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Hacia la irrelevancia

Lo sé, voy de cabeza a otro charco. Es mi especialidad. El charco es la OTAN, lo que provoca mi salto es la afirmación de que la OTAN es cada vez más irrelevante. ¡Chof! ya estoy en el charco.

El espectáculo que estamos viviendo es muy gratificante. Un miembro de la OTAN sanciona a otro miembro de la OTAN. Desde que en 1966 Francia abandonase la estructura militar de la OTAN, recuperada en el 2009 por Sarkozy, no se había visto nada igual. Yo ya tengo mis palomitas para ver la película con regocijo. La crisis interna es de tal calibre que nadie sabe por dónde salir ni por dónde tirar. Pareciese el camino a ninguna parte, pero no.

La moneda turca, la lira, ha perdido el 40% de su valor por las sanciones, contra dos ministros y fundamentalmente por aranceles al aluminio y al acero. Lo mismo de siempre por parte de Occidente y sus famosos «valores democráticos»: apretar a los pueblos para que se rebelen eligiendo a gobernantes dóciles a las pretensiones occidentales. Pero resulta que quienes también están sufriendo son los bancos europeos, como el BBVA español, que tienen grandes intereses en Turquía.

Hay otros que también han hecho acopio de palomitas: los rusos, los chinos y los iraníes, sobre todo.

Porque EEUU da otra vuelta de tuerca y ha ordenado a los pilotos turcos que estaban familiarizándose con los aviones F-35 que abandonen el país porque durante 90 días castiga a Turquía con no retomar la discusión sobre si entrega o no los aviones, que Turquía ya ha pagado, por cierto, si Turquía no renuncia a la compra de los misiles S-400 rusos. Es la rabieta de EEUU al anuncio turco de que no aplicar las sanciones contra Irán y no secundar las bravatas estadounidenses sobre que no hay que comprar su petróleo o se las verán, turcos y el resto del mundo, con EEUU.

Turquía es vital para la OTAN sólo en una cuestión, más allá de los tópicos de «segundo ejercito más grande» y bla, bla, bla. Turquía da la cobertura necesaria para que la OTAN pueda quitarse de encima el sambenito de «club cristiano». Porque a excepción de Turquía, todos los integrantes de la OTAN o son católicos o son protestantes. Es decir, cristianos. Y así la OTAN «vende» que también hay participación musulmana y que no va contra el Islam, por ejemplo. Este discurso lo ha usado en Bosnia y en Afganistán, por mencionar dos casos. También Turquía es importante por su ubicación geoestratégica, pero eso cada vez pierde más importancia debido a su alianza con Rusia, ahora con China (los chinos están ofreciendo ayuda económica) y, en menor medida, Irán.

Turquía sólo tiene una cosa vital para la OTAN: la base aérea de Incirlik, cerca de la frontera con Siria. Y esta es la gran baza de Turquía en el tira y afloja con EEUU.

Pues bien, el pasado día 9 un grupo de abogados de la «Asociación para la Justicia Social» ha presentado un recurso ante la corte suprema turca solicitando el cese temporal de las operaciones aéreas y de otro tipo en la base, así como la detención de un general, siete coroneles y tenientes coroneles de EEUU por su participación en el golpe de estado de hace dos años. Aunque la demanda no tiene ninguna posibilidad de prosperar por el acuerdo que impone EEUU a todos los países donde tiene tropas, relativo a la inviolabilidad e inmunidad de sus soldados, el hecho es relevante porque indica un cada vez mayor estado de opinión entre los turcos: EEUU y, de rebote, Occidente, es totalmente prescindible.

Eso implica a la OTAN, que está portándose como los espectadores de un partido de tenis: mirar de un lado para otro sin poder intervenir. Mayor constatación de su inoperatividad es imposible. Es el camino, nada largo, hacia la irrelevancia.

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