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Trump asalta su Reichstag (I)

Trump asalta su Reichstag (I)[1]

La historia se repite

Hoy día 20 de enero de 2021 se va a producir en Washington el juramento de toma de posesión como nuevo presidente de Joe Biden, después de un asalto exitoso al Capitolio, sede de las dos Cámaras del Poder Legislativo, realizado el pasado 6 de enero por miles de partidarios de Donald Trump, que los había alentado desde las inmediaciones.

Era el día en el que Senado y Congreso, en sesión conjunta, iba a confirmar los votos electorales que determinaban cual había sido el ganador de las elecciones y, en consecuencia, el nuevo Presidente de los EEUU. Los ocupantes, que derribaron vallas y puertas, en colusión evidente con la guardia armada del recinto trataban de impedir –y lo hicieron temporalmente- la sesión conjunta de Senado y Congreso.

Decía Marx en el texto El 18 Brumario de Luis Bonaparte[2], corrigiendo y parafraseando a Hegel, que la historia se repite dos veces: primero como tragedia y después como farsa.

“Hegel, dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

Sin duda que Trump no ha leído ni profundamente ni por encima a Marx, salvo en los informes secretos y preparatorios para las intervenciones militares de la CIA o del DSN de los Estados Unidos sobre la influencia comunista en países y organizaciones políticas o armadas que se oponen al capitalismo y a la “gobernanza” mundial de los EEUU, es decir: al Imperio.

A años luz de sus peores enemigos y de sus maestros

Trump está años luz -y muy atrás en el tiempo- de su peor enemigo: el creador del marxismo y redactor (con Engels), del Manifiesto comunista. También lo está de su idolatrado Hitler al que imita al enviar a sus fanáticos a incendiar el símbolo burgués de la soberanía y la democracia política. Sin embargo, conocedor instintivo, práctico y directo de los movimientos de masas, cómodo entre ellas, maestro en los instrumentos de propaganda y de engaño con medios tecnológicos que permiten la simplificación, repetición continua de los mensajes, uso de una retórica violenta y contradictoria que promete el cielo o el infierno a sus fanáticos, que los impulsa y los regaña con palabras de afecto cuando pierden alguna batalla o sufren alguna consecuencia que los lleva a la cárcel (indultable o escamoteable), o a la muerte y a la gloria de los pequeños héroes.

Los relatos de Trump

Su pensamiento solo es capaz, probablemente, de reconocer e identificarse con los relatos sobre la amenaza comunista que heredó y asumió–por vía familiar y de clase- desde los tiempos de la guerra fría. Y antes, en las guerras muy calientes y bárbaras de Corea, Vietnam, Palestina, Irak, Irán o Chile y en centenares de intervenciones, militares o no, públicas o encubiertas, de cualquier modalidad, en todos los lugares del mundo.

Cierto es que, en los últimos tiempos, el centro aparente de la vigilancia imperial se ha dirigido al “radicalismo islamista” y al “terrorismo” pero nunca los oteadores del Imperio, sin excepción, han olvidado las concomitancias de esas rebeliones antiimperialistas de los pueblos pobres y aplastados con las que tienen origen marxista. Véase sino la tensión guerrera de Trump cuando habla de China o Corea del Norte o cuando, aún en cuarentena pos electoral presidencial y en plena pandemia del coronavirus, provoca disturbios en Hong Kong o en Taiwan.

Trump y sus antecesores no olvidarán sus operativos de cerco sistemático a Rusia durante las operaciones de guerra encubierta en Ucrania, Crimea, Siria y otros tantos puntos del globo. Por otro lado su entorno vital sigue estando en América Latina en donde todas las rebeliones antiimperialistas lo son contra movimientos de carácter socialista que inmediatamente se identifican con Cuba y Venezuela.

Salvando los tiempos y las distancias: el Imperio de los chulos

A pesar del tiempo transcurrido desde la revolución en Francia en 1848 y la contrarrevolución de 1851 que dio paso a Luis Napoleón -previa represión del incipiente movimiento obrero- como nuevo emperador de Francia las situaciones no son muy diferentes. El emperador coronado como Napoleón III, fue un personaje cuya emergencia política, su arcaico aparato simbólico, y su identificación de clase, además de su toma del poder, tienen –salvando las distancias y los tiempos- mucho parecido con el de Trump. En el primer caso el nuevo Imperio se convierte en un fastuoso escenario de advenedizos, corruptos y tramposos que juegan a los títulos altisonantes, los trajes emplumados, los desastres diplomáticos, las deudas impagables y las guerras desastrosas:

Francia fue gobernada muchas veces por los caprichos de las favoritas, pero nunca lo había sido por los chulos”. [3]

El propio emperador es, según todos los cronistas, un personaje casi insignificante, fatuo, tramposo y mentiroso, insensible, cuya virtud principal es la de saber medrar y situarse en el lugar más conveniente para hacerse visible e ir concentrando todas las miradas y subiendo todos los escalones.

