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EEUU, desorden y encierro imperial. José A. Amesty

Desde hace varias décadas, al menos, se vienen anunciando, desde distintos sectores del orbe, la caída del imperio estadounidense. Algunos con una ansiedad notable y otros, observando algunos signos en la caída.

Según el profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, Alfred W. McCoy, en su artículo, “La decadencia y caída del Imperio Estadounidense”, “Vista históricamente, la cuestión no es si EE.UU. perderá su poder global indiscutible, sino cuánto de precipitada y desgarradora tendrá la decadencia”. Según el historiador, “en lugar de las ilusiones de Washington, utilicemos la propia metodología futurista del Consejo Nacional de Inteligencia para sugerir cómo, estrepitosamente o con un quejido, el poder global de EE.UU. podría llegar a su fin en los años veinte de este siglo, futuro que se aproxima rápidamente”. El mismo autor propone que, “la decadencia de EE.UU. se encuentra en realidad en una trayectoria de 22 años de 2003 a 2025”.

Y es que, igualmente históricamente, McCoy señala, por ejemplo, que, algunos imperios han durado poco, iniciada su decadencia, “solo un año en el caso de Portugal, dos años, la Unión Soviética, ocho años, Francia, 11 años en el caso de los otomanos, 17 años para Gran Bretaña, y es muy probable que sean 22 años para EE.UU., a contar desde el crucial año 2003”.

De igual modo, el escritor Kirk Patrick Sale, indica “Todos los imperios terminan por derrumbarse: Akkad, Sumeria, Babilonia, Ninevah, Asiria, Persia, Macedonia, Grecia, Cartago, Roma, Mali, Songhai, mongol, Tokugawa, Gupta, Jemer, Habsburgo, Inca, Azteca, español, holandés, Otomano, Austriaco, francés, británico, Soviético, todos, todos cayeron, y la mayoría en unos pocos siglos”.

En términos generales, la caída del imperio estadounidense, ya se viene vislumbrando, “Pero, desde 2003, el sistema económico de EE.UU. ha dejado de ser lo que pretendía ser. Oficialmente, EE.UU. seguía siendo un país de “economía liberal”, pero todos podemos ver que ya no produce los alimentos que necesita, ni sus propios productos de primera necesidad y que además vive solo del saqueo”, según el artículo, “Nadie previó que EE.UU. se aislaría para morir: el fin de la dominación occidental”, del medio digital Cronicón.

Así mismo, los escritores Amy Goodman, Nermeen Shaikh, en su artículo “El imperio estadounidense está implosionando”, en una entrevista hecha a Cornel West, profesor de Práctica de la Filosofía Pública en la Universidad Harvard y activista afroamericano, expresa “los fallos que tiene la economía capitalista depredadora para satisfacer las necesidades básicas de comida, asistencia sanitaria y educación de calidad, de trabajos con un salario digno y, por otra parte, la desintegración de la clase política, la desintegración de la clase profesional… revela “como el imperio estadounidense está implosionando, de cómo se están tambaleando sus cimientos”.

En este sentido, el ya citado autor Alfred W. McCoy, en su artículo, “La decadencia y caída del Imperio Estadounidense”, dice “Simón Jenkins del Guardián británico, resumió la situación como sigue: “El derroche de dinero es asombroso. Los pagos de ayuda (estadounidenses) nunca se controlan, nunca se auditan, nunca se evalúan. La impresión es que la superpotencia mundial deambula inerme por un mundo en el cual nadie se comporta como debe… Washington reacciona como un oso herido en sus instintos imperiales, pero su proyección del poder es improductiva”.

Observemos el plano militar decadente-desventura de EEUU, donde el escritor Alfred W. McCoy, en su artículo, “La decadencia y caída del Imperio Estadounidense”, enfatiza al respecto, “En contra de la intuición, a medida que se debilita su poder, los imperios caen a menudo en imprudentes aventuras militares. Este fenómeno es conocido entre historiadores del imperio como “micro-militarismo” y parece involucrar esfuerzos psicológicamente compensatorios para salvar el escozor de la retirada ocupando nuevos territorios, por breve y catastrófico que sea. Estas operaciones, irracionales incluso desde un punto de vista imperial, producen frecuentemente gastos que desangran la economía o humillantes derrotas que solo aceleran la pérdida de poder”.

“En 2001 y 2003, EE.UU. ocupó Afganistán e invadió Iraq. Con la arrogancia extrema que ha marcado a los imperios durante milenios, Washington aumentó sus tropas en Afganistán a 100.000, expandió la guerra a Pakistán, y extendió su compromiso hasta 2014 y más allá, exponiéndose a desastres grandes y pequeños en ese cementerio de imperios infestado de guerrillas y con armas nucleares”.

