cuenta ese país y toda América Latina.
El paradigma trata de extenderse a los países con gobiernos rebeldes (Cuba, Nicaragua y la propia Venezuela); a los que han sido sometidos por la fuerza o los golpes institucionales (Brasil, Honduras, Paraguay, Ecuador); y también a los países que han sido intervenidos y alientan revoluciones populares traicionadas, bloqueadas o en fase de desarrollo (Argentina, Perú, Chile, Haití, y otros países del Petrocaribe además de Puerto Rico y algunos más de las Antillas Menores).
Amenazas de la guerra total y de la guerra asimétrica
Voy a señalar algunas de las amenazas e intervenciones de la guerra híbrida (mejor llamada: “guerra total”) y de la “asimétrica” (mejor llamada: guerra desigual), que están librando Estados Unidos y sus aliados contra Venezuela y los suyos. El escenario es muy complejo pero en estos momentos predominan varios factores escalonados e intensificados de distinta manera por ambos contendientes.
-El escalonamiento es un intercambio de golpes en el que cada uno de ellos es una respuesta o una iniciativa. La iniciativa es, casi siempre, de los EEUU; aunque Venezuela y sus aliados han dado golpes estratégicos considerables, incluso han revertido el curso “determinado” del conflicto. No podemos olvidarlo.
Washington ha financiado y propulsado la guerra interna de las “guarimbas” y ha perdido; Washington ha lanzado la guerra de la “ilegitimidad” de la Asamblea Nacional Constituyente y ha perdido también.
Lo mismo ha ocurrido con las elecciones a la Presidencia que ha ganado Nicolás Maduro junto con las demás elecciones encadenadas que ha ganado también. Por el camino, los EEUU han buscado un presidente de Voluntad Popular, un partido fascista. Lo encontró en Guaidó, que había fundado la mencionada organización junto a Leopoldo López (un conocido “guarimbero”, ya en época de Hugo Chávez).
-Guaidó, guarimbero de poca monta, subordinado a Leopoldo, ha cometido todos los errores y horrores que eran posibles. Entre ellos el de hambrear a toda la población venezolana, con excepción de la oligarquía, y alardear por ello. También el hecho de provocar apagones y quedar, con esa pequeña clase social –la alta burguesía-, al margen de las gravísimas consecuencias.
Además de todo eso Guaidó ha proclamado el derecho de EEUU a establecer el bloqueo económico y financiero y el saqueo de los fondos. Ello ha afectado directamente al acceso de la población (excepto la élite económica venezolana) a los alimentos, los medicamentos. Guaidó ha promovido la guerra contra los CLAP y ha animado a ella al Presidente y el Gobierno de los EEUU.
No obstante, Guaidó mantiene la ligazón con la “Asamblea Nacional en desacato” y los EEUU han proclamado la legitimidad de su “autoproclamación presidencial”. Trump se ha vinculado personalmente y durante mucho tiempo con el “autoproclamado” Guaidó y este chicle se le ha pegado al culo.
Trump caído en su propia trampa
Por otra parte, el carácter indisimuladamente “fascista” de Guaidó y sus compañeros de partido o de partidos afines, se corresponde con el nuevo presidente de Venezuela que necesitan los EEUU (genocidio inmediato, asesinatos masivos, dictadura por tiempo indefinido, eliminación de la constitución y las leyes bolivarianas); y Trump ha empeñado su prestigio planeando minuciosamente su candidatura fake a la presidencia fake; y apoyando personalmente su ridícula “autonominación”.
Ambos están juntos en la retina de todos los ciudadanos de Venezuela, o, peor aún, de todos los ciudadanos del mundo. La candidatura Trump-Guaidó está grabada en la conciencia colectiva y en los archivos de “Falsimedia” para disgusto y desesperación del primero de ellos. De ahí la desesperación del Presidente de los EEUU, sus bandazos, su cólera y sus enormes contradicciones.
Por otro, el presidente estadounidense no tiene muchas alternativas. Buena parte de sus alianzas continentales y exteriores han sido realizadas con órdenes de EEUU a las oligarquías locales; pero ellos (Guaidó y Trump o sus Jinetes del Apocalipsis) han puesto su pobre “teatralidad” personal, su visible y compartido histrionismo.