En el caso de Napoleón III, Marx analiza con profundidad cuáles fueron los hechos históricos y las sucesivas farsas. En el caso de Donald Trump no sabemos todavía como se desarrollarán la tragedia y la farsa.

El presidente “in péctore” y el “pato cojo”

Es evidente que el nuevo presidente “con la venia” o “vigilado” -.me refiero a Joe Biden- al que vigilarán todos los miembros del partido republicano y el propio Trump con casi el 50%sus congresistas federales y estatales, miembros del Tribunales federales y estatales, gobernadores estatales y autoridades municipales, se ha apresurado a sostener la política imperialista de los Estados Unidos y la política interior sin más que cambiar los sectores de la oligarquía y la alta y media burguesía beneficiados, el marco geográfico en el que se realizan (nacional o global), y los sectores populares que recogerán las migajas de los cambios.

El asalto al Capitolio -provocado por el presidente en ejercicio- es todo un símbolo de cómo están las cosas en EEUU y cuál será el camino que tomarán a partir de ahora al margen de la puesta en escena hollywoodense que nos ha ofrecido Trump, sus brutales huestes fascistas, sus múltiples aparatos de seguridad y sus anuncios de que sus buenos chicos americanos continuarán la fiesta.

El posible nacimiento de un partido obrero

Es conveniente destacar que ambas posibles presidencias –es decir: los sectores financieros y productivos capitalistas que apoyaban a cada una de ellas, incluidos los aparatos partidarios y los grupos de presión en el Congreso- han excluido en sus pactos preelectorales encubiertos a los sectores de la clase obrera que, con enormes precauciones para no despertar al lobo, empezaban a definirse como socialistas, a buscar el apoyo de los sectores populares, a concienciar a los grupos sociales, sindicales y obreros marginados y, sobre todo, a organizarse.

Me refiero a Sanders y a algunos congresistas y pequeños grupos que comenzaron a movilizar con fuerza en ciertos distritos de tradición obrera y de fuerte conciencia antirracista. A pesar del triunfo en las elecciones primarias del Partido Demócrata fueron obstruidos por el aparato electoral oligárquico de su Partido y por el propio sistema electoral. No solo es posible, como señalan muchos analistas, la ruptura del Partido Republicano sino también la del Partido Demócrata en los EEUU en un país en el que la desigualdad es escandalosa, la cobertura social insignificante, la tensión racial evidente y el imperialismo y el intervencionismo exterior compartidos.

Solo ante situaciones dramáticas como la que deriva de una larga y profundísima crisis económica, el crecimiento de la pobreza y la desigualdad; y una crisis sanitaria asentada sobre la privatización de la salud y el alto coste de la misma se pueden abrir caminos hacia el socialismo en países como los EEUU.

Sanders comenzó la pelea contra el sistema social más desigualitario, y el sistema político más arcaico presentando un programa electoral moderado pero muy bien dirigido contra elementos muy sensibles del mismo. En política nacional apuntó claramente contra la desigualdad y en política exterior contra la política imperialista al señalar algunas cosas que habían hecho bien los cubanos, en especial un sistema público de salud gratuito y universal y un sistema de educación público también, gratuito y universal a todos los niveles. La segunda de las políticas “bien hechas” por Cuba, la de la educación también universal y gratuita, era menos mencionada directamente, por cuanto ponía en cuestión el sistema ideológico de los EEUU en su totalidad ya que incluye la caracterización como dogmática de la revolución y la educación cubanas. Tampoco la mayoría de los ciudadanos estadounidenses son capaces, por el momento, de entender el carácter igualitario, de clase y científico de la revolución cubana y sus excelencias en cuanto a solidaridad, igualdad y libertad de elección así como su impacto en la investigación, la medicina y otros valores de uso general.

El racismo y la supremacía blanca

Tenemos que tener en cuenta que los EEUU, desde su fundación, se constituye como un país cuya burguesía colonizada por Inglaterra se convierte en colonizadora de nuevas tierras y pueblos en la medida en la que se produce un capitalismo por desposesión en el Norte y una aristocracia terrateniente y esclavista en el Sur.

