Seminario otoño 2024. Sesión 7
EL arriesgado viaje del centro del mundo al multilateralismo
Sesión: 7, 24 de noviembre de 2024
Tema: Declinar de la hegemonía de EE.UU. ¿Hacia la guerra total?
(Ponencia de Gueorgui)
La hegemonía Norteamericana.
Hemos visto en sesiones anteriores como, tras la Segunda Guerra mundial, los EEUU se constituían como fuerza hegemónica en el imperialismo implicando la subordinación del resto de las potencias capitalistas, europeas y no europeas, pues con las contadas excepciones del campo socialista y el grupo de los países No Alineados, todas las oligarquías del mundo aceptaron esta subordinación.
El concepto de hegemonía implica la aceptación voluntaria de la supremacía de un ente en un determinado ámbito. Por lo general, es una forma de poder blando, aunque frecuentemente lo es sólo en apariencia.
Esta aceptación de la subordinación puede deberse a un conjunto de factores, como el temor a represalias o el temor a terceras amenazas, (de clase, de rivalidad nacional,…) que se ven mitigadas por la propia subordinación. También obedece a intereses más básicos, como la oportunidad de seguir ejerciendo un poder local hegemónico o duro al amparo de la propia subordinación.
Las herramientas para sostener esta hegemonía son también multidominio. Está la hegemonía militar y el estado de ocupación factual de prácticamente todos los países del dominio, muy en especial los de Europa, a través de la red de bases militares, despliegue de tropas y sistemas de armas, pero también a través de la imposición factual, inicialmente como herencia de la SGM, de la matriz armamentística-industrial y sobre todo, su base tecnológica.
También está la hegemonía financiera, por la que grandes grupos de inversión de sitúan en la mayor parte de los consejos de administración de las grandes empresas y en general de los grandes bancos, con la posibilidad de influir en las decisiones empresariales, de instrumentalizar influencias políticas y con la amenaza de manipular el mercado de valores y al resto de los accionistas.
Dentro de esta, la hegemonía monetaria permite monopolizar la moneda de intercambio internacional, controlando la emisión de moneda en el mundo, también la emisión de títulos de deuda pública o privada, trasladando la inflación a terceros países y permitido vehiculizar un poderoso mecanismo de sanciones, chantajes y represalias.
La hegemonía cultural permite imponer la visión del mundo mediante el control de los medios de comunicación e información, pero también de las artes, las marcas comerciales, las costumbres y tradiciones. La hegemonía cultural permite extender esta subordinación más allá de grupos oligárquicos políticos y económicos locales, a amplios sectores de la población, que no solo aceptan voluntariamente la supremacía hegemónica, sino que no toleran la discrepancia al resto de la población.
Todo este sistema hegemónico, muy en especial el cultural, consiguió traspasar las fronteras del campo socialista y fue un factor decisivo en el derrumbe de la URSS y de la mayor parte de los países socialistas.
La caída de la URSS y el poder unipolar norteamericano
Tras la disolución de la URSS, la hegemonía norteamericana se autoconstituyó como un único poder unipolar en el mudo. Las nuevas oligarquías que emergieron en los países del campo socialista, incluida la propia URSS, no tardaron en pasar de la admiración por el escaparate capitalista en el que emplear el producto del pillaje en el desmantelamiento de las empresas estatales y el propio estado, a facilitar la entrada a los poderes financieros y militares capitalistas.
En algunos casos se trató de un verdadero aquelarre y en otros casos obedeció a procesos más sutiles, orquestados mediante la instrumentalización de préstamos de los organismos internacionales condicionados a entradas de capital, privatizaciones y reformas estructurales. No tardó en iniciarse el proceso de incorporación a las estructuras militares mediante acuerdos bilaterales, para acabar todos integrados en la OTAN.
Si en Rusia Gorbachov rindió el país y lo desmembró en contra de la voluntad de la mayor parte de la población, los sátrapas como Yeltsin y otros similares en otros países, lo desmanteló y subastó sin reparar en el uso de la fuerza más brutal.
