Una banda de piratas. El lince
Que el jardín occidental es la jungla solo es cuestionable para quienes tienen el cerebro en el culo. Que el Occidente colectivo (EEUU, UE, OTAN, G-7, adláteres asiáticos como Japón y Corea del Sur) está en estado agónico es solo cuestionable para quienes tienen el cerebro en el culo. Porque de ahí, del culo, es de donde sale eso de «orden internacional basado en reglas». Su orden y sus reglas.
Esto es lo que se ve, salvo para quienes tienen ojos en el culo, con lo que esta banda de piratas escondida en el jardín occidental acaba de hacer al pretender imponer un precio máximo al petróleo ruso. Formalmente, otra vez, rompe las normas internacionales actuales, incluso las propias del capitalismo occidental establecidas en la Organización Mundial del Comercio.
El orden internacional que no le vale a esta banda de piratas occidentales, y sus valores, es que un país productor puede vender su producto siguiendo las reglas del «libre mercado». Pero el Occidente colectivo aplica una lógica mafiosa. No solo roban las reservas de otros países, sino que establecen sus propios precios de compra para los productos de otros países. Porque nadie asegura que esto es «temporal», al igual que ya han dicho que en caso de que se solucione la crisis de Ucrania «algunas sanciones» contra Rusia se mantendrán. Si esta banda de piratas conocida como Occidente no ha estallado antes, por supuesto.
Pero no solo es eso. Occidente quiere seguir respirando -ahora está casi con respiración asistida- y de esta forma quiere obligar a que Rusia produzca más petróleo para mantener las ganancias y, así, bajen los precios aliviando la inflación occidental. Además, y ya que el resto del mundo no ha hecho ni puto caso a Occidente desde febrero, espera que ahora sí lo haga ante la «rebaja» que «impone a Rusia». Dos pájaros de un tiro.
Eso suponiendo que no estemos como en la famosa película cubana de «los pájaros tirándole a la escopeta». Es decir, que el resto del mundo vuelva a mandar a la mierda al Occidente colectivo. Porque la realidad es que el resto de distribuidores de petróleo van a tener que bajar sus precios para sobrevivir y competir, con lo que Occidente sale ganando.
La arbitrariedad e irracionalidad de esta banda de piratas va a romper definitivamente la hegemonía occidental. La OPEP, con el apoyo ruso, ya ha dicho que nada de nada, que lo que plantea la banda de piratas occidental es «una medida antimercado que podría acabar utilizando contra cualquier productor». China, India e Indonesia, por ejemplo, ya se han manifestado en contra de la medida de los piratas occidentales.
¿Cuál va a ser la respuesta rusa a la banda de piratas? Seguramente, doble. Por un lado, la ya anunciada negativa a vender en el precio impuesto; por otro, utilizar petroleros y compañías de seguros no occidentales. De hecho, ya se sabe que Rusia tiene una flota de «petroleros en la sombra», 109 petroleros en total, destinada para ello. Se dice que lo que necesita Rusia es un total de 240 petroleros en la actualidad, por lo que contando con los que ya tiene en activo los piratas occidentales no pueden estar dando palmas de contento con su medida.
La cosa está así: si Rusia cede, los precios mundiales del petróleo (ahora en 81 dólares) caerán, lo que beneficia a los piratas, lo que molestará sobremanera al resto de productores de Oriente Próximo, África y América Latina; si no cede, el precio del petróleo aumentará y los no productores estarán en situación desesperada. La consecuencia: la banda de piratas occidental está ofendiendo y poniendo en peligro al mundo entero, a la «jungla» (Borrell dixit). Su orden y sus reglas.
En este sentido, la fanática más fanática, la alemana ministra de Exteriores «verde», estuvo ayer en India para «persuadir» (sic) a su gobierno de que se una a la banda de piratas occidental. Como era previsible, ha salido con el rabo entre las piernas porque India ha dicho que no, que «no interrumpirá su cooperación energética con Rusia». El zombie europeo no aprende, sigue pensando que las colonias siguen siendo colonias, su autismo le impide reconocer que ha perdido su posición en el mundo, si es que la tenía.
A esto hay que añadir los datos, datos que a los piratas no les importan: el índice de mortalidad en Europa ha subido un 0’6% desde febrero porque no solo se han reducido los servicios básicos, sanidad entre ellos, sino que los precios de la energía han llevado a muchas familias al límite. Y la cosa solo va a empeorar. La OCDE acaba de publicar que se prevé «una desaceleración significativa para la economía global en 2023», y que no será hasta 2024 cuando haya «un pequeño repunte». Si la crisis de Ucrania se soluciona, desde luego. Por eso, “no es solo la prosperidad del continente lo que está en riesgo, también lo está la salud de la alianza transatlántica”. Porque el hartazgo con la sumisión a EEUU empieza a notarse, sobre todo, en Francia.
Este fin de semana, Macron lo ha vuelto a hacer: si en EEUU, durante su visita de vasallaje a Biden, apenas se salió del tiesto, de vuelta a casa ha dicho lo lógico: «Rusia necesita garantías de seguridad esenciales para poner fin a la guerra».
Esto solo significa una cosa: cada vez se visibiliza más que la OTAN está siendo arrasada en Ucrania. Aunque se siga manteniendo la ficción de la invencibilidad y de que son los mejores.
El círculo se está cerrando, como la soga alrededor del cuello del ahorcado. Y quienes se ahorcan son los piratas occidentales.
(Publicado en el blog del autor, el 7 de diciembre de 2022)