La fachada ridícula y su bajada de popularidad no le preocupan mucho al Presidente Trump que es un experto en ese tipo de trances. Como modesto consuelo, Trump puede consolarse con la idea de que el “autonombrado” Guaidó, tiene un asilo central en la embajada de España –otro aliado incondicional de los Estados Unidos. Es algo incómoda pero mantiene a Guaidó a corta distancia del palacio de Miraflores.
Trump repite jugada
Por eso, Trump mantiene la estrategia del golpe y la guerra desde Colombia. Insiste, como mal jugador de poker, en repetir las jugadas ya fracasadas. Después de tomarse un reposo, en los sucesivos interregnos entre todo este caos con fracasos sucesivos vuelve a las andadas.
Fracasó con la Operación Humanitaria, con paramilitares colombianos. Volvieron a fracasar en el objetivo inmediato de dos golpes de estado casi sucesivos en los que se pretendía la captación de los mandos militares: más de un 95% se mantienen leales al Presidente Maduro según los propios golpistas. El fracaso fue completo en el intento de asesinato de Nicolás Maduro, su vicepresidenta Ejecutiva, sus ministros y cientos o miles de dirigentes sociales en los barrios populares4.
La presidencia de Trump y su operación -concebida inicialmente como una invasión de conquista directa o apoyada por un golpe interno de militares y guarimbas-, marcará para siempre el fracaso del Donald Trump y sus asesores.
Los conceptos estratégicos se difuminan
Los EEUU habían partido de varios conceptos estratégicos que esta guerra ha hecho desaparecer. El primero de ellos es el del propio poder de los Estados Unidos. Hasta los últimos años, Washington entendía que el poder económico y militar de los Estados Unidos era tan superior a la cualquier contendiente o grupo de contendientes que podía ejercerlos, sin límites y en cualquiera de sus variantes. Antes de entrar en los hechos concretos producidos en los últimos treinta días podemos estableces varios principios generales que pueden variar a lo largo de la guerra o que son ya perdurables:
-Los conceptos fundamentales que engloban las guerras, como los de “generaciones” según la utilización o no de nuevos instrumentos de combate que cambian radicalmente la estrategia militar; o los que se refieren a las desigualdades patentes entre los contendientes, la variedad de los escenarios de combate o la agrupación de estos últimos en conjuntos elegidos por uno de los países o grupos de países enfrentados, constituyen hoy en día un campo continuo de investigación y elección.
Cada escenario abre otro u otros, y beneficia a uno u otro de los contendientes. Por ejemplo: la “guerra económica” es un conjunto incierto de medidas, más o menos intensificables, con daños colaterales y repartibles, que rompen con el orden internacional y, en consecuencia, interfieren con la guerra diplomática, con la psicológica, con las posibilidades de la guerra mediática, la política de paz y la de alianzas. Por supuesto, también con la posibilidad de armarse, de que lo haga el enemigo o de que acceda a recursos básicos para emprender algo tan serio como la guerra.
-La guerra económica –y todas las demás para las que puede ser un mero “ablandamiento”-, aparece como un utensilio criminal y genocida al servicio del más fuerte, como un arma dirigida fundamental y planificadamente a los sectores de población más vulnerables –civiles y, dentro de ellos a los ancianos, enfermos, familias, como un instrumento de aniquilación e imposición de poder, es decir: la guerra aparece como lo que es en realidad, como una lucha de clases a nivel global. Las máscaras caen, poco a poco tal vez, pero eso es algo que no pueden permitirse las clases dominantes. Es su primera derrota.
-Con frecuencia se tiene que hablar de intensidad con referencia al uso de un tipo de medios, o de guerra empleada.
-Uno de los factores que pueden condicionar la guerra a medio y largo plazo es que Venezuela y sus aliados han definido la guerra como defensiva y, por lo tanto -y hasta cierto punto-, están expuestos a la obligación de no tomar la iniciativa.
En cualquier caso están obligados a la autodefensa en todos los frentes abiertos por el imperio, a la ejecución de medidas de autodefensa y a tomar -en estos supuestos- la delantera. Tienen que mantener una situación de permanente vigilancia con la imposibilidad inicial de hacer valer su superioridad en el terreno defensivo, ya que la iniciativa corresponde a los Estados Unidos. No obstante, en ese movimiento dinámico y dialéctico, Venezuela ha infringido ya graves derrotas a los EEUU. Y volverá a hacerlo.