La desaparición del campo socialista dio paso a una fase de la hegemonía diferente, sin rivales ni discurso alternativo, con la voluntad y capacidad de erradicar todo vestigio de resistencia nacional. Así, Yugoslavia fue desmembrada, Irak arrasada, después Libia, en la mayor parte de las veces, en un ejercicio de intervenciones proxy o directas que calificaron de carácter “humanitario”, aceptadas por amplios sectores de las poblaciones occidentales.
En su arrogante locura, llegaron a hablar del fin de la Historia y a imaginar un poder sin límites.
No tardó occidente, justo después de la disolución de la URSS, en declarar abiertamente que Rusia aún era un país demasiado grande para ser controlado. Demasiado grande, y el principal heredero del poderío militar soviético, en especial el nuclear. El proceso de desestabilización e intervención no ha cesado tanto en Rusia como en el resto de las repúblicas ex soviéticas que la rodean. Desde las guerras en Chechenia, Moldavia y Transnistria, Armenia y Azerbaiyán, Georgia como la abducción e incorporación a la OTAN de las Repúblicas Bálticas y finalmente, Ucrania. Guerras, golpes de estado, duros o blandos, inserción de grupos terroristas …
La propia Rusia se vio amenazada directamente por una revolución de colores, la “Revolución Blanca” de 2001, que afortunadamente fue neutralizada con una gran movilización popular. Como consecuencia de esto, Rusia comenzó a sufrir sanciones y embargos y respondió expulsando a las ONG americanas que habían organizado la operación de desestabilización (NED, USAID,…) a las Redes Sociales (FB) que las trataron de amplificar.
En sus análisis, por ejemplo el Instituto Elcano, la mayor parte de los Think Tanks occidentales declaran abiertamente, “Rusia es una amenaza existencial para Occidente, (entiéndase EEUU y los países de la OTAN), no porque esté dispuesta a realizar un ataque militar, sino por que por su tamaño y poderío militar no puede ser controlado”.
No ha dejado Rusia en este tiempo de tratar de hacerse aceptar por “sus socios occidentales”, siendo miembro observador de la OTAN (y solicitando entrar), construyendo la enorme infraestructura de distribución de hidrocarburos a bajo coste en toda Europa, tratando de lograr acuerdo y consenso el “la casa común Europea” aun en las situaciones más difíciles como las intervenciones armadas de la OTAN en Yugoslavia, Bosnia primero, Serbia después, Irak, Libia y finalmente Siria, donde dijo “basta”.
El devenir del capitalismo. Neoliberalismo y Globalización
La crisis capitalista de finales de los 70 terminó con las políticas de capitalismo de estado y estado de bienestar que caracterizaron la reconstrucción de Europa tras la Guerra y la rivalidad con los éxitos en el campo socialista de los años 50 y 60.
Las privatizaciones, el desmantelamiento industrial de Europa y EEUU y su traslado a países emergentes con mano de obra más barata y menos presión fiscal fueron la nueva receta a aplicar para recuperar la rentabilidad. A eso se le acompañó de un proceso de desregulación arancelaria para favorecer los tránsitos de materias primas y productos manufacturados. Se tituló como “Neoliberalismo”, aunque realmente tenía poco de nuevo.
Se desmanteló la regulación financiera procedente de los acuerdos de Bretton Woods y el dólar pasó a hegemonizar aún más el comercio internacional globalizado.
Sin embargo, la expectativa de mejorar la tasa de ganancias pronto se desvaneció. Los países emergentes mejoraron sus condiciones de vida y los costes salariales aumentaban, mientras que en el occidente consumista la crisis creada por la desindustrialización redujo la capacidad de demanda y, junto a la competencia entre los distintos proveedores en cada sector, esto forzó una reducción de precios que arruinó la esperada mejora de rentabilidad.
El desarrollo económico de China, India, el este y sudeste de Asia y algunos otros países se inicia con este proceso.
Pronto llegaron nuevas crisis que fueron apuntaladas por las posibilidades especulativas que la desregulación financiera había creado.
La especulación financiera y la financiarización de la economía mundial, las políticas monetarias expansivas de EEUU y Europa, que provocan la depreciación de otras monedas nacionales y permiten una acumulación ingente de riqueza de los grupos que las promueven, el desarrollo de los grandes monopolios de empresas tecnológicas de la información ha generado la desconfianza de los gobiernos de muchos países y de sus propias oligarquías locales.
