El nuevo mundo empieza aquí. El lince
Ya existe, pero lo que va a ocurrir mañana y pasado es determinante para el futuro. Y no, no tiene nada que ver con la borrachera de los fanáticos del «país 404» y de la OTAN. Es justo al revés, es la certificación de que lo que estos borrachos ven es consecuencia de la borrachera (aumento de la sensación de bienestar y de la confianza), pero con la resaca llegan los mareos, las náuseas y los vómitos, el malestar general, los dolores de cabeza…. La resaca llegará mañana.
La Organización de Cooperación de Shanghái se va a reunir estos dos días en Uzbekistán. La OCS está compuesta por China, India, Irán, Kazajistán, Kirguizistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Tres países son observadores (Afganistán, Bielorrusia y Mongolia) y otros seis son socios de diálogo (Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Nepal, Turquía y Sri Lanka).
Con sus más y sus menos, con sus diferencias y con sus contradicciones, todos estos países -un total de 18- con sus diferentes caminos de desarrollo, sus diferentes sistemas y culturas tienen el mismo interés: distanciarse de Occidente y evitar su hegemonía, dejando patente que el mundo se dirige a un nuevo sistema de relaciones internacionales en el que Occidente ya no manda. Uno de los documentos que se han elaborado para su aprobación habla de «la OCS como un pilar importante que sustenta el verdadero multilateralismo y la cooperación donde todos ganan, así como el establecimiento de un nuevo orden político y económico internacional democrático, justo y racional«.
A esta cumbre van a asistir los pesos pesados del nuevo mundo: Jinping (China), Modi (India) y Putin (Rusia). Tres países que vienen coordinando sus estrategias desde antes, durante, y ahora después de la crisis de Ucrania. Y todos ellos van a tener reuniones bilaterales y trilaterales. Ellos entre sí y con otros participantes, especialmente Irán.
Por dar un dato, lo que acuerden Jinping y Putin será determinante para China y Rusia, que han incrementado un 31% su comercio desde el inicio de la crisis de Ucrania y, lo que es más importante, han dado un acelerón a su acuerdo para deshacerse del dólar como moneda comercial entre ambos: si ya lo hacían en yuanes y rublos con el petróleo y el carbón, entre otros rubros, ahora hay que añadir el gas. En aras de impulsar ese «nuevo orden político y económico» que resalta la OCS, Rusia y China dieron la semana pasada un paso determinante: sus gigantescas empresas de hidrocarburos, Gazprom y la Corporación Nacional China de Petróleo acordaron cambiar pagos por suministros de gas a rublos y renminbi-yuan en lugar de dólares.
Pero si esto es relevante, y determinante para el nuevo mundo en marcha, también cobra importancia quiénes más van estar adquiriendo un nuevo papel en la OCS: Irán (que ya está, pero adquirirá la membresía de pleno derecho), Bielorrusia (que pedirá la membresía de forma oficial), y, aquí está la sorpresa, Arabia Saudita, Egipto y Qatar (que pedirán ser admitidos como socios de diálogo). Barhein, Emiratos Árabes Unidos, Maldivas y Siria están en la lista de espera para incorporarse como socios de diálogo en la cumbre del año que viene.
Es decir, que entre los que ya están y los que se suman (21 países en total, sin los cuatro mencionados que se incorporarán el año que viene) representan el 41% de la población mundial y el 25% del Producto Interior Bruto mundial aunque con muchas diferencias entre ellos, como China o India y Mongolia o Afganistán, por ejemplo. Pero lo que cuenta es el total.
Aunque la OCS se fundó básicamente para combatir el tráfico de drogas -impulsado por EEUU tras la invasión de Afganistán- en Asia Central, ha ido evolucionando desde los temas de seguridad hacia una cooperación más integral y ahora lo que se está discutiendo es una mayor colaboración económica entre sus miembros, sea cual sea su estatus dentro de la OCS. La incorporación de los países árabes le da otra dimensión a la OCS que lo pone frente al espejo occidental.
Sobre todo, porque casi todos ellos ya han hecho un gesto de rebeldía frente a Occidente: han reducido el volumen de sus reservas monetarias en dólares y euros y han ampliado, o incluido, otras monedas como el yuan en previsión de que Occidente haga con ellos lo mismo que ha hecho con Rusia, robar. Por eso la OCS ha elaborado un documento donde se estudia la posibilidad de establecer un sistema de pago independiente del occidental, al tiempo que se refuerza la cooperación financiera entre los miembros y se ampían los acuerdos de compras y pagos en las monedas de cada país porque la confrontación de Occidente con Rusia y China «ha perturbado la economía mundial y la estabilidad de las cadenas de suministro». Por ello, la OCS se va a convertir en «una plataforma para el multilateralismo económico».
La OCS ya tiene un Consorcio Interbancario que se encarga, básicamente, del financiamiento de los proyectos de desarrollo en los estados miembros y adherentes (observadores y socios de diálogo) y que ha emitido préstamos a sus miembros por un total equivalente a los 15.000 millones de euros en los últimos años.
Y como os contaba en la última entrega, en las elecciones en media Rusia ha ocurrido lo previsto: triunfo casi arrolador de Rusia Unida, el partido de Putin. Pese a toda la parafernalia de los borrachos occidentales, que si purgas, que si críticas y mandangas, Putin no solo tiene popularidad sino que se refuerza su partido. No han faltado críticas al proceso, a los robos de votos (especialmente en Moscú) y a las presiones, pero lo que hay es lo que hay.
El porcentaje medio de voto en las 15 regiones o repúblicas donde se votaba ha sido del 42% (34% en Moscú), un pelín más que en la votación anterior. Rusia Unida se ha hecho con todas las gobernaciones (el Partido Comunista ha perdido la que tenía), con una mayoría muy sólida en los parlamentos. Aunque no he logrado encontrar aún los resultados municipales, los porcentajes son, en primera y segunda fuerza:
- En gobernadores, RU logra el 77’57%; PC 12’5%.
-
En parlamentos, RU logra el 58’35%, el PC el 12’25%.
En alcaldías solo tengo los datos de Moscú, con un 81’86% para RU y el 2’96% para el PC. Ya en las anteriores elecciones hubo un fraude generalizado en los voto electrónicos en Moscú, acusación que ha vuelto a repetir el PC.
(Publicado en el blog del autor, el 14 de septiembre de 2022)
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