-La guerra –sobre todo en el terreno militar-, se ha convertido en un problema con varias variables referidas, fundamentalmente, al tiempo, a la resistencia y a la tendencia de los factores en juego. Estos últimos se derivan, a su vez, de los diversos frentes abiertos por Washington, su complejo militar-industrial que prioriza los beneficios sostenidos por el presupuesto público, por el Presidente más ignorante, los asesores más fanáticos, el Vicepresidente y los Secretarios de Estado, Exteriores y Finanzas; todos ellos atrapados por el funcionamiento de un sistema capitalista, en fase de decadencia, cuya dinámica general no entienden y que no consigue mantener la tasa de beneficio.
El aparato militar fascistizado
La guinda de todo ello es un aparato militar fascistizado5 que ya no puede guerrear y vencer en el conjunto de los frentes abiertos, que se ve atrapado por alianzas que no consideraba posibles, que no puede recurrir a “todas las opciones” (bajo orden de su Presidente), sin preocuparse por los crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y genocidio, ya que no confía en su superioridad tecnológica y de despliegue; y en sus alianzas que le darían la impunidad absoluta bajo la tutela de sus aliados de la OTAN y sus Tribunales Especiales como los que tuvieron lugar “para la antigua Yugoeslavia”, Iraq, Libia, entre otros, financiados por ONG,s del “entorno” y con jueces nombrados indirectamente por los estados Unidos y sus aliados.
El día 30 de Julio de este año (2019), Alfredo Hurtado, de Misión Verdad, se hacía la siguiente pregunta: ¿Los aviones de EEUU anuncian una agresión formal a Venezuela? Tal pregunta enuncia lo que se plantea como dilema de fondo sobre cuándo se inicia la agresión y puede activarse la defensa. Tal disyuntiva ya se ha planteado en los frentes de Corea del Norte, Siria, el entorno de Rusia (Ucrania), China (los países de la ruta de la seda y la guerra comercial), e Irán, por no hablar más que los frentes en los que se ha implicado directamente el Imperio.
La guerra es vertiginosa, tal como se advierte en la rapidísima secuencia de hechos agresivos, de los cambios fulminantes de estrategia, de las variaciones y combinaciones en los campos en los que se guerrea, de presiones casi irresistibles y de cambios constantes de las armas que se emplean y de las alianzas y frentes en los que se establecen las alertas.
La última alerta amarilla en el frente colombiano ha sido un éxito de rapidez con factores de defensa encubiertos. El pueblo colombiano está muy cerca de poner en marcha una alianza activa contra la guerra en Venezuela que le complicaría mucho su supervivencia económica, generalizaría el hambre de los campesinos y con ellos la movilización de los sectores bolivarianos y la deserción de muchos militares. Como diría Diosdado Cabello: “Todos lo sabemos. El que entendió, entendió. No se lo vamos a explicar”.
Las alertas puntuales que han tenido lugar con motivo de los vuelos de los aviones EPE-3 Ares II, espías de emisiones electromagnéticas, han sido rápidas, concretas y eficaces. Han desmantelado una amenaza poco creíble pero dirigida al aumento de la presión sobre la población.
Lo cierto es que el manejo de los tiempos ha sido un éxito estratégico del Presidente Nicolás Maduro, de su gobierno revolucionario y de su Estado Mayor. En resumen de la Unidad Pueblo-Fuerzas Armadas, “los dos brazos de la revolución”.
8 de septiembre de 2019
El próximo artículo tendrá por título:
La guerra vertiginosa (II)
Así, sin tapujos, las denomina Vasco Gonçalves: http://www.rebelion.org/docs/226685.pdf ↩
https://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/03/150309_ultnot_eeuu_venezuela_sanciones ↩
http://www.cubainformacion.tv/index.php/america-latina/82580-venezuela-y-el-eje-continental ↩
http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/07/14/venezuela-la-operacion-vuelvan-caras-y-la-noche-de-san-bartolome/ ↩
El Jefe del Comando Sur, almirante de la Armada Craig Faller, es el representante simbólico de este sector duro de la Armada de los EEUU ↩
Gracias Don Antonio por haber cambiado las «i» de las notas por números (1) mis dioptrías se lo agradecen. Por supuesto gracias también por sus edificantes e interesante artículos. Saludos cordiales, Daniel