Por otra parte, las represalias, los embargos y sanciones, la injerencia y la desestabilización provocada en numerosos países, golpes de estado y guerras directas o interpuestas no han hecho más que aumentar esta desconfianza.
Todos estos procesos han venido debilitando el entramado hegemónico imperialista, primero industrial, después financiero y finalmente el cultural en muchas regiones del mundo. Sin embargo, sobre los países que resisten, la extorsión definitiva procede de la capacidad de chantaje termonuclear del que alardea EE.UU., junto con su inmenso ejército desplegado por el mundo en más de 800 bases militares, y siete flotas aeronavales listas para intervenir en cualquier región del mundo.
El resurgir de la multilateralidad.
Solo un país es capaz de mirar de frente semejante poderío, Rusia que desde el año 2000 ha venido tomando conciencia de su situación y restableciendo alguno de los mecanismos económicos (energía, defensa…) que permiten a su Estado mantener una mínima independencia soberana.
Mediante la asociación bilateral primero y multilateral después, Rusia ha sido unos de los pilares fundamentales que ha permitido a los estados de varios países alejarse paulatinamente del entorno hegemónico americano. China, con su inmensa capacidad industrial, financiera, comercial, social y tecnológica es el otro pilar.
La asociación de los BRICS formada inicialmente por Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica en 2010 y constituye un foro político y económico en un espacio internacional alternativo al G7. Sus principios son expresamente, la no-injerencia en los asuntos internos de los demás países y el establecimiento de relaciones recíprocas de respeto y en beneficio mutuo.
En 2023 se incorporaron como miembros plenos Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, y en 2024, aceptaron la incorporación de 13 nuevos Estados asociados: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.
Sobre esta asociación, los estados miembros, China y Rusia en particular, han creado una red de relaciones bilaterales sobre los mismos principios con numerosos países de África, Asía y América del Sur con las que mantiene acuerdos tanto comerciales como financieros y de asistencia al desarrollo.
La presión occidental con sus amenazas, chantajes, embargos e intervenciones ha venido empujando a muchos de estos países a renunciar a comerciar en dólares o euros a través de los instrumentos financieros controlados por EE. UU. La apropiación unilateral (a Venezuela y Rusia, por ejemplo) de las reservas de oro y monetarias que los países del mundo se ven obligados a depositar en los bancos de los países occidentales para poder comerciar, está ahuyentado con más fuerzas al resto de los países del comercio a través del dólar, lo que ha desencadenado la creación de medios internacionales de pagos alternativos para los países de la asociación.
Todos estos elementos no constituyen por sí mismos un proceso de transformación social en los países, más allá de lo que supone en términos de soberanía e independencia en las relaciones internacionales.
De hecho, si algo destaca entre los países de la asociación es su heterogenia en lo que supone organización política y estructura social. Mientras China, Cuba o Vietnam, son países socialistas con rasgos propios, India, Sudáfrica o Brasil no lo son en absoluto. Rusia es sin duda un país capitalista, pero tiene estructuras culturales, económicas y sociales de matriz soviética. El nivel de desarrollo económico y social de los distintos países es también muy diferente.
Desde un punto de vista económico destaca China como prácticamente la primera potencia industrial, tecnológica y comercial del mundo, Rusia, una potencia en exportación de hidrocarburos y con una potente base tecnológica de herencia soviética en continuo desarrollo. India, todo un continente en sí misma al igual que China por su diversidad y población.
Es de destacar que varios de los países de la asociación tienen conflictos territoriales históricos no superados. China, con India, Rusia o con Vietnam, por ejemplo, pero se han comprometido a resolverlos de forma pacífica y negociada, mientras desarrollan el resto de sus relaciones mutuas.
Por último, aunque ninguno de los países renuncia a sus relaciones con los países occidentales, India y Brasil tienen de forma destacada influencias por parte de EEUU especialmente y no parece querer renunciar a ellas.
Resulta muy claro que este proceso de soberanía e independencia de los países tiene un carácter Antiimperialista aunque, por el momento no esté impulsando procesos de transformación social de carácter sociales,, menos procesos revolucionarios, en los países implicados.
Por otra parte, existen contradicciones entre los intereses de los países y diferencias en afrontar la injerencia occidental en el proceso.