A partir de cierto momento, con la Doctrina Monroe y su justificación moral en el Destino Manifiesto extiende su poder colonial y neocolonial en América Latina y posteriormente en otros continentes. Una de las consecuencias principales de su propia formación social y de sus guerras coloniales o neocoloniales es el crecimiento del racismo interno y del externo.

El análisis de clases

Es muy ilustrativo releer el texto completo del 18 Brumario para comprender los sucesos de los últimos días en Estados Unidos y lo que puede ocurrir en los próximos y en los siguientes meses o en un periodo más largo. Antes de entrar en el asalto al Capitolio, en sus cortinas de humo, y en las rebeliones armadas, “aunque pacíficas”, que se están convocando, es necesario entrar en un análisis de clase, de los acontecimientos que tiene muchas dificultades. Como decía Carlos Marx en el Dieciocho Brumario, en relación con esta dificultad que, en general, corresponde todavía a la formación social:

(…) en los Estados Unidos de América, donde (…) si bien existen ya clases, éstas no se han plasmado todavía, sino que cambian constantemente y se ceden unas a otras sus partes integrantes, en movimiento continuo; donde los medios modernos de producción, en vez de coincidir con una superpoblación crónica, suplen más bien la escasez relativa de cabezas y brazos, y donde, por último, el movimiento febrilmente juvenil de la producción material, que tiene un mundo nuevo que apropiarse, no ha dejado tiempo ni ocasión para eliminar el viejo mundo fantasmal”.

Las lecciones de Marx

Marx demuestra como el análisis histórico debe hacerse más allá de los personajes, los hechos o los procesos visibles, y de las coyunturas más espectaculares, poniendo la atención en la lucha de clases.

El problema para nosotros es que a estas alturas no sabemos si el asalto al Capitolio en Washington es el comienzo de una tragedia o el principio de una farsa.

Trump gran padre del fascismo paramilitar, del supremacismo blanco y del fanatismo evangelista en los EE.UU. ha perdido las elecciones por muy poco y ha sostenido hasta el final un mensaje de guerra. En un sistema corrupto hasta las raíces ha sostenido que la victoria en disputa pertenece a los valientes. Por eso ha tratado de repetir la epopeya nazi de asaltar el Reichstag (el Capitolio, en su caso), y derivar las consecuencias políticas hacia una dictadura continuada por una segunda presidencia ahora o dentro de cuatro años.

En el caso de que las ocupaciones del Capitolio previstas para este fin de semana tengan éxito se abrirá la puerta para una guerra civil larvada que puede durar hasta las próximas elecciones presidenciales.

Análisis de coyuntura: el trumpismo siempre gana

Brevemente:

-Los últimos movimientos de Trump han generado una situación realmente caótica.

-Los asaltos al Capitolio de los 50 estados de la Unión aunque sean parciales reforzaran la idea de la superioridad del Presidente sobre todos los cuerpos legislativos: el de la Unión y el de los estados federados. Paralelamente le dará un golpe de gracia al sistema institucional.

–Tal como están las cosas el trumpismo como instrumento violento de defensa del capitalismo en crisis siempre saldrá reforzado aunque el poder económico duda sobre a quién debe entregar las armas políticas y represivas.

-Las noticias, desde luego, son alarmantes. Apenas 24 horas antes de escribir estas líneas el FBI informaba sobre la organización de los asaltos de 50 Capitolios estatales. Se han movilizado las guardias nacionales en Washington y en los capitolios estatales. Muchos mandos dicen que defenderán a las instituciones legales. Trump se refugiará en una base militar al Sur. Las FFAA mantienen su ambigüedad.

Sultánicamente se producen noticias y documentos gráficos contradictorios. Entre ellos las propuestas simultáneas de promover un nuevo impeachment contra el presidente Trump aunque su eficacia jurídica tendría efectos posteriores al juramento

El asalto al Capitolio es una primera referencia simbólica de la destrucción del sistema institucional y de una crisis política sin precedentes. Tal vez el preámbulo de un enfrentamiento civil de larga duración y la caída lenta del Imperio.

Ocurra lo que ocurra hoy, la crisis será creciente.

20/ 01/ 2021

(*) Capitán de Fragata de la armada. Miembro de la UMD

  1. Puesto que los actos golpistas o de rebelión realizados por Trump en el momento en el que escribo este artículo y sus efectos sobre el sistema político y la lucha de clases no han concluido, 14 de enero de 2021, lo he dividido en al menos dos partes..
  2. https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/El_18_Brumario_de_Luis_Bonaparte.pdf
  3. Cita recogida de otra de Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte

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