Otra perspectiva de este asunto la plantea, el escritor James Petras, en su artículo “Cinco mitos y realidades del imperio estadounidense”, en su mito número dos “El imperio estadounidense se ha extendido con éxito debido a sus actividades militares, guerras, invasiones y equipos especiales para realizar asesinatos”, señalando, “En realidad, las guerras e intervenciones militares de EEUU han sido las armas menos apropiadas para construir un imperio, de lo que dan testimonio las prolongadas y costosas guerras en Iraq y Afganistán, así como la resistencia popular en Haití. Los avances imperialistas han ido por mejor camino a la hora de conquistar países a través de la menos costosa vía civil, intervención política, elecciones fraudulentas, organización y financiación de dirigentes de paja y de “fachadas” de organizaciones no gubernamentales, y sobornos a partidos políticos. Los casos de Ucrania, Georgia y Kirguizistán son ilustrativos. Otros éxitos anteriores incluyeron a Nicaragua y El Salvador en Centroamérica. En Sudamérica, la influencia económica, política e ideológica de EEUU y las alianzas estratégicas con supuestos partidos y regímenes de “centro-izquierda” han convertido con éxito a Brasil, Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador en clientes libre-mercado del Imperio”.

No obstante, Petras concluye diciendo, “La debilidad estratégica del imperio de EEUU está en sus fracasadas intervenciones militares y en la destrucción sistemática de su estructura productiva y tecnológica dentro de EEUU. Mientras que la «superestructura» del Imperio sigue creciendo, la “base doméstica” de la República se derrumba con rapidez; políticos demagógicos promueven el fundamentalismo místico religioso, el chauvinismo militar y la especulación masiva en el terreno inmobiliario. El Imperio se derrumbará no por la competición con Asia o Europa sino porque ha llegado ser demasiado competitivo y ha destruido sus cimientos domésticos en el camino”.

Veamos el plano actual de la economía hacia abajo en EEUU, en este aspecto citamos nuevamente al autor Alfred W. McCoy, en su artículo, “La decadencia y caída del Imperio Estadounidense”, “Actualmente existen tres amenazas principales a la posición dominante de EE.UU. en la economía global: la pérdida de influencia económica debido a la disminución de su parte en el comercio mundial, la decadencia de la innovación tecnológica estadounidense y el fin del estatus privilegiado del dólar como moneda mundial de reserva”.

“En 2020, como se esperaba desde hace tiempo después de años de crecientes déficit nutridos por incesantes guerras en tierras distantes, el dólar estadounidense termina por perder su estatus especial como moneda de reserva del mundo. Repentinamente, el coste de las importaciones se dispara. Incapaz de pagar los crecientes déficit mediante la venta en el extranjero de valores devaluados del Tesoro, Washington acaba viéndose obligado a reducir su inflado presupuesto militar. Bajo presión dentro y fuera del país, Washington retira lentamente las fuerzas estadounidenses de cientos de bases en ultramar a un perímetro continental. Pero ahora, sin embargo, ya es demasiado tarde”.

Otro aspecto mencionado por McCoy es, “Una víctima del poder económico debilitado de EE.UU. ha sido su control sobre los suministros globales de petróleo. Acelerando por delante de la economía sedienta de gasolina de EE.UU., China se convirtió en el primer consumidor de energía durante este verano, una posición que EE.UU. ha mantenido durante más de un siglo. El especialista en energía Michael Klare ha argumentado que este cambio significa que China “fijará el ritmo de nuestro futuro global” “.

En el mismo tema económico, otro error garrafal camino a su destrucción, es el planteado por el analista Basem Tajeldine, quien subraya en su artículo “El declive del imperio financiero estadounidense”, “A las puertas de la tan esperada Cumbre de las Américas, Estados Unidos vuelve a recibir nuevos golpes que tienden a resquebrajar, aún más, su hegemonía en la arquitectura financiera global. Esta vez, el bofetón provino de sus propios aliados europeos. Las presiones y los chantajes del arrogante imperio estadounidense no pudieron impedir que países como Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia entren a formar parte al Banco Asiático de Inversiones para la Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) creado por la República Popular China”. Así mismo señala, “Las viejas e infames instituciones financieras internacionales: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) dirigidas por las grandes bancas financieras privadas estadounidenses, que son responsables de las políticas económicas neoliberales impuestas en muchos países del mundo (para impulsar la globalización y asegurar la hegemonía estadounidense) están presenciando su propio ocaso”.