El declinar de la Hegemonía Occidental y las amenazas para los nuevos países emergentes.
Este despliegue de soberanía y relaciones políticas y económicas al margen de los canales hegemónicos es percibido por Occidente y por los EE.UU. en particular como una gran amenaza a su situación de privilegio en el mundo. Más que referirnos a estos países, debemos referirnos a la oligarquía política y económica global que los controla. En efecto, durante el fallido proceso de globalización, se desarrollaron intereses extraterritoriales en los países que tratan de escapar al dominio hegemónico que ahora se ven amenazados. Pero este proceso desestabiliza también a los países Occidentales y a EEUU y Reino Unido en particular, pues una parte de su oligarquía económica, está hoy en día más interesada en desarrollar de nuevo sus capacidades económicas e industriales en sus territorios.
Hay una larga historia, solo observando el periodo que ha seguido a la Segunda Guerra Mundial, de intervenciones militares, guerras, y golpes de estado en todo el mundo contra países que no han aceptado la disciplina occidental. La lista es interminable:Corea, Vietnam, Argelia, Sudáfrica, Angola, Chile, Brasil, Argentina, Indonesia, Irak, Libia, Siria….
Todo este entramado de relaciones independientes entre países puede desarrollarse gracias al potencial militar ruso. Siendo la primera potencia en armamento nuclear y contando con un poderoso ejército y una matriz industrial militar desarrollada basada en tecnologías propias, las posibilidades de extorsionar eficazmente a Rusia son muy limitadas.
La guerra proxy en Ucrania contra Rusia y toda la campaña de criminalización propagandística, sanciones y embargos desarrollada contra Rusia ha demostrado ser ineficaz, a pesar del daño que hace, sino más perjudicial para los países que la perpetran. Hoy Rusia cuenta con acuerdo de defensa mutua con distinto alcance con China, la R.D. de Corea e Irán, pero también con Siria, India, Venezuela, con numerosos países del Sahel y el norte de África.
China al mismo tiempo es una potencia nuclear y cuenta con un gran ejército en desarrollo, también con una planta industrial y tecnológica propia. Su capacidad de disuasión, sin embargo, es un orden de magnitud inferior a Rusia o EEUU y sin el apoyo implícito de Rusia, su vulnerabilidad se vería muy incrementada.
Si observamos:
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el crecimiento de las asociaciones políticas independientes entre países,
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la reducción del comercio internacional en dólares y el desarrollo de los intercambios en monedas nacionales,
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el desarrollo industrial y económico de China y su despliegue comercial y financiero independiente en el mundo,
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el control del comercio de hidrocarburos que realizan los países productores al margen de EEUU y de UK,
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el desarrollo militar de Rusia, su capacidad de exportación de armas, retando al monopolio del complejo militar industrial norteamericano
resulta muy claro que la hegemonía norteamericana que se ha venido extendiendo desde el final de la segunda guerra mundial está en un avanzado declive. Pero aún conservan un poder enorme en el mundo gracias a:
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la capacidad política de EEUU y sus súbditos occidentales en el mundo, con organizaciones y consultores de los gobiernos presentes en todos los pasos del mundo.
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la potencia militar de la OTAN y sus países asociados como Japón o Australia,
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su potencial económico, en especial financiero, pues unos pocos grupos de inversión controlan el accionariado de las principales empresas del mundo
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y la potencia de su complejo cultural y comunicaciones materializado hoy en las grandes empresas tecnológicas que monopolizan prácticamente la infraestructura de proceso y comunicaciones digitales del mundo, las redes sociales y los medios de comunicación.
Cuanto más amenazada está su preeminencia en el mudo, más agresiva y violenta se vuelve el comportamiento de las potencias imperialistas.
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La ya mencionada guerra proxy en Ucrania contra Rusia,
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la exacerbación del conflicto de Chisa con Taiwán o los intentos de su desestabilización en Sinkiang o el Tibet,
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la guerra proxy contra Siria,
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la ferocidad genocida del ente colonial sionista conta Palestina y Líbano y sus ataques continuos a Siria e Irak, junto con sus provocaciones a Irán,
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las provocaciones continuas a Corea del Norte,
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el acoso criminal a Cuba y a Venezuela,
son algunos ejemplos del recrudecimiento de la violencia imperialista.
La amenaza de Guerra Nuclear
EE.UU. se ha construido sobre su dominio del mundo. Su reasignación como potencia regional es compleja y le supondría enormes pérdidas. Sus salidas son dos: Intentar ganar una guerra total, aun a costa del riesgo nuclear (el camino que ahora recorremos). Aceptar su re-asignación como potencia regional, sería viable, pero como mínimo, re-colonizando América Latina.
La guerra con Rusia lleva preparándose más de una década:
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Con el cerco a Rusia y la negativa a disolver la OTAN, más aún, a ampliarla hasta las fronteras de Rusia en contra de lo acordado, incluyendo las repúblicas ex soviéticas del Báltico, con la exacerbación de la rusofobia.
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Con la negativa a aceptar a Rusia en la OTAN.
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Con el abandono de los tratados de control de armamento por parte de USA y la OTAN, muy en especial el tratado de limitación de misiles de alcance medio en 2019.
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Con la provocación de la guerra proxy en Ucrania: primero el golpe de 2007, después el Golpe del Maidán en 2014, la organización de milicias nazis, la persecución de la población rusa en Ucrania, el fraude de los acuerdos de Minsk y el rearme masivo de Ucrania, y la amenaza de incorporar a Ucrania en la OTAN e instalar bases de misiles nucleares.
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Con la transferencia brutal de armas, instructores, asesores militares, combatientes encubiertos y todos los medios de observación e inteligencia de la OTAN a Ucrania.
También con China se prepara una guerra desde hace tiempo, con la provocación e intento de desestabilización continua en Sinkiang, el Tíbet, Hong Kong y muy señaladamente, Taiwán ya con amenazas directas, con provocaciones de barcos norteamericanos y transfiriendo continuamente sistemas de armas a la isla independentista. La guerra comercial también se ha recrudecido, el embargo tecnológico y con la imposición de aranceles a productos chinos desde la Unión europea y EEUU y amenazas de ir mucho más allá,
La retórica belicista se viene recrudeciendo, tanto desde miembros de los gobiernos de la OTAN como del Parlamento Europeo y la Comisión. Ya se habla, no sólo en enviar tropas oficialmente a Ucrania, sino de un enfrentamiento directo con Rusia y Bielorrusia desde Polonia, Rumania o las repúblicas bálticas. La autorización a Ucrania para que ataque con misiles de alcance medio el territorio ruso es un claro ejemplo de que no solo se trata de retórica.
Es muy difícil pensar que un enfrentamiento directo entre EEUU o los países de la OTAN con Rusia o China pueda evitar el uso de armamento nuclear. Desde la guerra fría, el arma nuclear ha sido tratado por las potencias nucleares como un arma de disuasión, más que con el compromiso de no usarla primero, por la certeza de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD en inglés).
En 2018, el gobierno de Trump modificó la doctrina nuclear norteamericana (Nuclear Posture Review, NPR) permitiendo el uso de armas nucleares tácticas en un conflicto regional y se desvinculó del tratado de prohibición de armas nucleares y del tratado de prohibición de ensayos nucleares. También se decidió incorporar el arma nuclear en nuevos vectores y aumentar el número de cabezas nucleares.
Rusia se ha visto obligada a renovar en todos estos años su tríada nuclear (Misiles, Aviones y Submarinos). También en estos últimos días, su presidente ha ratificado la nueva doctrina nuclear rusa, permitiendo entre otras cosas el uso del arma nuclear si el país se ve sometido a un riesgo existencial y la respuesta a cualquier país de un bloque militar si se recibe un ataque desde uno de ellos. En virtud de los acuerdos bilaterales, Bielorrusia ha quedado también bajo el amparo de la protección de Rusia en los mismos términos.
Las armas nucleares redefinieron las relaciones internacionales. Se produjo un bloqueo de los enfrentamientos directos entre potencias nucleares, los enfrentamientos tuvieron lugar mediante guerras “proxy”.
Dominar productiva y técnicamente el armamento nuclear, significa obtener una supremacía absoluta. Desde 1945. Es el objetivo que se ha perseguido por el primer país que la empleó, para demostrar su capacidad y su voluntad de destrucción masiva de la población, de conseguir sus objetivos a cualquier precio. Los países amenazados, la URSS y China, se vieron obligados a desarrollar sus propias armas.