Para ir concluyendo este apartado, el autor Anneken Tappe, en su escrito “La economía de EE.UU. se contrae drásticamente en el primer trimestre de 2022”, informa citando a CNN, “La economía de EE.UU. se desaceleró en el primer trimestre de 2022, según revelaron datos de la Oficina de Análisis Económico. El producto interno bruto del país (PIB) (la medida más amplia de actividad económica) se contrajo a una tasa anualizada del 1,4% entre enero y marzo, en una reversión abrupta del fuerte crecimiento que registró el año anterior. Aunque un solo trimestre no marca una tendencia, sí representa una señal de advertencia sobre cómo va la recuperación: dos trimestres consecutivos de crecimiento a la baja cumplen la definición de recesión que comúnmente se utiliza”.

Para ir finalizando, deseamos reseñar lo que señala el ya citado autor, Kirpatrick Sale, en su artículo, “El colapso del imperio estadounidense”, al proponer cuatro motivos que explican el colapso de los imperios, incluido el de EEUU.

  1. “La degradación medioambiental. Los imperios siempre terminan destruyendo las tierras y las aguas de las que dependen para su supervivencia, sobre todo porque construyen, cultivan y crecen sin límites, y el nuestro no es una excepción, incluso si aún nos queda por vivir la peor parte de nuestro ataque contra la naturaleza”.

  2. “La sobrecarga económica. Los imperios siempre dependen de una excesiva explotación de los recursos, derivados generalmente de colonias que se hallan más y más alejadas del centro, y en su momento se derrumban cuando los recursos se agotan o cuando se hacen demasiado caros para todos, con la excepción de la elite. Es exactamente el camino en el que nos encontramos: se predice que el pico de la extracción de petróleo, por ejemplo, ocurrirá en uno o dos años, y nuestra economía se basa enteramente en un frágil sistema en el que todo el mundo produce y nosotros, en general, consumimos (la producción de EE.UU. es solo un 13 por ciento de su PIB)”.

  3. “La sobre-extensión militar. Los imperios, porque son colonizadores por definición, se ven obligados a extender el alcance de sus fuerzas armadas más y más lejos, y a ampliarlas cada vez más contra colonias mal dispuestas, hasta que las arcas del estado se agotan, las líneas de comunicación se sobren-extienden, las tropas se hacen poco fiable, y la periferia resiste y termina por sublevarse. El imperio estadounidense, que comenzó su alcance mundial mucho antes de Bush II, tiene ahora unos 446.000 soldados activos en más de 725 bases reconocidas (y un sinnúmero secretas) en por lo menos 38 países en todo el mundo, más una «presencia militar» formal en no menos de 153 países en todos los continentes con la excepción de la Antártica – y casi una docena de flotas perfectamente armadas en todos los océanos”.

  4. “El disenso y la agitación interiores. Los imperios tradicionales terminan derrumbándose desde adentro así como a menudo son atacados desde afuera, y hasta ahora el nivel de disenso dentro de EE.UU. no ha llegado al punto de rebelión o secesión, gracias a la creciente represión del disenso y a la escalada del miedo en nombre de la “seguridad de la patria” y al éxito de nuestra versión moderna de pan y circo, una combinación única de entretenimiento, deporte, televisión, sexo y juegos por Internet, consumo, drogas, alcohol, y religión, que insensibilizan efectivamente al público en general, llevándolo al aletargamiento”.

Para ir concluyendo, deseamos hacer referencia a, lo indicado por el medio digital Cronicón, cuando alude a la idea de encierro de EEUU, “Más que enfrentar a Rusia y China, Washington ha optado por replegarse hacia su imperio, por aislar a Occidente del resto del mundo para mantener la hegemonía de EEUU.”.

“Sabiéndose, supuestamente, inferior en el plano militar, pero económicamente superior, por ejemplo, en el caso ruso, “En otras palabras, en la práctica EEUU no está aislando a Rusia, sino que aísla a Occidente (el 10% de la humanidad) del resto del mundo, o sea del 90% de la humanidad”.

“Estamos siendo testigos de un fenómeno tremendamente sorprendente. EE.UU. logró que una mayoría de Estados se pusiera de su parte… pero son los Estados menos poblados del mundo. Todo parece indicar que Washington se ha quedado sin medios de presión sobre los países realmente interesados en ser independientes”.

“En la práctica, estamos siendo testigos del fin de cuatro siglos de dominación occidental y de los imperios instaurados por las naciones de Occidente. Estamos viendo el enfrentamiento entre maneras de pensar muy diferentes”.

Finalmente, señala, “Desde el año 2001, todos los dirigentes mundiales ven a los occidentales, y sobre todo a EE.UU., como una peligrosa fiera herida. No se atreven a enfrentarla y buscan la manera de dirigirla cuidadosamente hacia el matadero. Nadie previó que la fiera se aislaría para morir”.

 

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