La carrera seguida hasta el momento ha buscado un equilibrio de fuerzas en dos lógicas diferentes: La de quienes piensan que se puede ganar una guerra nuclear y apuestan por un rearme constante hasta la hecatombe final. Y la de los que piensan, que no es posible una victoria en una guerra nuclear, que intentan mantener un equilibrio para una desescalada hasta la eliminación total.
En este momento, la combinación de armas nucleares en aviones, submarinos y misiles balísticos, exterminarían 23 veces a toda la humanidad. Hoy en el mundo, están contabilizadas 12.121 unidades, la mayor parte en Rusia y Estados Unidos, con unas 8000 cabezas nucleares cada uno, 1700 de ellas desplegadas en sistemas de armas.
Sí, en 1945 , la bola de fuego de una explosión atómica era de 200m. En la actualidad, existen artefactos cuya bola de fuego sería de 4,600Km.
A pesar de los múltiples intentos para conseguir la destrucción total de las armas nucleares, cada vez estamos más lejos de conseguir ese objetivo. Como se ha indicado, el anterior gobierno de Trump se desvinculó del tratado en negociación.
El científico húngaro Leo Szilerd, residente en EE.UU, patentó una bomba atómica en 1936 con el objetivo de impedir su uso. Una vez conocidos los efectos, los propios impulsores de la bomba atómica se pronunciaron en contra de su uso y por su desaparición. Einstein, Oppenheimer y Leo Szilerd entre otros.
Técnicamente el paso fundamental fue pasar de las bombas de fisión de uranio a las bombas termonucleares de fusión, más potentes y a las más ligeras de plutonio, pudiendo ser transportadas en aviones, barcos, submarinos, camiones y misiles, siendo, en muchos casos prácticamente indetectables.
Este “desarrollo” constante ha permitido conseguir artefactos para objetivos más específicos.
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La bomba de neutrones afecta especialmente a los seres vivos y no destruye los bienes materiales.
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Las de pulso electromagnético degradan los sistemas eléctricos y electrónicos. Las de oscurecimiento, dislocan, los sistemas de comunicaciones.
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Las denominadas bombas sucias, contaminan con radiación los alimentos y el agua potable.
Todas ellas contribuyen de diferentes maneras a la desaparición de la humanidad.
Los diferentes dispositivos de defensa no aseguran ni su fiabilidad ni su eficacia.
EEUU desarrolló sus sistemas antimisiles (TAAHD, AEGIS), tras salirse en 2002 del acuerdo para su limitación ABM firmado en 1972 y los ha desplegado alrededor de Rusia desde 2008.
Rusia por su parte, ha modernizado sus sistemas de misiles intercontinentales de ojivas múltiples (ICBM, SLBM) y los ha dotado de características hipersónicas, lo que los pone fuera del alcance de los sistemas antimisiles norteamericanos. Rusia ha desarrollado también sistemas muy eficaces de radar e intercepción (S400, S500).
Desde que EEUU abandonó el tratado de limitación de misiles de alcance medio (INF) en 2019, Rusia lo hizo a continuación, ambas potencias han desarrollado nuevos misiles balísticos y de crucero. Esto supone una amenaza sustancialmente mayor a los misiles de largo alcance debido al corto espacio de tiempo que hay desde su detección a su posible intercepción, lo que puede forzar una respuesta ante una falsa amenaza muy fácilmente. EEUU ha desplegado estos sistemas en Europa, Japón y Corea, lo que deja clara la intención de EEUU de utilizar el teatro de operaciones europeo o asiático para la guerra nuclear, al menos para comenzarla …
Objetivamente, la Destrucción Mutua Asegurada está garantizada y, sin embargo, en EEUU y occidente, Reino Unido principalmente, hay quien dice creer que una guerra nuclear se puede ganar. Nadie en los gobiernos de los países de la OTAN, con las excepciones de Chequia, Hungría y Turquía, parece ponerle freno a semejante barbaridad, permaneciendo unos en un silencio cobarde y otros permitiéndose jalear al aquelarre nuclear, por ejemplo, desde la Comisión y el Parlamento Europeos.
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